Era un día de primavera, los pájaros derramaban sus melodías de trinos,

y  los humanos, entregados a sus diversas ocupaciones,

se bañaban en la santidad de la fatiga.

Todo trabajaba en su destino: los árboles, los planetas, los escualos.

¡Todo, excepto el Creador!

Cantos de Maldoror

 

Los opositores al proyecto de la empresa Odebrecht para un embalse en el río La Antigua, procedentes de 21 municipios, arreciaron sus protestas hace unos días bloqueando la autopista Xalapa-Veracruz por mas de 10 horas. Al ser entrevistados por reporteros, los manifestantes aseguran que más de un millón 200 mil habitantes de 21 municipios y 43 comunidades resultarían afectados por la construcción de una presa en las inmediaciones de Jalcomulco.

            Hicieron una descripción precisa y detallada de la forma en que serían afectados los servicios turísticos, la agricultura, la ganadería, la pesca y su vida misma, al alterarse no sólo las actividades productivas de la región, sino también su quehacer cotidiano que depende en gran medida del agua que corre por ese río.

            En palabras de sencillos hombres y mujeres de edades diversas –habitantes de esos lugares- se dieron a conocer los motivos por los cuáles se oponen a la construcción de dicha presa. Todos ellos mostraron un conocimiento sólido de su realidad, un conocimiento concreto de su realidad concreta basado en su práctica cotidiana –por una parte- y en el saber acumulado por generaciones sobre la relación de estas comunidades con el río, la importancia del agua que por ahí corre para su supervivencia  y la función cultural de esas aguas en cuanto a la vida espiritual de esas poblaciones.

(Desde el principio me negaré a aceptar que todas las aguas pueden ser reducidas a H2O… Pues no sólo el modo en que una época trata el agua y el espacio tiene una historia; las propias substancias que son conformadas por la imaginación –y, por lo tanto, provistas de significados explícitos- son ellas mismas, hasta cierto punto, creaciones sociales. Iván Ilich: El H2O y las aguas del olvido. Joaquín Mortiz, 1993)

            El discurso de los habitantes de estas comunidades -opositores a la construcción de la presa- es un discurso absolutamente consistente, con un referente empírico indiscutible, basado en un conocimiento válido e incluso apuntalado por elementos de conocimiento científico, aportado por especialistas que han abordado el tema. Por ejemplo, uno de los entrevistados afirmó que estudios de simulación sobre la operación de la presa y su entorno, habían mostrado los graves perjuicios que sobre el medio ambiente resultarían de establecerse la presa y la planta hidroeléctrica asociada a la misma.

Son los habitantes de la cuenca del río La Antigua desde Ixhuacán de los Reyes hasta La Antigua, quienes estarían en riesgo de sufrir inundaciones, sequías y pérdidas en sus cosechas.

“En temporada de sequía vamos a tener la carencia del agua. En temporada de lluvias, con los desfogues, nos van a inundar”, dijo uno de los manifestantes en el lugar del bloqueo.

 “Ya empezaron los trabajos para la construcción de una presa. Una presa grande con seis proyectos más. La gente sabe lo que quiere, quiere ser escuchada y que no se le violen sus derechos”, dijo una manifestante. “Hemos sido ignorados por el gobierno. Llevamos meses pidiendo informes a la Conagua, Semarnat, etc. y dicen que no hay permisos pero sí hay máquinas trabajando en exploración”, agregó.

Por medio de un altavoz, se informó que el secretario de Gobierno, Érick Lagos, los llamó para pedir que envíen una comisión para “negociar”, sin embargo, se negaron a retirar el bloqueo y enviaron a una comitiva para “dialogar”. “¡Que venga él!, ¡para eso tienen los pinches helicópteros!”, gritaba la gente. Antes de eso, el gobierno estatal había difundido la instalación de una mesa de diálogo, a pesar de que ningún funcionario de gobierno con representación arribó al lugar de los hechos.  (La Jornada Veracruz, 24/01/14)

            Entonces los reporteros se trasladan al Palacio de Gobierno, pues el funcionario se negó a atender a los manifestantes en el lugar de la protesta. Hace su aparición otro discurso, discurso inconsistente, sin referencia a la realidad, es decir carente de objetividad, limitado únicamente a exhortar a los manifestantes a deponer su protesta. Las palabras del funcionario descalificaron, sin mayor sustento, las afirmaciones de los lugareños pues –dijo- estaban “desinformados” y por tanto ignoraban “los beneficios” que dicha presa les aportaría.

