Severo Ochoa- Luis Demano

Severo Ochoa- Luis Demano


Se dice del premio Nobel español Severo Ochoa, nacido el 24 de septiembre de 1905 en la localidad asturiana de Luarca, en Asturias, España, que era un hombre paciente, entusiasta y con un gran vicio: fumar.

Pero, sobre todo, muchos le consideran el bioquímico de los bioquímicos, y el ideal de lo que un científico debería ser.

Así se refería a él Santiago Grisolía, discípulo y amigo personal de Ochoa, que cuenta cómo Ochoa sentía una gran pasión por lo que hacía.

Entusiasta y enamorado de la ciencia, el premio Nobel consiguió formar parte de la revolución molecular de mediados del siglo XX.

En 1940 se trasladó a los Estados Unidos, donde trabajó para la Universidad de Washington, primero, y después en la Universidad de Nueva York, donde realizó investigaciones sobre farmacología y bioquímica, que le valieron la medalla Bewberg en 1951.

En 1954, prosiguiendo con sus trabajos sobre la fosforilación oxidativa, descubrió una enzima, la polinucleótido fosforilasa, capaz de sintetizar ARN in vitro a partir de ribonucleosidodifosfatos.

En 1955 Ochoa publicó en el Journal of the American Chemical Society con la bioquímica francorrusa Marianne Grunberg-Manago, el aislamiento de una enzima del colibacilo que cataliza la síntesis de ARN, el intermediario entre el ADN y las proteínas. Los descubridores llamaron «polinucleótido-fosforilasa» a la enzima, conocida luego como PNPasa, tratándose de una polirribonucleótido nucleotidil-transferasa. El descubrimiento de la polinucleótido fosforilasa dio lugar a la preparación de polinucleótidos sintéticos de distinta composición de bases con los que el grupo de Severo Ochoa, en paralelo con el grupo de Marshall Nirenberg, llegaron al desciframiento de la clave genética.

Después, y gracias a la aportación del bioquímico norteamericano Arthur Kornberg, discípulo de Ochoa, a la demostración de que la síntesis de ADN también requiere otra enzima polimerasa, específica para esta cadena.

Ambos comparten el Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1959 por sus descubrimientos, que sirvieron después para descifrar el código genético y descubrir que este es universal para todos los seres vivos.

Falleció el 1 de noviembre de 1993 y fue enterrado en el cementerio de Luarca, su pueblo natal, junto a su esposa Carmen. En su testamento creó la Fundación Carmen y Severo Ochoa, de cuyo patronato forman parte algunos de sus discípulos españoles, al objeto de que se perpetuara la memoria de su nombre unido siempre al de su mujer, en reconocimiento al soporte familiar que le habría de acompañar en toda su trayectoria, resultando decisivo —según su propia confesión— para el desarrollo de su vocación científica.

(SINC)

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