Las mujeres se construyen a sí mismas concebidas como objetos preciosos, “no es un asunto que esté bien o mal, que Freud sea machista, es un problema que en la constitución heterosexual normal, entre comillas, confluye esto que entra como anillo al dedo en las relaciones exogámicas de circulación”, explicó la escritora argentina Elsa Drucaroff, en su ponencia “Otros logos. Entendiendo otras relaciones entre discursos, política y real” que presentó durante el Tercer Congreso Internacional de Investigaciones Literarias de la Universidad Veracruzana (UV).

En su participación la también investigadora de la Universidad de Buenos Aires, Argente, analizó, desde una perspectiva crítica, las categorizaciones que se hacen con respecto al uso del lenguaje en la teoría.

Por ejemplo, sostuvo que para hablar de lo femenino y lo masculino es necesario reflexionar más profundamente sobre las categorías utilizadas para definir estas órdenes.

“El orden de géneros patriacal y milenio ha permitido el surgimiento de este orden autónomo de clases que es el capitalismo”, sostuvo Drucaroff, quien es autora de varios libros de ensayo y poesía, y profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Argumentó que la asignación del poder no es una cuestión de género sino cultural, “el sexo es el sexo pero el modo en que se tienen hijos, el modo en que se reparte el poder alrededor del proceso es cultural, es social y es histórico”.

Dicha propuesta surge de la investigación de Gale Rubin, feminista norteamericana, quien sostiene que el género también se construye a partir de relaciones sociales de clase, “ella es la inventora de la separación entre sexo y género”, comentó la ponente.

“Rubin pone en relación las teorías de Lévi-Strauss, Freud y Marx para plantear que la producción de vida bajo el tabú del incesto y el régimen exogámico de la circulación de las mujeres, por el cual las mujeres circulan de clan en clan, no tiene fundamento biológico, es, en todo caso, resultado de la producción cultural e histórica.”

Drucaroff advirtió que “esto no es viejo; una familia rica y otra familia rica producen alianzas a partir de que sus muchachos se enamoran y se conocen, de alguna manera el padre sigue llevando a la novia al altar para ‘entregarla’ al otro hombre; casarse es una alianza entre familias básicamente, aunque se casen hoy por amor”.

De acuerdo con el estructuralismo de Lévi-Strauss, las mujeres circulan como bienes preciosos y escasos, como las que aparecen en las películas, dijo, “tal esquema necesita subjetivamente del triángulo edípico-freudiano porque si uno nace y pasa correctamente por ese triángulo constructor de los géneros femenino y masculino, los varones se construyen entendiendo y sintiendo a las mujeres como objetos escasos y preciosos pero no es un problema de que sean malos y machistas, es un problema que su inconsciente está construido así”.

Se hace necesario aplicar un término diferente que permita mostrar el movimiento, los productos, el proceso y la significación de valores, dijo; “yo propongo reemplazar la vieja ideología por orden de clases y orden de géneros; nosotros necesitamos un término nuevo que dé cuenta no solamente de los productos ya hechos sino del proceso en movimiento de toda la significación, y ésta no es sólo la relativa a definiciones tipo ‘H2O’, sino la significación de valoraciones porque ninguna definición nace sola. La definición nace junto con las nociones de ‘esto es bueno’, ‘esto es malo’, ‘esto es justo’, ‘esto es decente’, ‘esto es inmoral’, y ahí hay un conflicto y una lucha de las valoraciones”.

En relación con los conceptos de clase y orden, puntualizó que son autónomos y específicos, no obstante aparecen siempre en la organización social entrelazados unos con otros; “por ejemplo, el individuo de clase dominante con una billetera abultada va a demostrar su poder de explotación al prójimo no solamente explotando u ostentando las riquezas que consiguió con la plusvalía ajena, sino probablemente ostentando –ahora en el orden de los géneros– a una jovencita de 25 años como un objeto precioso que puede conseguir con su billetera, clase es que ostente el poder, género es que sea con un cuerpo de mujer y no con un perro de raza, por ejemplo”.

Drucaroff es autora de varios libros de ensayo y poesía, además de fungir como profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

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