            En este otro discurso, el discurso del poder desde el poder, no se advierte el menor intento de análisis de la situación. Sólo alude, contradictoriamente, a ciertos puntos cómo que el proyecto de la presa aún no ha sido aprobado puesto que la empresa no presentó el manifiesto de impacto ambiental (Mia), omitiendo mencionar que la empresa ya se encuentra trabajando en el lugar provocando, por ejemplo, una desviación del cauce del río en cierto punto. Por una parte, el funcionario da por un hecho la construcción y operación de la presa puesto que quiere “informar” a los afectados de los supuestos beneficios de la misma. Y, por otro lado, pone en duda la construcción de la presa puesto que aún no presenta el Mia. Es decir, la presa existe y no existe a la vez, lo cual en lógica se llama una contradicción, y  de una contradicción puede deducirse cualquier cosa, que es lo mismo que nada.

            Entonces el discurso contradictorio y hueco (sin referente empírico alguno) del gobierno intenta oponerse al discurso consistente y objetivo del que hacen uso los inconformes, lo cual a su vez indica la confrontación entre dos saberes: el saber concreto, informado, basado en la praxis cotidiana y por lo tanto objetivo, y el saber tecnocrático que se emplea desde el poder. Y, como alguna vez lo señaló Umberto Cerroni, el discurso tecnocrático es un discurso falso que  se arropa en el lenguaje tecnocientífico pero sin reflejar realmente este conocimiento, es decir carente totalmente de contenido puesto que su función se reduce a ser un elemento en el ejercicio del poder. Ni siquiera intenta convencer, sino imponer.

  En cuanto al Mia, habrá que reconocer que los opositores a la construcción de la presa ya hicieron su propio Mia, tanto o más válido que el que debe hacer SEMARNAT. Sólo que el poder no reconoce el conocimiento y los saberes de que dispone el pueblo y por tanto descalifica lo que los inconformes plantean, basados en ese conocimiento y esos saberes.

            Por si eso no fuera suficiente, expertos acreditados –a quienes no se puede descalificar fácilmente- ya han expresado su opinión al respecto, opinión basada en un conocimiento (el tecnocientífico) al que el poder no puede dejar de concederle legitimidad. Así, Robert Manson, investigador del Instituto de Ecología, AC (Inecol) ha explicado que para una presa hidrológica se requieren dos aspectos técnicos como son los ciclos de inundación y ciclos de sequía, “pues si se pone una presa en una cuenca que tiene esos problemas (como es el caso) es muy poco favorable para la producción de energía, ya que en época de lluvias la presa tiene que equilibrar tal cantidad de agua corriente que se produzca, pues se puede romper y en época de secas, no habrá suficiente flujo para generar energía eléctrica”.

            Además el mismo especialista resaltó que el lugar donde se levantaría la presa se ubica sobre una falla sísmica, lo cual pondría en riesgo a las poblaciones asentadas en las orillas del río. Agregó que aunque se debe estar abierto a la posibilidad de generación de energía eléctrica a partir de la operación de la presa, por ser una de las alternativas más limpias, mencionó que hay otros aspectos como los sedimentos del agua, pues en el caso del río Los Pescados tiene mucho de ese material, que podría reducir la vida de la presa hasta en un 50 por ciento. (La Jornada Veracruz. 26/01/14)

            Aspectos que, en otros términos, los opositores ya han expuesto. Los inconformes están en contra de la empresa transnacional brasileña Odebrecht, exigiendo que detenga los trabajos en la cuenca del río y saque la maquinaria que envió al lugar.

            También cabría  informarse sobre los desastres ambientales y sociales causados por la instalación de grandes presas en otras partes del mundo. Recomiendo particularmente el libro de Arundhati Roi, El álgebra de la injusticia infinita, en el cual la escritora relata detalladamente los distintos aspectos del proceso de instalación de un conjunto de grandes presas en la India, revelando como los intereses de las grandes transnacionales se impusieron sobre el bienestar de pueblos enteros, con la complicidad de gobernantes corruptos, y relata los dramáticos efectos que sobre el medio ambiente y las condiciones de vida de millones de hindúes tuvo este proceso.

            En este conflicto presenciamos la confrontación de dos discursos: el discurso del pueblo que defiende su derecho al bienestar y una vida digna, enfrentado al discurso del poder que sólo busca reforzar el poder descalificando al contrario. Discursos que a su vez se asientan en dos saberes: el saber popular, basado en la práctica de la vida cotidiana y en los conocimientos tradicionales acumulados por muchas generaciones, al que se opone el pseudo saber tecnocrático, el cual –como ya dijimos- se reviste de la terminología tecnocientífica sin hacer suyo este conocimiento.

            Finalmente estos discursos y saberes, opuestos uno al otro, reflejan dos posiciones frente al mundo: la posición de quienes se ganan la vida con su trabajo y defienden su derecho a una vida digna y que consideran que es vital para sus vidas la el intercambio equilibrado con la naturaleza, y la posición de quienes ven a la naturaleza como un simple medio para ganar dinero y, por ello, la consideran como cualquier insumo, consumible y desechable.

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