Rodrigo Reyes, Adrián Lozano, Tomás Cantú, Ángel Calvo y Luis Enrique Salazar, Olimpiada Internacional de Robótica, Doha 2015

Rodrigo Reyes, Adrián Lozano, Tomás Cantú, Ángel Calvo y Luis Enrique Salazar, Olimpiada Internacional de Robótica, Doha 2015


Por Tania Robles

México, DF. octubre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Cinco estudiantes mexicanos buscan conquistar la Olimpiada Internacional de Robótica en Doha, Qatar. Con tan solo 12 y 13 años de edad, se perfilan a la gran competencia para enfrentarse a más de 100 equipos de todo el mundo; estos pequeños amantes de la tecnología están listos para representar al país y romper el récord mexicano.

Pero para ir necesitan primero recopilar fondos para pagar el viaje, lo cual hacen desde hace algunas semanas, pues este viaje costará aproximadamente 300 mil pesos.

Ángel, Luis, Adrián, Tomás y Rodrigo buscan poner en alto a México y sus niños, ya que tienen la posibilidad de participar como dos de los tres equipos seleccionados para participar en la World Robot Olympiad (WRO) el próximo 6, 7 y 8 de noviembre.

Se trata de una competencia de Lego en donde los equipos conformados por estos pequeños inventores construyen sus robots para cumplir con ciertos retos que se les presentan durante las competencias. «Esto es en una mesa que tiene coordenadas, y se trata de encontrar los cubos de colores Lego que colocan en distintos puntos de la pista, en cada ronda los cambian. Tienes que programar tu robot, nos dan tiempo para armarlo y modificarlo; luego, tenemos tres rondas para obtener un máximo puntaje en menor tiempo», indicó Tomás Cantú.

La competencia se dividió en tres etapas, cada país realizó primero sus concursos regionales, para esto, ocho equipos de cada región son enviados al nacional. En el nacional, los tres primeros lugares obtienen el pase a la competencia internacional World Robot Olympiad.

Ambos equipos, RobotiX Starbreakers con su robot HA-CE-VE y RobotiX Treasure Explorers con su ejemplar apodado Batman, se encuentran participando en la categoría Regular Secundaria, cuyo reto es llamado Treasure Hunt.

Cada año cambia el reto, esta vez se trata de pretender que los robots están buscando un tesoro, tiene que leer coordenadas y encontrar el tesoro o cubo que está en algún punto del terreno. Las coordenadas del tesoro y de la mesa del reto están dadas por colores especificados en una retícula en la misma mesa. Algunos precisan los colores que dará cada una de las columnas y otros las filas. Los últimos dos colores indicarán el lugar en el que se encuentra el tesoro y que debe ser ubicado por el robot previamente programado.

«Los primeros cuatro colores indican el eje de las x o las filas, y los siguientes cuatro indican el eje de las y o columnas. Los últimos dos colores indican la coordenada del primer cubo que debes buscar», describió Ángel Calvo.

Programación y diseño

frase tomas cantu02Los robots están diseñados por cada uno de los equipos, es decir, su forma y técnica utilizada para cumplir con el reto, es libre; sin embargo, las medidas de estos no deberán sobrepasar los 25 centímetros de largo, ancho y altura. Los distintos equipos solo tienen en común el centro de cerebro de cada uno, el cual es programado por los concursantes.

En la competencia se impone una combinación sorpresa de colores por parte de la WRO para ubicar las coordenadas y así poder programar el robot dentro de los 150 minutos que se le otorga a los jóvenes para poder introducir los algoritmos y construir el mecanismo de su robot. “Al comenzar la competencia, tu robot ya debe de ser capaz de identificar los colores y saber cuál es cuál, el robot es totalmente autónomo”, aclaró Tomás Cantú.

En las competencias nacional e internacional se implementan reglas sorpresa y extra, los participantes deberán de lograr programar su robot y cumplir con este nuevo desafío, explicó Cantú.

También, dentro de estos retos sorpresa existen cubos negativos dentro del reto, ocultos en la mesa de la competencia y que ocasiona que si alguno de los robots llega a moverlo, los concursantes que hayan cometido la falta perderán 50 puntos.

