Deshielo en Groenlandia


Manuel Martínez Morales

Por qué será que tu cantar

a lo lejos se escucha

con un eco de pregonar

de un ritmo de tambores,

A lo lejos se oye una cumbia

a lo lejos se escucha tu cantar…

Mi cantar, Gloria Trevi con los Ángeles azules

 

Bailando al ritmo de la cumbia, que en esos momentos se escucha al interior del bar-mezcalería «Las Glorias de Poncho el Sabio», hace su aparición Mané y dirigiéndose al profe Malacates quien en ese instante se encaminaba al mingitorio, lo interroga: ¿Quo vadis, profe?

Éste, en su ilimitada sabiduría, conociendo el significado de la pregunta responde: «voy a cambiarle el agua a las aceitunas».

Los demás parroquianos, ilustres en su falta de ignorancia y poniendo cara de ¿what?, se dirigen a Mané preguntando por el significado de la pregunta.

Con aire doctoral, Mané extrae de su memoria algunas frases de Wikipedia para responder que la frase «quo vadis» está vinculada a una tradición cristiana que gira en torno a San Pedro. De acuerdo con los Hechos de Pedro, el Emperador Nerón en el año 64 comenzó una persecución contra los cristianos. Temeroso de que algo malo le pudiera suceder, Pedro escapa de Roma, pero en el camino se encuentra con Jesucristo  que iba cargando una cruz. Pedro, al verlo, le pregunta: «Quo vadis Domine» (¿Adónde vas, Señor?) a lo que Cristo contesta: «Romam vado iterum crucifig» (Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo).

Pedro, avergonzado de su actitud, vuelve a Roma  a continuar su ministerio, siendo posteriormente martirizado y crucificado cabeza abajo.

-No manches Mané- interviene  Chon Tepochas, eso no fue así y como yo también conozco de esas cosas lo que en verdad sucedió fue lo siguiente: Después de que Jesucristo fue crucificado y sepultado pusieron a un grupo de centuriones a vigilar los alrededores de la tumba (una cueva con la entrada tapada con rocas) por si las dudas, no fuera ser verdad lo de la resurrección y Jesús escapara por un túnel como el Chapo. Y cuál no sería la sorpresa de estos custodios cuando al tercer día milagrosamente se abre la cueva y El Señor sale elevándose hacia el helicóptero que ya lo esperaba a cierta distancia del suelo.  Uno de los centuriones, intentando detener el vuelo de Jesús se le cuelga de las piernas y se eleva junto con él.

A medida que suben, el centurión siente miedo y pregunta: «Quo vadis Domine»; a lo que el Señor responde: «Yo, a ver a mi padre». «¿Y yo?» pregunta angustiado el centurión. «Tú, ¡a chingar a tu madre!», responde Jesús, al tiempo que mediante una patada se lo sacude.

-No niegas la cruz de tu parroquia, mi estimado Chon- revira Mané; mi pregunta a Malacates tenía el propósito de despertar en todos ustedes una reflexión más amplia acerca de a dónde vamos todos, en colectivo, como humanidad, como una más de las especies que habitan este planeta en riesgo.

-¿En riesgo de qué?

-Pues de que desaparezca la vida en todas sus formas, tal vez no el año próximo, pero más rápido de lo que podría esperarse si dejáramos que todas las especies que habitan el planeta coevolucionaran siguiendo su historia natural, y quienes formamos parte de la especie humana dejáramos de actuar irracionalmente, interfiriendo peligrosamente con esta historia natural, en pos de un supuesto progreso que  acarrea devastación y muerte.

Aunque los efectos de estas acciones no muestran sus consecuencias inmediatamente, muchos científicos se han dado a la tarea de tratar de predecir lo que nos espera de seguir haciéndole al San Pedro. Lo malo es que no hay salida, no tenemos otra casa que este planeta.

Por ejemplo, consideren el caso del calentamiento global que es una amenaza como la que Nerón lanzó sobre Roma.

