Una colección de 150 piezas compone la nueva exposición temporal producida por el Museo de la Evolución Humana de Burgos, que cuenta con la colaboración de la empresa cosmética L’Oréal España.

La muestra, titulada La belleza: una búsqueda sin fin, permanecerá abierta hasta hasta enero de 2014 y abarca hitos principales de la historia de la belleza en el mundo.

Estas instituciones organizadoras han puesto en común sus investigaciones para dotar de contenido a esta muestra en la que se hace un recorrido científico y cultural sobre la belleza en las distintas épocas.

Entre las piezas que se pueden ver, destaca un brazalete de oro que un grupo de espeleólogos encontró en 2004 en la Sala del Caos del complejo kárstico de la Sierra de Atapuerca. Esta pulsera pertenece a la Edad del Bronce y se conoce como la ‘joya del Silo’.

Rodillo del Emperador, una colonia para Napoleón

También pueden contemplarse valiosas piezas de Museo de Historia de la Peluquería de Raffel Pagés y de Roger & Gallet, a cuya colección pertenece una curiosa botella que el perfumista Jean-Marie Farina diseñó para Napoleón, llamada el ‘rodillo del emperador’, con una forma cilíndrica y alargada que le permitía guardarla en sus botas.

Según Quionia Herrero, comisaria de la muestra, esta exposición sobre la belleza es “una invitación para reflexionar sobre la evolución de este concepto a lo largo del tiempo, acerca de las fórmulas y recursos técnicos que nuestra especie ha ideado para imitar la belleza de la naturaleza”.

Por su parte, Cristina Biurrun, directora científica de L’Oréal España, ha señalado que “no hay sociedad que no haya buscado la belleza, es una aspiración que es un referente cultural, una búsqueda ligada al reconocimiento, la autoestima, el bienestar, la aceptación de uno mismo”.

Transformación a través de las épocas

La muestra está dividida en varios ámbitos y abarca iconos singulares representativos a lo largo de la historia, desde los bifaces fabricados por el Homo ergaster, que evidencian la búsqueda de la belleza de nuestros primitivos ancestros, a los collares egipcios o las diademas romanas de la colección de Raffel Pagès, han indicado los organizadores.

Biurrum ha destacado también que las piezas expuestas revelan cómo el modelo de belleza se ha ido transformando en las diversas épocas y civilizaciones, como la egipcia, la griega o la romana, “donde estas mujeres llegaron a importar cabellos del norte de Europa para confeccionar elaboradas pelucas rubias, ya que admiraban el pelo de sus esclavas germanas”.

Diadema romana

Asimismo, la muestra dedica un espacio al uso de la cosmética y de pigmentos singulares utilizados en diferentes épocas y a los monumentales estilos de peinado de la época de Enrique IV.

En el siglo XIX llegó la primera agua de colonia, elaborada por Farina y precursor de la firma Roger & Gallet. A principios del siglo XX fue el químico francés Eugène Schueller el que inventó el primer tinte sintético del cabello que dio origen a la empresa L’Oréal, fundada por él, señala la compañía.

La firma cosmética explica también que los siglos XX y XXI han supuesto una transformación en la universalización de la belleza que se une también a la mejora de la salud física y de la propia imagen.

En opinión de la directora científica de L’Oréal España, la industria avanza en muchos campos, entre los que se encuentra la ingeniería de tejidos para evaluar en modelos de piel reconstruida la eficacia de los productos.

De hecho, la firma ha aportado a la exposición unos kits de piel reconstruida procedentes de su Centro de Evaluación Predictiva de L’Oréal en Lyon (Francia), que se utilizan para evaluar en  la seguridad y eficacia de los productos cosméticos y que también ha abierto un nuevo campo de investigación en el campo de las células madre adultas, explica Cristina Biurrun.

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