Sidonio pensó dos veces antes de entrar a la cantina, pues alcanzó a ver en una mesa a Mané, a Chon Tepochas y al profe Malacates, quienes siempre solían hacer chistes a sus costillas. Pero Sidonio Vital, ya que su sed era grande y haciendo honor a su apellido, transpuso la puerta y enfrentó a sus cuates.

-Quihubo Sidonio, ya te extrañábamos, pensamos que tu mal de Alsmaier había empeorado y que ya hasta se te había olvidado que te esperábamos.

-No jodan, mi memoria está mejor que nunca pero la verdad es que ustedes son re’ cábulas.

-No te enojes Sidonio, le dice Mané, es necesario que te cuides, pues es posible que estés perdiendo neuronas, o que sufras de “escotomas”.

-¿Chesco… qué?

-Échate un trago y deja que te explique pa’ que científicamente cobres algo de conciencia sobre tu mal.

-Fígurate, dice Mané, que lo más apasionante de la ciencia es que siempre es posible reconstruir el conocimiento, ya se trate de conceptos o de teorías acabadas, a partir de unos cuantos supuestos y hechos básicos. La enseñanza de las ciencias dentro del sistema escolar siempre fracasa en este punto pues se perpetúa en el ejercicio dogmático. Con esto quiero decir que se aborda el conocimiento científico como algo dado e invariable, cómo un objeto que ha sido ‘»descubierto'» y que es necesario explicar. Pero una explicación -la reconstrucción lógica e histórica del concepto o  la teoría- es algo más que una descripción estática.

     Se cree generalmente que el conocimiento científico avanza de lo desconocido a lo conocido como si se fuera recorriendo un territorio cuyas partes exploradas serían marcadas con la etiqueta ‘»ya conocido'» y las partes inexploradas conformarían ‘»lo desconocido'». Lo conocido va a parar a las vitrinas de los museos y a los libros de texto y, se supone, deja de tener interés para la ciencia. Se piensa en la ciencia como un proceso puramente acumulativo, como un gran almacén de conocimiento. Lo conocido está dentro y lo desconocido fuera del almacén.

    Para documentar tu ignorancia, Sidonio, debes leer el libro  Historias de la ciencia y el olvido,  de Oliver Sacks, que aborda precisamente temas de este tipo.

      El autor reseña varios casos de ‘»olvido'» en la ciencia, con los cuales ilustra los accidentados senderos por los que la ciencia en verdad se mueve.

     Refiere Sacks que durante su internado como estudiante de medicina le asignaron la tarea de hacerse cargo de pacientes con migraña. Algunos de éstos  mencionaban que asociadas al malestar se les presentaban cierto tipo de alucinaciones al cerrar los ojos. Decían ver formas geométricas específicas que describieron al médico con todo detalle. Cuando Sacks indagó con los especialistas y revisó la literatura especializada se encontró con no había registro de tales síntomas. Sin embargo, aparecieron otros pacientes que daban cuenta de las mismas ilusiones ópticas. Sacks indagó en archivos médicos y publicaciones del siglo XIX y, ¡oh sorpresa!, encontró un texto que daba cuenta del fenómeno y averiguó que un notable astrónomo, J.F. Herschel, padeció migraña y escribió sobre sus experiencias en un artículo titulado ‘»On sensorial vision'». El astrónomo ofrecía minuciosas y elaboradas descripciones de los fenómenos visuales y se aventuraba a especular sobre su posible naturaleza; pensando que existía una ‘»suerte de capacidad caleidoscópica'» del aparato sensorio, una fuerza generadora de la mente, de origen anterior a la percepción.

     Durante más de un siglo y medio estos fenómenos pasaron inadvertidos para los especialistas, literalmente no fueron percibidos por ellos, es decir fueron ‘»olvidados'» por la comunidad científica. El propio Sacks investigó a fondo el fenómeno alucinatorio y logró establecer una explicación neurofisiológica sobre el mismo. A partir de ésta y otras ‘»historias del olvido'», Sacks propone el uso del término ‘»escotoma'» para designar esta ceguera ante los hechos. El término ‘»escotoma'» (oscuridad, sombra), tal como lo emplean los neurólogos -dice Sacks-, denota una desconexión o un hiato en la percepción; una laguna en la conciencia producida por una lesión neurológica. Afirma que el olvido de las alucinaciones asociadas a la migraña fueron escotomizadas porque las neurociencias de la primera mitad del siglo XX no podían explicarlas; no hallaban acomodo en el paradigma vigente, constituían una anomalía en la ciencia, para usar los términos de Kuhn.  En el ámbito de la historia de la ciencia, escotoma designaría el fenómeno de relegar al desván del olvido aquello que no puede ser conceptualizado por la ciencia del momento.

El conocimiento científico se va conformando de memoria y olvido, como un fantástico queso gruyere en el cual las partes sólidas corresponden a la memoria y los espacios vacíos a los escotomas.

-Así también te pasa a tí, Sidonio, tu deteriorado cerebro está lleno de agujeros; pero no importa, con tal de que no se te olvide que hoy te toca pagar la cuenta.

     Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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