Un grupo de científicos, que inició estudios desde 2009 en Groenlandia a bordo del barco de Greenpeace Arctic Sunrise, han comprobado que la velocidad de deshielo de algunos de los glaciares del sudeste y oeste de la isla aumenta a un ritmo sin precedentes.

Mientras que la mayoría de glaciares avanza hacia el mar a razón de unos 50 metros al año, el de Helheim lo hace a 30 metros diarios. El equipo de glaciólogos que trabaja en el buque de Greenpeace, encabezado por el doctor Gordon Hamilton de la Universidad de Maine, baraja diferentes causas que pueden estar contribuyendo a este derretimiento. Además del aumento de las temperaturas, una de ellas es la presencia de aguas cálidas subtropicales en el fiordo de Sermilikad.

Hay que tener en cuenta que mientras que el deshielo de las plataformas heladas marinas no contribuye al aumento del nivel del mar, la fusión del hielo terrestre y el desprendimiento de icebergs del glaciar al mar sí que aumenta su nivel.

Para Greenpeace estos datos son más que preocupantes. «Para evitar que las temperaturas aumenten más de dos grados y pongamos en riesgo el deshielo del Ártico, hay que reducir un 40% las emisiones de los países desarrollados» ha declarado Aida Vila, responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de Greenpeace que ha formado parte de la expedición.

Estos datos han sido actualizados recientemente por investigadores de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (Nasa, por sus siglas en inglés). Uno de los proyectos en los que la participación de la Nasa es fundamental, es el que consiste en vigilar el tamaño de las capas de las regiones polares del planeta.

Ese trabajo, según explican  investigadores de la Nasa, es similar al de los trabajadores que metían canarios a las minas de carbón para detectar el peligro cuando las aves dejaban de cantar. Para la agencia espacial, el canario es Groenlandia, que ha ido presentando a lo largo de decenas de años derretimiento en sus capas gruesas de hielo.

«Las capas de hielo de Groenlandia son los canarios de la Tierra; cuando se habla de calentamiento global las regiones polares son unas de las partes más sensibles al calentamiento. Por eso, lo que pasa en lugares como Groenlandia, el resto del Ártico y Antártida, son advertencias de lo que le espera al resto del planeta», detalla Luis Ramírez, uno de los científicos participantes en el estudio.

Según datos de la Nasa, Groenlandia tiene más territorio cubierto de hielo que cualquier lugar del planeta, sólo superado por la Antártida. No obstante, si el hielo se derrite, el nivel de los mares aumentaría más de siete metros, lo que sería suficiente para poner bajo el agua un importante territorio.

Aunque el derretimiento total de Groenlandia puede tomar siglos, las capas de hielo de Groenlandia que se derriten equivalen aproximadamente a 250 gigatoneladas de agua cada año, es decir, 250 grandes bloques de hielo de un kilómetro de largo.

El hielo que se derrite también puede cambiar patrones de circulación en el mar y en la atmósfera, y afectar incluso a población que no vive cerca de las costas.

Por esta razón, la Nasa observa las capas de hielo a través del estudio del cálculo de los cambios que se han presentado para saber por qué, cómo y qué tan rápido sucede.

-¡Ay wey!- exclama Sidonio, y ¿cuándo nos llegará el agua al cuello a nosotros?

-Tal vez en algunas decenas o centenas de años, no estoy seguro- replica Mané, pero todavía estamos a tiempo de descolgarnos de esta catástrofe y no nos ocurra lo que al centurión de la historieta del Chon: qué nos vayamos todos a la chingada -con todo y canarios, manatíes, lombrices, orquídeas y demás seres vivos- y no exista nadie que alcance a ver al padre que está en los cielos.

El Profe Malacates, al ver que Sidonio se dirige  a la salida del bar le pregunta: «Quo vadis Domine»; a lo que éste responde: «Yo, a ver a mi vieja que ya me está llamando por el celular, y ustedes, ¡a chingarse con el calentamiento global!»

-Sirve las otras Malaquías- que prefiero ahogarme en alcohol para no pensar en ahogarme cuando las consecuencias el calentamiento global nos alcancen, remata el Chon.

¡Y que siga la cumbia!

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