Presunto migrante detenido en Arizona- Xinhua/Will Seberger/ZUMAPRESS (archivo

Presunto migrante detenido en Arizona- Xinhua/Will Seberger/ZUMAPRESS (archivo


Las políticas migratorias vigentes en la mayoría de los países son una muestra de hipocresía, pues restringen el paso de personas cuya mano de obra es solicitada por la dinámica económica que impera en el mundo, coincidieron las expertas: María José Guerra Palmero, de la Universidad de La Laguna, Tenerife, España; Genoveva Roldán, de la Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la mesa redonda “Género, migración y Derechos Humanos”, realizada en la Universidad Veracruzana, las investigadoras recordaron que la migración es un derecho humano cada vez más criminalizado, y mencionaron, en contraste, algunas iniciativas ciudadanas que apoyan a quienes abandonan sus lugares de origen, como la compartida por María José García Oramas, coordinadora de la Unidad de Género de esta casa de estudios.

Genoveva Roldán, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, habló de las mujeres migrantes, el conocimiento que hay de la temática, las políticas públicas, los logros y obstáculos.

La experta en temas de género y migración citó el Informe Mundial sobre Salarios de la Organización Internacional del Trabajo (mejor conocida como OIT), que señala la vigente desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito de la percepción de ingresos. Tal tendencia va a la alza en países desarrollados como Reino Unido, Japón, Italia, España y Estados Unidos, entre otros.

“Este informe señala que hay tres factores o condicionantes que van a plantearnos que los salarios sean todavía más bajos de lo que en promedio existen: ser mujer, ser migrante y ser trabajador informal”, subrayó.

De ahí que en su charla hablara de las mujeres migrantes, quienes se dirigen a mercados laborales caracterizados por la informalidad.

“Un hombre gana más que una mujer; una mujer blanca más que una mujer negra; una mujer negra urbana, más que una mujer negra campesina; una mujer sin hijos, más que una mujer con hijos, y una mujer migrante laborando en la economía informal menos que todos los demás”, es parte del documento de la OIT.

También opinó que las políticas migratorias (en las que prevalecen las teorías neoclásicas y ortodoxas) deforman y perjudican tales fenómenos; por ejemplo, para ella el factor detonante de las migraciones no es la pobreza, sino las necesidades del mercado laboral al que se dirigen.

Para muestra mencionó que según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, hay más de 60 millones de mexicanos en pobreza laboral. No obstante, “si la explicación de las migraciones fuera la pobreza, ¿por qué no están esos millones de mexicanos en Estados Unidos?”.

Por un lado, migrar es caro y los más pobres no tienen posibilidades; por otro, la economía estadounidense está en crisis desde 2008 y no hay empleos. En consecuencia, el flujo de mexicanos que se van para allá ha caído.

Otro de los mitos que hay sobre la migración, construidos por la teoría neoclásica, es que las migrantes se van de forma libre y racional, pero “yo les puedo decir que 99 por ciento de las personas que he entrevistado dice ‘me fui porque no me quedaba de otra’ ”, es decir, “están forzados por las condiciones políticas y económicas que hay en México. No es un flujo libre”.

También habló de la feminización de las migraciones, pues hay una demanda de las mujeres en los países industrializados, situación que no es nueva, viene de décadas atrás, como lo constata el Informe sobre la Migración Internacional en las Américas: en 1960 el 46.8 por ciento eran mujeres, y en 2010, 49.7 por ciento.

El concepto de feminización de las migraciones se refiere a que las mujeres cuando migraban en los años sesenta y setenta fundamentalmente lo hacían como acompañantes, pero a partir de los años noventa es una incorporación a los flujos migratorios porque hay un mercado laboral creciente que requiere de ellas (como enfermeras, trabajadoras domésticas, entre otras).

Por el contrario, en las políticas públicas existe una limitada atención al tema de género, pues predomina el binomio “selectividad y reforzamiento” del control fronterizo, lo cual tiene un impacto en las condiciones de movilidad y la promueve de manera indocumentada, esto coloca a las personas en una situación de vulnerabilidad.

Lamentó que se asocie el tema de migración al de seguridad nacional, “es la salida fácil para esos sistemas el encontrar chivos expiatorios y éstos han sido los migrantes de a pie que no tienen nada que ver con el terrorismo”.

Por su parte, María José Guerra siguió el hilo de la charla de su antecesora y recordó la caída del Muro de Berlín, Alemania, en 1989. Antes del tal suceso histórico varios gobiernos y medios de comunicación criticaban que los países de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no permitieran la salida de sus ciudadanos, la migración.

Pero después de la caída del también llamado telón de acero hubo un cambio radical que restablece el valor de las fronteras nacionales, lo cual es una contradicción con la globalización por la que tanto pugnaban esas naciones que criticaban a la URSS.

“A partir de la caída del Muro de Berlín pensábamos que se iban a caer todos los muros, que el mundo occidental había ganado la Guerra Fría a la Unión Soviética y que esa utopía de la globalización se iba a realizar. ¿Pero qué ha pasado realmente? Todo lo contrario, los países han creado nuevos muros (como el que separa a México de Estados Unidos).”

La filósofa destacó que a la fecha el mundo entero vive una criminalización de la migración, pese a que la movilidad es un derecho humano.

“Todo lo que tiene que ver con políticas migratorias hoy, es un asunto que puedo diagnosticar –desde un punto de vista ético-moral– como una gran operación de hipocresía, un gran falseamiento, porque realmente la economía está interconectada, es una economía global.” O en otras palabras: se restringe el paso de personas cuya mano de obra es demandada.

Finalmente María José García Oramas habló de Las Patronas, grupo de mujeres del municipio de Amatlán de los Reyes que abastece de alimentos a los migrantes centroamericanos que por ahí transitan.

Se trata de mujeres defensoras de Derechos Humanos que entendieron que las agrupaciones de migrantes son personas que tienen dignidad, como cualquier otra.

“Pero esa comida que les dan no es cualquier comida, pues tiene que recordarle a esa persona que es persona, que hay alguien que se la preparó, y que ese alguien se asemeja a la mamá que él dejó.

”Entonces, una de las cosas que estamos pensando es la idea del maternaje y la maternidad, y cómo por más que las feministas tradicionales digan que lo que hay que hacer es quitarles a las mujeres el tema de la maternidad, estas mujeres (Las Patronas) nos enseñan que la maternidad puede resignificarse, pensarse de otra manera.”

El servicio de Las Patronas a los migrantes inició por una frase que uno de ellos exclamó a esas mujeres, cuyas viviendas están cerca de la vía del tren (el que hasta hace unos días fue su principal medio de transporte): “¡Madrecita dame de comer!”.

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