Barcelona, 10 jun (EFE).- Muchos niños y adolescentes se mueven por internet «sin cinturón de seguridad», ya que los controles parentales de los ordenadores domésticos son insuficientes para alejarles de los riesgos de internet, avisan los expertos policiales Oliver Tauste y Pere Cervantes en su libro manual «Tranki pap@s».
La brecha que separa a los más jóvenes, nativos digitales, de sus progenitores (habitualmente de «cerebro analógico») sigue creciendo, lo que genera que muchos chicos, cada vez a edades más tempranas, se muevan libremente navegando o en las redes sociales, en el ordenador de casa, a través de un «smartphone o una tableta, expuestos a los peligros de «la otra cara de Internet».
En «Tranki pap@s» (Oniro), el policía nacional español, Oliver Tauste, y el funcionario del Ministerio del Interior Pere Cervantes, que han participado y coordinado operaciones contra la corrupción de menores en internet, ofrecen un manual de consejos para padres para evitar que los menores acaben siendo víctimas de abusos en internet.
«Ignorar el mundo virtual de sus hijos o dejarlo en manos del azar es el mayor de los riesgos, por ello abogamos por el «edúcate para educar», remarca Cervantes.
El libro tiene como eje argumental las dudas ante el mundo digital de Jacinto, un padre ficticio de una adolescente de 13 años, que sirven de ejemplo de estas cuestiones en el ámbito familiar.
Los autores explican que los mayores riesgos para los menores en internet son los denominados «ing»: el «Grooming» (acecho de un adulto o groomer a menores a través de Internet o teléfono móvil para conseguir un encuentro) o el «hacking» (la sustracción de contraseñas, claves o passwords de acceso a cuentas de e-mail y perfiles de redes sociales).
A estos hay que añadir el «Ciberbullying», el acoso producido entre menores mediante vejaciones o insultos utilizando las TIC, en lo que puede suponer un delito contra la integridad moral, y el «sexting», el envío de fotografías o vídeos de contenido sexual, especialmente por telefonía móvil.
Este último fenómeno, señala Tauste, no es propiamente un delito, pero hecho por menores puede dejarle en una situación vulnerable, ya que las imágenes pueden caer en manos de pederastas y «boylovers».
Según estos expertos, muchos padres no adoptan las medidas de prevención elementales. «Desconocen la realidad virtual de sus hijos, ignoran lo que hacen en Internet, por eso preguntamos a los padres: «¿sabes o crees que sabes lo que hacen tus hijos en la Red?», cuestiona Tauste.
El primer paso es que padres y educadores se «pongan al día urgentemente» con el mundo virtual y establezcan una serie de «normas de consenso», como que el ordenador esté en una zona común de la casa (para evitar el mal uso de las web cam) o gestionar el horario y uso de los smartphones (con conexión 3G o wifi).
«Todo ello junto a la principal de las herramientas: el diálogo entre padres e hijos» insiste Cervantes, mientras que Tauste remarca que los controles parentales son útiles si se utilizan adecuadamente y no como única vía, «ya que pueden ser eliminados o sencillamente los menores pueden conectarse desde otro equipo no controlado».
Los autores remarcan que la habilidad tecnológica es fundamental para el desarrollo personal y social de los niños, pero que nunca debe dejarse este aprendizaje en manos de los propios menores.
Hay riesgos que tienen que ser especialmente ponderados, como la utilización de las webcam, porque su mal uso pone en riesgo la indemnidad sexual del menor. «Más que limitar preferimos el uso del término gestionar, explicar los motivos de su restricción o de su alcance», afirma Cervantes.
Tauste afirma que vetar el acceso de los menores a internet y a una red social puede suponer actualmente su «aislamiento social», por lo que es complicado determinar cuándo deben comenzar esta herramienta esencial en la actual sociedad.
«La edad de iniciarse en las redes sociales, de compartir su información y la de otros, dependerá de las circunstancias de cada menor, de su grado de responsabilidad y madurez», remarca Tauste.
No obstante, son pocos los chicos que frente un problema en la red se acercan a sus padres, porque dudan de sus conocimientos tecnológicos. Si finalmente se deciden, las familias suelen acudir a los Grupos de Investigación Tecnológica de la Policía.
«El paso por una comisaría no debe ser algo traumático, sino una oportunidad para que padres e hijos reflexionen y aprendan sobre los riesgos de Internet y comiencen una nueva etapa», añade Tauste.

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