La contaminación lumínica modifica el comportamiento de los crustáceos

Centro de la ciudad de Sidney, un ejemplo de polución lumínica sobre ecosistemas costeros. / Sinc


Un equipo de investigadores del Laboratorio de Biología Marina (LBM) de la Universidad de Sevilla, en colaboración con el Australian Museum de Sídney, han demostrado los efectos que produce la contaminación lumínica en la fauna microscópica marina. Según sus conclusiones, estos seres vivos modifican su comportamiento y procesos de migración con la luz artificial, lo que repercute en el ecosistema.

Estudios anteriores se ha centrado en especies superiores como las tortugas marinas o las aves, que ven afectados sus procesos biológicos por las luces artificiales de la costa. Sin embargo, los expertos andaluces han determinado por primera vez la incidencia de la contaminación lumínica en fauna de menor tamaño.

En concreto, han analizado los anfípodos. Se trata de diminutos crustáceos que actúan como bioindicadores de la calidad de las aguas, ya que resultan muy sensibles a cambios en su hábitat. Asimismo, se sitúan en la base de la cadena trófica, porque sirven de alimento para pulpos, sepias, peces o corales.

De ahí que, cualquier cambio en su desarrollo incida en el ecosistema. “En el caso de las modificaciones en la luz, ésta guía procesos de los organismos marinos de aguas poco profundas. Los ciclos naturales de día y noche constituyen un importante factor para regular cuándo tienen que salir a la superficie o cuándo migrar. Usualmente se mantienen en zonas profundas durante el día y emergen por la noche para evitar a los depredadores”, explica el investigador de la Universidad de Sevilla responsable del estudio, Carlos Navarro.

Sin embargo, en entornos costeros iluminados de forma artificial, por ejemplo los paseos marítimos ¿cómo aciertan estas especies a distinguir el día de la noche? En un estudio publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, los expertos constatan estas modificaciones de las rutinas en los anfípodos e incluso en la cantidad de ejemplares en zonas cercanas a las fuentes luminosas.

“La luz artificial modifica de forma significativa el comportamiento y la distribución de estas especies y estos cambios pueden tener un impacto en el ecosistema completo”, advierte el investigador.

Su incidencia en otros aspectos del entorno guarda relación con su papel como alimento para predadores como peces o corales. “La luz atrae a los anfípodos, lo que hace que estén en más cantidad en zonas iluminadas y, así, se desajustan los niveles normales de biomasa en ciertos puntos ya que se concentran en otros”, explica.

Bombillas en la Gran Barrera de Coral

Los investigadores desarrollaron sus ensayos en Lizard Island, situada en la Gran Barrera de Coral australiana. Eligieron este enclave por estar alejado de la contaminación lumínica de cualquier núcleo urbano y porque estudios anteriores habían documentado la existencia de una amplia variedad de anfípodos.

Para medir la influencia de la luz, construyeron un dispositivo específico para cazar las especies: unas trampas con bombillas en su interior para atraer a los pequeños crustáceos. “Ideamos unas cajas de plástico transparente en las que abrimos unos agujeros donde situamos botellas de plástico que actuaban a modo de embudo. De esta forma, los anfípodos tenían fácil la entrada pero difícil la salida”, comenta.

En contenedores separados, los expertos situaron dos tipos de luz: bombillas LEDS y halógenas. “Debido a la diferente longitud de onda que emite cada una, queríamos comprobar si unas especies de anfípodos eran más sensibles a unas que a otras y hemos constatado diferencias. Por ejemplo, las bombillas LEDS atrajeron una mayor cantidad de organismos”, subraya.

Para completar sus experimentos de campo, los investigadores también realizaron mediciones lumínicas en un área urbana para comparar los datos. En este caso las aguas colindantes a Port Jackson, situado en la Sídney, un área con altos niveles de iluminación artificial.

A continuación, mediante un programa informático realizaron un análisis estadístico (PERMANOVA) para analizar diferencias en la estructura de la comunidad entre zonas con y sin iluminación artificial.

De esta forma, los investigadores identificaron 8 géneros distintos de anfípodos en la Gran Barrera de Coral. “Todos ellos se ven claramente afectados por los focos de luz artificial. Para poder establecer las medidas de conservación necesarias, primero hemos de conocer los efectos de la incidencia de la contaminación lumínica en el ecosistema marino”, apostilla.

Referencia bibliográfica:

Navarro-Barranco C, Hughes LE. ‘Effects of light pollution on the emergent fauna of shallow marine ecosystems: Amphipods as a case study’. Marine Pollution Bulletin. 2015 May 15;

(Fundación Descubre)

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