Los retos deben cumplirse en máximo dos minutos, de lo contrario serán descalificados. Algunos de los motivos para que esto suceda podría ser un gran pesaje del robot o también un fallo en la programación de los seguidores, encargados de que los pequeños robots se muevan siguiendo las líneas marcadas en la mesa. «Los seguidores se hacen utilizando los sensores de color, lo que estos hacen es buscar siempre un balance entre el negro de las líneas y el blanco de la mesa para que vaya en dirección recta», explicó Luis Salazar.

Para esto, cuentan con cuatro sensores que permiten reconocer los colores en la mesa; los pequeños ingenieros programan sus robots de tal manera que el robot pueda detectar los rangos del color indicado y la luz que estos reflejan y entonces así reconocer cada uno.

Estos pequeños ingenieros se encuentran recaudando fondos a través de la plataforma de Fondeadora para poder participar en la WRO en Doha, Qatar. Apóyalos aquí.

Actualmente se encuentran entrenando casi 30 horas a la semana para lograr enfrentar de manera satisfactoria los retos sorpresa que se les presentarán en Doha, Qatar, además de continuar con sus actividades diarias. Algunos de los retos sorpresa introducidos en el mundial, podrían ser la adición de un par de coordenadas más al reto, así como la introducción del color café —un color confuso para los robots pues se podrían confundir con rojo y negro— en los cubos que se utilizan.

«Lo más difícil es la presión que tenemos en ese momento, en el reto sorpresa cuando debes cambiar las cosas y no sabes si te van a salir correctamente. Otro punto difícil es cuando no haces bien las cosas y debes de aceptarlo y cambiarlo, aprender qué es lo que está funcionando mal y a qué grado, es difícil saberlo antes de la competencia», coincidieron.

Estos brillantes estudiantes de robótica, aseguran que entre los países con los equipos más competentes a los que se enfrentarán se encuentra Indonesia, Rusia, Taiwán y Alemania, aunque esperan obtener los mejores resultados personales y para el país.

Tomás Cantú tiene cuatro años estudiando robótica. A sus 13 años, ha participado en varias competencias entre las que destacan tres nacionales y la selección para representar a México en este mundial. Sabe programar en los lenguajes de programación C++ y Lego EV3. «Me gusta tocar el violín, los deportes y aprender cosas nuevas que parecen extrañas. Por ejemplo, cosas de ciencia que no son comunes que la gente sepa, me gusta ver videos, aprender o leer artículos de cosas nuevas. Siempre he sido así, siempre he tenido emoción por aprender más».

Rodrigo Reyes de tan solo 13 años lleva ya siete años en la robótica. A los 10 años fue seleccionado para participar en los RobotiX Teams y ahora se desempeña como el programador del equipo, es el encargado de elaborar los algoritmos para los robots en colaboración de sus compañeros. «En 50 años tendré mi propia empresa y habré inventando cosas interesantes como motos voladoras o algo así, será una empresa que innove en tecnología».

Adrián Lozano es un aficionado de la tecnología, la música, los idiomas, el dibujo y el cubo Rubik. Ha participado en 13 competencias, incluidas cuatro nacionales. Comenzó a estudiar robótica cuando tenía seis años. «Todos somos diferentes, a algunos niños les gusta el futbol y a otros nos gusta la robótica, muchos piensan que la robótica son solo robots que te ayudan a hacer tareas, pero los robots no solo son eso, también sirven para ayudar a la gente en diferentes situaciones».

Luis Enrique Salazar pretende continuar en las competencias de robótica, tecnología que disfruta pues le da la capacidad de darle vida a sus creaciones y pensamientos, crear soluciones y programar, uno de sus grandes gustos. Conoce y disfruta programar en C, C++, C# y un poco de Phyton. Tiene 13 años, pero desde los cinco años su papá incentivó ese gusto. Ha participado en competencias de First Lego League (FLL). “No estoy tan seguro de qué voy a estudiar en la universidad, a lo mejor ingeniería en mecatrónica, podría ser en Stanford. Mi papá está orgulloso de mí y esperaba que llegáramos hasta aquí, él nos ha apoyado mucho”.

Ángel Calvo ha participado en cinco competencias e ingresó a la escuela de robótica cuando tenía seis años. Otro de sus gustos favoritos es el ajedrez, actividad en la que pretende mejorar pues también busca representar a México en esta área. «También me gusta el futbol y la escuela. Quisiera estudiar ingeniería mecatrónica, físico matemáticas o arquitectura, aún no decido dónde. En el equipo yo me dedico más a la mecánica, a hacer que el robot pese menos o que utilice correctamente sus partes».

 

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