El “hombre pájaro”, como los medios lo llamaron, o “jetman”, como se autoproclamó, logró el sueño de muchos a lo largo de la historia de la humanidad: Volar con sus propias alas.
Su primer vuelo exitoso se dió el 24 de junio de 2004, cerca de Ginebra, Suiza. A las 7:30 pm, el avión Pilatus lo elevó hasta los 4,000 metros, sobre el aeródromo de Yverdon, de donde se lanzó.
Ese día, Yves se deslizó por unos segundos antes de tirar de la pequeña palanca que controla la apertura de sus alas, y a 2500 metros de altitud, encendió los motores y esperó 30 segundos para que se estabilizaran; en cuanto estuvieron firmes y pudo acelerarlos, el sueño se hace realidad: El hombre empezó a volar con sus propias alas.
Dese ahí dirigió un vuelo horizontal a 1600 metros del suelo, durante más de 4 minutos, a una velocidad de 100 nudos (115 mph) y en formación con el avión Pilatus.
Y un poco por diversión, gestiona también encender los productores de humo que dejan un agradable sendero detrás de él.
Volar sobre el Canal de la Mancha
Su gran hazaña, volar sobre el Canal de la Mancha Yves Rossy lo hizo el el 26 de septiembre del 2008.
Ese recorrido lo tenía previsto para el 24 de septiembre de 2008, sin embargo a causa de las malas condiciones atmosféricas en la zona de Dover, que impedían aterrizar con seguridad, lo pospuso para realizarlo finalmente el 26 de septiembre de a las 14:19, Yves Rossy sobrevoló con éxito el Canal de la Mancha en alrededor 10 minutos, tras haber saltado desde el avión Pilatus que lo elevó a 2.700 metros para poder saltar en caída libre a 300 km/h y estabilizar el vuelo a unos 190 km/h con dirección a la costa inglesa, hacia Dover. Gastó 32 litros de queroseno para atravesar los 37 km que separan Calais y Dover. El combustible era el justo para los cálculos que estimaban que tardaría unos 13 minutos.
Las alas de Yves Rossy
Yves Rossy, nació el 27 de agosto de 1959 en Suiza, y es aviador, ingeniero e inventor, y con su equipo se volvió pionero de la aviación monoplaza, al ser el primero en construir con éxito y volar con unas alas a reacción sujetas a la espalda, toda vez que los intentos de este tipo provienen desde la Segunda Guerra Mundial, cuando se buscó construir los cinturones cohete o jetpacks.
El equipo de Yves Rossy es el primero que permite vuelos estables y prolongados con velocidades de hasta 300 km/h, aunque no cuenta con ningún tipo de sistema para despegar o aterrizar si no es ayudándose de una aeronave y de varios paracaídas.
Las alas tienen una envergadura de 2,4 metros, con un peso de 55 kilogramos incluyendo el combustible a tope en las 4 pequeñas turbinas a reacción que las impulsan, de la marca JetCat, situados bajo las alas, alineados a la perfección para evitar quemar a Rossy y para no provocar que éste pierda el control de las alas; son versiones de mayor tamaño que las implantadas en aeromodelismo y como combustible usan queroseno.
En 2002, Yves se puso en contacto con la empresa alemana JetCat, buscando la construcción del motor para su proyecto de vuelo con alas.
Yves viste un traje resistente al calor de un tejido similar al que usan los bomberos o los pilotos de automovilismo para protegerse.
Las alas de Rossy están fabricadas en fibra de carbono y se pliegan gracias a un sistema de bisagras colocadas en el punto medio de cada ala, para así subirlas al avión desde el que Yves saltará, por lo regular un Pilatus Porter, para desplegarlas mientras va en caída libre, volar después en posición horizontal y aterrizar usando un paracaídas.
Rossy es la primera persona en ganar altitud y mantener un vuelo horizontal estable gracias a sus alas a reacción, controlado el vuelo usando sus manos y su cuerpo: básicamente gira a la derecha la cabeza para ir en esa dirección y viceversa; para ascender o descender usa la cabeza en conjunto con la espalda.
Rossy y sus patrocinadores se gastaron alrededor de $190,000 dólares estadounidenses para construir este complejo aparato.