Miguel Léon Portilla

Miguel Léon Portilla


La intensa vida académica y los descubrimientos científicos y tecnológicos generados en las universidades deben ser dados a conocer, de ahí la importancia de contar con órganos informativos que hagan la crónica institucional, expresó el filósofo e historiador Miguel León Portilla, en entrevista con el Semanario de la UAM.

 

“Las revistas universitarias y los órganos informativos cumplen la importante labor de informar y al hablarnos del acontecer universitario, nos acercan a todos y contribuyen en gran medida a crear comunidad”, declaró el autor de La Visión de los vencidos.

 

Sobre la evolución de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en el contexto de la educación superior nacional explicó que la existencia de la Casa abierta al tiempo ha sido magnífica y, no obstante las crisis recurrentes como la actual, las universidades nunca debieran ser sacrificadas en sus presupuestos “porque son la base del desarrollo de México. Si no tenemos educación superior, el país se hunde”.

 

México requiere de muchas otras instituciones similares a la UAM porque miles de jóvenes se quedan cada año sin acceder a estudios superiores; no hay suficientes plazas y esto no debiera ocurrir, pues es en las universidades donde se prepara a quienes en el futuro dirigirán al país.

 

El investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México opinó que la reforma educativa emprendida por el gobierno federal pudo llevarse a cabo “de manera más tranquila”, argumentando que en las más de seis décadas de vivir en el mundo académico, “he visto mucho y creo que el camino no es la imposición, sino la persuasión”. A la gente “no le gusta que le impongan nada… ojalá que este problema se solucione pronto porque, aunque se dice lo contrario, sí se está retrocediendo en la educación y se está llegando a proporciones terribles”.

 

En los cuadros del magisterio hay gente muy capaz, pero también quien no está actualizada y no quiere hacerlo. A quienes están en esta situación hay que dejarlos porque no cambiarán y seguirán dando problemas; en cambio, “a toda la gente nueva hay que aplicarle exámenes” para garantizar que “sólo entren aquellos que estén preparados y tengan el cariño por la profesión de profesor”.

 

Al reflexionar en torno a los problemas de corrupción y violencia que aquejan a México, el autor de El reverso de la conquista. Relaciones aztecas, mayas e incas consideró que todas las naciones de la Tierra tienen momentos difíciles, ya sea por una guerra, una revolución o una crisis económica, pero “a nosotros se nos han juntado las tres cosas” y ¿qué puede hacerse?

 

“No podemos hacer que de un día para otro alguien diga ya no soy corrupto, ¿verdad? Tiene que haber una tabla de valores; antes era la religión, pero ahora la pobre está como la muñeca fea. Y no vamos a decir no robes, porque dice el santo padre que no robes ¿verdad?”.

 

En esa tabla, la dignidad es de gran importancia. “Yo nunca me he robado nada en mi vida porque a mí me enseñaron a tener la cara limpia y puedo decir a mis hijos que nunca he robado y que nunca he ofendido a mi país y eso me causa una profunda alegría”.

 

Y esto tiene que ver también con la educación. A un niño hay que enseñarle a entender que debe tener “la cara limpia” y el orgullo de que nadie pueda decirle que “es hijo de un sinvergüenza o que va encaminado a ser un zángano o un corrupto.

 

La situación de violencia, corrupción e inseguridad que vive México debe cambiar porque “es un gran país que tiene una historia extraordinaria y un legado cultural notabilísimo”.

 

Flor y canto

Al recordar su texto Flor y canto resaltó que se trata de encontrar “otra manera de percibir la realidad”; la expresión de la lengua náhuatl –in xóchitl in cuícatl– refiere “una manera de encaminarse a percibir lo bello, lo hermoso que hay en la realidad.

 

“Nosotros a veces estamos quejándonos todo el tiempo y por ello estamos lejísimos de flor y canto”. En todo es posible encontrar la flor y el canto. El gran historiador Joaquín García Icazbalceta tenía como lema en su exlibris: “la virtud se perfecciona”. Esto quería decir que “puedo ver aun en la enfermedad.

 

“Estamos inmersos en el universo de flor y canto, en el universo de la belleza; si la encontramos en cada momento cambia nuestra vida y entonces tenemos un valor en el que se puede fundarse nuestro rechazo a la corrupción, la pereza y la violencia. Tenemos que hallar una escala de valores, entre ellos la dignidad, para sustentar una visión del mundo que haga a nuestro país encontrar su camino”.

 

Incalli Ixcahuicopa

El doctor León Portilla rememoró su encuentro con la UAM y relató que el doctor Pedro Ramírez Vázquez, primer rector general de la institución, le preguntó sobre el concepto del tiempo en la cultura náhuatl. “Respondí que significa lo que va dejando el tiempo: el tiempo va dejando un sedimento, es decir, lo que he vivido ha hecho de mí, me ha cambiado, ya no soy aquel muchacho ignorante, tengo una visión del mundo, tengo mis valores.

 

“¿Podría decirse que una institución tiene su tiempo? Claro que sí: su tiempo pasado, presente y futuro, y en náhuatl puede decirse Incalli Ixcahuicopa: La casa orientada al rostro del tiempo, a la significación del tiempo”.

 

Y va más allá: “también significa orientar tu vida en el pasado, tomar tu experiencia en el presente, entregarte a él y, como en un atalaya, contemplar tu futuro”.

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