Cosmódromo de Vostochny, con Cohete Soyuz- IAA-CSIC

Cosmódromo de Vostochny, con Cohete Soyuz- IAA-CSIC


Este 28 de abril, con la presencia del presidente ruso Vladimir Putin, ha tenido lugar el lanzamiento del telescopio espacial UFFO (acrónimo de Ultra-Fast Flash Observatory: Observatorio ultrarrápido de flashes), que estudiará los estallidos de rayos gamma, fenómenos muy breves que constituyen las explosiones más extremas del universo.

UFFO ha sido desarrollado por una colaboración internacional liderada por Corea, y de la que también forman parte Rusia, España, Taiwán y Dinamarca.

El telescopio UFFO estudiará los estallidos de rayos gamma, las explosiones más extremas del universo

El telescopio espacial forma parte de la carga de pago de la nave Lomonosov, cuyo lanzamiento ha constituido el primero realizado desde el nuevo cosmódromo de Vostochny (en Amur, Rusia), próximo a la península de Kamchatka. A las 07:07h Lomonosov se ha separado de la última etapa habiéndose situado en la órbita definitiva y con los paneles solares ya completamente despegados.

UFFO/Lomonosov es un telescopio de seguimiento rápido que detectará la emisión en rayos X, luz visible y ultravioleta asociada a los instantes iniciales de los estallidos cósmicos de rayos gamma (conocidos como GRBs, del inglés Gamma-ray Bursts), lo que abrirá un nuevo horizonte en el estudio y entendimiento del universo extremo y del universo temprano.

“La coordinación con Soomin Jeong (gestora del proyecto) aquí en Granada, quien ha estado con nosotros los tres últimos años, ha sido fundamental y ahora llega el momento de recoger los frutos: capturar esa primera luz de los GRBs es un anhelo para todos los investigadores del campo y se hará realidad en breve”, apunta Alberto J. Castro-Tirado, investigador del IAA que participa en la coordinación científica del proyecto.

El telescopio UFFO escudriñará el espacio profundo desde una altura orbital de 490 kilómetros y con una vida nominal de tres años, tras un periodo inicial de tres meses de testeo y calibración. «Ha sido un esfuerzo titánico que ha requerido la colaboración de muchas instituciones para completarlo en la mitad de tiempo de lo que hubiese sido necesario para las grandes agencias espaciales”, señala Víctor Reglero, investigador de la Universidad de Valencia que participa en el proyecto.

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