Tras la huella del jaguar

Un jaguar descansando en una ribera, en Pantanal, Brasil. / Steve Winter/Panthera


Imponente, robusto y musculoso; su presencia es clave para estabilizar los bosques, por eso conocer más acerca de su biología es fundamental para el desarrollo de planes de manejo. Desde el 2010, el Programa Jaguar del Instituto en Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (Icomvis-UNA), en conjunto con el Área de Conservación Guanacaste (ACG),ambas con sede en Costa Rica, realizan un monitoreo de los jaguares y sus presas, con el fin de definir estrategias para su conservación.

“Hemos recibido mucho apoyo de la administración del Parque Nacional Santa Rosa, por eso capacitamos a los guardaparques en la identificación de huellas y otros rastros; ellos se han convertido en parte fundamental de nuestro trabajo en la zona”, explicó Eduardo Carrillo, director del Icomvis-UNA.

Este monitoreo se enmarca dentro del proyecto Conservación del jaguar y sus presas en el paisaje rural del bosque seco tropical, desarrollado en conjunto con la Escuela de Medicina Veterinaria de la UNA. En noviembre anterior, y tras 20 años, se inició una campaña de captura de estos felinos, donde por primera vez en el país se les colocó collares con un Sistema de Posicionamiento Global (GPS por sus siglas en inglés), que permite recibir datos de ubicación cada 24 horas.

“El animal se captura con el técnica de lazo, donde se coloca una trampa que nos avisa cuándo el animal está en ella para sedarlo, poder realizar los análisis veterinarios y ver la condición general en que se encuentra”, explicó Víctor Montalvo, investigador del Icomvis-UNA, a cargo de estas capturas, quien viajó a Brasil para conocer y aprender la técnica. De acuerdo con Montalvo, estos datos permiten conocer la interacción de los jaguares con su hábitat y su relación con otros individuos.

El 19 de noviembre se dio la primera captura: una hembra de 38 kilos que no había sido captada a través de las cámaras de monitoreo instaladas en años anteriores. Por el contrario, el 29 de noviembre se realizó otra captura, también de una hembra, pero esta sí está grabada en las cámaras, aunque no había sido observada en el último año.

“La primera es una hembra adulta joven, mientras que la segunda  es una adulta mayor, la primera de tres generaciones que tenemos registradas; su peso es de 38 y 42 kilos respectivamente, un poco menos de lo que se ha registrado para las hembras adultas en otras partes del mundo”, detalló Montalvo.

Para Mauricio Jiménez, investigador de la Escuela de Medicina Veterinaria, el monitoreo de estos y otros animales silvestres es fundamental para conocer su estado de salud en vida libre.

“Como parte de la estrategia de conservación de las especies silvestres, es necesario contar con valores de referencia fisiológicos que nos ayuden a determinar el estado de salud de las poblaciones; también nos facilita el conocer por dónde se desplazan los animales, algunos de ellos portan parásitos que podrían trasmitir alguna enfermedad infecciosa, si los felinos se mueven cerca de la producción ganadera, al lado de esta se desarrolla un núcleo familiar con animales domésticos o ratas, que podrían entrar en contacto con las heces de estos animales y así adquirir la enfermedad.

También es importante conocer el estado de las poblaciones, porque se ha determinado que si bien los animales pueden ser hospederos de ciertos parásitos sin manifestar un problema, hay factores como la falta de alimento, el estrés, poca movilización o sequías, que pueden multiplicar estos parásitos y causar una enfermedad”, explicó Jiménez.

Herramienta

Para Carrillo, conocer esta especie es determinante para evitar conflictos con la producción ganadera. “Podemos conocer el comportamiento de estos felinos y determinar si el ataque al ganado se da en épocas específicas, debido a la dispersión de animales jóvenes o por facilidad de presas para los más viejos, entre otros; y así desarrollar estrategias para los ganaderos, con esto evitaríamos que una especie emblemática muera en manos de los humanos”.

Roger Blanco, coordinador del Área de Investigación del ACG, destacó, además, que la importancia de estas investigaciones radica en la planificación. “Dese hace 30 años nuestra filosofía es que el conocimiento científico es vital para la conservación a largo plazo, por eso nuestros guadarparques participan activamente y les brindamos las facilidades que están a nuestro alcance para trabajar en conjunto”.

Los animales capturados se monitorearán alrededor de dos años, y para este 2015, además de continuar colocando collares a otros jaguares, se aplicará el mismo modo de monitoreo en otras especies, como chanchos de monte.

(UNA/DICYT)

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