Varamiento- grabado de José de Jesús Chan

Varamiento- grabado de José de Jesús Chan


Manuel Martínez Morales

Los varamientos son encallamientos de cetáceos en la arena de la playa o en la orilla del mar. Esta situación es a menudo fatal para los cetáceos ya que pueden morir de deshidratación. También suele suceder que sus pulmones quedan aplastados debido al gran peso de estos animales en tierra firme.

-¿Será tal vez, Mané, porque te sientes varado junto a tus semejantes en estas playas de asfalto que parecen tan alejadas de la mano de Dios la razón de tu indomable melancolía?

-Puede ser, Sidonio, pero lo cierto es que he visto un grupo de sirenas varadas en las playas de Alvarado; tendidas en la arena bajo un cielo nublado, estirando sus brazos como esperando que alguien las rescate. Y esa visión acentúa mi tristeza pues, como bien dices, veo reflejado este sentimiento colectivo que nos agobia: sentirnos varados, aplastados en estas playas de asfalto siempre cercanos a la temible oscuridad de alguna fosa clandestina.

Y así como no se sabe bien a bien por qué ocurre el varamiento en masa de  cetáceos o sirenas, no sé a ciencia cierta de donde proviene este sentimiento, parecido al de esas criaturas que a su llegada a tierra, a las playas, no pueden regresar al mar ni valerse por sí mismas.

En ese breve espacio de tiempo entre el varamiento y la inevitable la muerte, es posible que  ballenas y  sirenas, al no poder valerse por sí mismas, además de mantener la esperanza de regresar al agua, imaginen que aún se desplazan por las profundas aguas oceánicas pletóricas de vida y de belleza, acompañadas en su navegar submarino por calamares, mantarrayas, coloridos peces y quien sabe que tantos otros individuos de las más variadas especies, teniendo como fondo el abisal paisaje marino.

Resulta interesante saber que los científicos, hasta el momento, no han podido encontrar la causa de los varamientos masivos, aunque se manejan algunas hipótesis al respecto, como las siguientes:

  1. Cualquier alteración en el campo magnético de la Tierra afectaría directamente a su sentido de la orientación, impidiéndoselo, y acabar varadas.
  2. Los varamientos podrían ocurrir porque un mismo grupo enferma y las corrientes arrastran los cadáveres hasta las playas (en el caso de que todos aparezcan a muertos y se verifique que ha sido por enfermedad, es totalmente plausible pero no suele ser así).
  3. Puede ocurrir que, en busca de comida, se acerquen demasiado a zonas someras y sencillamente no puedan regresar a mar abierto y queden atrapados.
  4. La hipótesis más barajada es la que afecta a su sentido de la ecolocalización. Una infección en los oídos o en el cerebro de estos animales, contaminaciones acústicas y los sonares militares hacen que se produzcan fallos en su emisión y recepción de señales, provocando desorientación.

Todas estas hipótesis pueden ser perfectamente válidas y no siempre ocurre un varamiento por un único motivo, el problema es que es muy difícil comprobar alguna de ellas.

-Pero no le hagas al tío Lolo, Mané, ¿a poco el que nosotros estemos varados en estas playas de asfalto, jodidos, se explica por variaciones en el campo magnético o por la dizque ecolocalización?

Esas jaladas déjaselas al Secretario de Educación o al de Gobernación, quienes en su afán por imponer a sangre y fuego las reformas ordenadas por los amos del imperio –sus verdaderos patrones- no escatiman argumentos pendejos con los que intentan justificar su política autoritaria y represiva, presentando increíbles “verdades históricas” ante la opinión pública.

-Mira Sidonio, precisamente para no acabar aplastado por mi propio peso ni ahogado fuera del agua es que, cual las sirenas varadas, extiendo mis brazos con la esperanza que alguien acuda en mi rescate, en nuestro rescate, y presumo será solamente el pueblo, nuestro pueblo, quien acuda -extendiendo sus manos morenas y endurecidas por el trabajo-  en nuestro auxilio.

Este sufrido pueblo que aún teniendo solamente un  mendrugo de pan para apagar un poco su hambre, es capaz de ofrecerlo al otro que más lo necesita: al migrante que, cual sirena errante, varado en un interminable e incierto viaje extiende sus brazos en busca de la mano amiga que le evite morir aplastado por La Bestia.

Tal vez no son muchos quienes lo perciben, pero el pueblo, constituyéndose en masa consciente e indomable, ya marcha para auxiliar a quienes, de un modo u otro, seguimos varados en este sistema que nos humilla y aplasta.

En tanto, en ese breve espacio de tiempo entre el varamiento y la inevitable muerte o el rescate, al no poder valerme por mí mismo -al igual que  manatíes y  ballenas-  intento mantener la esperanza de sobrevivir en compañía de alguna sirenita para llevarla al mar virtual que le tengo preparado. En mi lavabo podrá navegar a sus anchas.

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