Existe una deuda pendiente con la sociedad respecto a investigaciones sobre los migrantes que se asentaron en las riveras de América Latina, puntualizó Leopoldo Alafita Méndez, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), al presentar la conferencia “Francia en Jicaltepec y San Rafael. Una mirada desde la identidad”, de Jean-François Campario.

Campario es miembro asociado del proyecto “México-Francia. Presencia, influencia, sensibilidad” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y profesor de Literatura Francesa, actualmente cursa un doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia (EHESS).

El académico francés destacó que el origen de su investigación es también personal y familiar ya que es descendiente de una familia que se dividió al emigrar a México.

“Tengo más parientes en México que en Francia dado que cinco de 10 hermanos emigraron mientras, que de los cinco restantes solamente sobrevivieron dos, uno de ellos mi ancestro”, apuntó.

Alafita Méndez explicó que el trabajo de Campario es una investigación documental a partir de varios archivos como el Diplomático de Francia y el Archivo General de la Nación, “que posee también fuentes importantes basadas en la tradición oral, correspondencia que refleja todo un proceso de rencuentro entre los descendientes en México y Francia”.

Asimismo, recalcó la confluencia entre investigaciones sobre la migración a la entidad: “Recibimos con mucho beneplácito una conferencia de esta naturaleza porque hemos efectuado también investigaciones sobre colonias que se han asentado en Veracruz y en el territorio mexicano; me parece que hay una preocupación en otros ámbitos académicos respecto a cómo los ríos fueron puntos de asentamiento de las poblaciones migrantes a través de los años”.

Este proceso de posicionamiento de los territorios agrícolas que había en las costas es sumamente importante, añadió el investigador de la UV, “y podemos contemplar que viene desde la Península de Labrador hasta el río de La Plata, creo que es todavía una deuda que los investigadores y los universitarios que nos dedicamos a estas pesquisas le debemos a la sociedad en ambos lados del Atlántico”.

Campario, quien ha publicado seis libros y una veintena de artículos entre los que destaca “Savoyards et Bas-Alpins à Jicaltepec” en 2008, explicó que la colonia francesa agrícola en Jicaltepec y San Rafael se fundó en 1833, siguiendo a la fundación de la colonia agrícola en Coatzacoalcos, “fueron franceses que intentaron aprovechar el clima tropical en un momento en que las autoridades mexicanas buscaban europeos de tradición católica –si era posible– para poblar y desarrollar zonas del territorio retiradas de los centros urbanos como la rivera del río Nautla, que eran la única manera de llegar a estas tierras”.

El fundador de ambas comunidades fue Etienne Guénot, un soldado en retiro del ejército francés que comenzó rentando las tierras a los descendientes de Guadalupe Victoria; su intención era crear una comunidad productiva que comercializara el cultivo que posteriormente daría fama mundial a la región: la vainilla.

La colonia primero fracasó porque no tenía las facilidades cercanas a la costa como en el caso de Coatzacoalcos, además los emigrantes fueron atacados por la fiebre amarilla en varias ocasiones, los animales de crianza no lograban adaptarse y la tierra “no era como lo pensaba Guénot, una ‘isla virgen’, tierra poco poblada, claro, pero los misantecos radicaban en ella desde hace mucho tiempo, era una situación muy complicada”.

Los franceses vinieron a instalarse en una tierra que no conocían muy bien donde el sentido de la propiedad era muy distinto al de su región de origen, Champlitte, abundó, “llegaron a una tierra donde había poderosos ganaderos e indígenas que cultivaban su maíz y vainilla, acostumbrados a vivir en tierras que les pertenecían sin tener un concepto de propiedad como en Europa; la propiedad va a ser un problema muy difícil”.

Posteriormente la situación para el fundador cambió debido al mismo régimen de propiedad vigente en México, “el problema es que Guénot no se había naturalizado cuando compró las tierras, entonces como ciudadano extranjero no podía comprar la tierra a menos de cuatro leguas de la costa, utilizó un prestanombres y al no fructificar su proyecto fue expulsado de la misma colonia.

”Una vez expulsado los colonos tuvieron que luchar mucho y fueron ayudados por los indígenas, quienes les enseñaron cómo cultivar el maíz, que no se cultivaba en Francia, y el cultivo de la vainilla, que después será la mayor riqueza de San Rafael.”

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