Rosa de dos aromas

Rosa de dos aromas


Marlene y Gabriela se encuentran y se conocen en la recepción de la cárcel, a donde fueron a conocer la situación jurídica de su marido, quien –en ambos casos- se embrolló con una menor de edad

 

GABRIELA.- No. Soy de ésas que vivieron los sesenta y les dio un aire.
MARLENE.- Puedo hacerle un crepé o un afro… ¿qué edad tiene?
GABRIELA.- Adivine.
MARLENE.- Si era usted estudiante en los sesenta…
GABRIELA.- Preprimaria. Pero estoy muy acabada.
(se sonríen, Marlene entendió que fue un chiste.)
MARLENE.- Ni crea que no estoy furiosa con Tony. Pendejo. Habiendo tantas
muchachas calientes mayores de edad, hijas de pobres, ¡tenía que meterse con una
menor, hija de un influyente!
GABRIELA.- Sí, la verdad. Qué mal tino.
MARLENE.- ¿Y su carro, ya lo sacó del corralón?
GRABRIELA.- No tenemos coche.
MARLENE.- ¿No atropelló su señor a una chamaca?
GABRIELA.- Ha de haber sido en coche prestado, no sé cómo fue. Ahora me contará.
(silencio, fuman) ¿Y cómo les explicó usted a los niños?
MARLENE.- El de él tiene año y medio, no hace falta. El grande, se va a poner feliz.
No lo quiere. Celos, ya usted sabe.
GABRIELA.- No ha sabido ganárselo.
MARLENE.- Tony, no es muy de niños. Y como sale tanto… da unas clases en Toluca,
media semana, y va luego a Xalapa y da un mes de clases, o dos… no es muy de niños,
no les tiene paciencia. ¿Y a los suyos, qué les dijo usted?
GABRIELA.- La verdad, es lo mejor. Claro, lo mío es fácil: que tuvo su papá un
accidente y lo metieron a la cárcel. Eso es lo que impresiona, se me hizo cuesta arriba
contárselos, pero ¿Qué tal si luego sale en el periódico y se enteran en la escuela?
MARLENE.- Lloraron mucho.
GABRIELA.- Eh pues… lo sintieron claro. Bueno, la verdad, a los chicos se les hizo
muy divertido. Como ven presos en la tele y… a esa edad… tienen tres, cinco y nueve.
MARLENE.- ¿Y todos son de él?
GABRIELA.- El mayor no. Me divorcié.
MARLENE.- Usted sí.
GABRIELA.- Yo sí.
(Un silencio)
MARLENE.- ¿Y le dio pensión?
GABRIELA.- Mh, pensión…¿sabe cuánto? Trescientos pesos para el niño. Hasta se me
olvida cobrarlos. Es abogado. Por poco me quita a mi hijo, pero se casó luego luego y
así ya quedé libre.
MARLENE.- ¿Y si él no se casa, usted tampoco?
GABRIELA.- No, porque me quitaba al hijo.
MARLENE.- ¿Ve para qué sirve casarse? Ay, qué bueno que yo no. ¡Nunca! ¿Y el
mayor sí quiere a su marido?
GABRIELA.- Es… algo celoso. Quiere mucho a sus hermanos y… sí, se lleva muy bien
con Maco. Hasta le pregunta cosas de la escuela. Cuando lo ve. Es que Maco también
viaja mucho. Da unos cursos en Cuernavaca y… también en Xalapa. Ha de conocer a su
marido.
MARLENE.- Sí ¿verdad? Con suerte hasta yo lo conozco. ¿Cómo se llama su esposo?
GABRIELA.- Marco Antonio Lesur. ¿Y el de usted?
(Un silencio)
MARLENE.- Marco Antonio Lesur.
GABRIELA.- Eso es. ¿Y el de usted?
MARLENE.- El mío. Así se llama. Marco Antonio Lesur.
(Gabriela, tras unos segundos, entiende. Lanza una exlamación)
GABRIELA.- Atopelló a una menor… ¡aah! ¡Atropelló… a una… menor!
(Quedan viéndose de arriba abajo, se examinan con rayos X)
GABRIELA.- Visítelo a gusto. Ya me voy (sale)
MARLENE.- (Está rígida y muda) ¡Que lo visite su madre! (sale)

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