Combate al ébola, Guinea, noviembre de 2014- P Msellati, IRD

Combate al ébola, Guinea, noviembre de 2014- P Msellati, IRD


Casi dos años después de la declaración oficial de la epidemia de ébola en África occidental, el 23 de marzo de 2014, se contabilizaron aproximadamente 25,000 casos y más de 10 000 muertos. Pero la enfermedad hoy todavía sigue causando estragos en Guinea y Sierra Leona, donde el número de afectados sigue siendo muy alto

La epidemia no se ha terminado, advierte la ONU, institución que enfatiza que no acabará hasta que se realice un buen seguimiento a las “personas en contacto” con los enfermos detectados.

Además del desastre humano, los brotes de ébola tienen un costo social y económico, en particular para los enfermos y las personas que hayan tenido contacto con estos.

  • Un plan de acción rápida

Tras la confirmación, el 29 de agosto , del primer caso senegalés de ébola en un joven que llegó a Dakar desde Guinea, se desplegó con rapidez un dispositivo de “vigilancia comunitaria” sobre las 74 personas que habían tenido contacto con él. Estas “personas en contacto” fueron confinadas en su domicilio durante 21 días con un seguimiento dos veces al día para ver si aparecían síntomas. Por suerte, no se produjo transmisión secundaria gracias a una reacción rápida y probablemente a una pobre carga viral del enfermo: la epidemia se limitó a un único caso confirmado y, el 17 de octubre, se declaró oficialmente el fin del brote en Senegal.

No obstante, ¿cuáles han sido los efectos sociales de una crisis así? Para saberlo, los investigadores del proyecto EBSEN (Epidemia de ébola y producción social de la confianza en Senegal) llevaron a cabo una encuesta cualitativa a partir de observaciones y entrevistas en profundidad y reiteradas a las personas afectadas por la medida de vigilancia.

  • Una medida difícil de soportar

El dispositivo de vigilancia a domicilio fue eficaz, pero controvertido para la mayor parte de los 40 profesionales sanitarios implicados (paramédicos, empleados de la limpieza y seguridad…). Mal informados sobre el riesgo, en concreto sobre la ausencia de contagio antes de la aparición de síntomas, consideraron que la vigilancia comunitaria “sacrificaba” a su entorno, exponiéndolo a la contaminación en caso de infección probada. Como las otras personas mantenidas en sus casas, vivieron esta situación con angustia y en ocasiones ocultaron información a su entorno para que no cundiera el pánico ni fueran objeto de estigmatización. No obstante, la movilización del ministerio les tranquilizó. Además, la empatía del equipo de seguimiento, así como el dispositivo de ayuda psicológica telefónica, les permitió superar la prueba.

  • Un acompañamiento indispensable

Numerosas personas perdieron su fuente de ingresos durante el tiempo que pasaron bajo vigilancia y algunas no la recuperaron después. Esto alteró su vida diaria y sus hábitos alimentarios, y puso en cuestión proyectos a más largo plazo… Recibieron un apoyo material por parte de las autoridades, pero de forma tardía y limitada, y tuvieron la tentación a veces de salir de sus casas para satisfacer sus necesidades.

Estas observaciones revelan la necesidad de poner en marcha un acompañamiento psicosocial para las personas puestas bajo vigilancia comunitaria a fin de prevenir tensiones sociales en su barrio y favorecer su inserción profesional.

  • Reforzar la confianza

La percepción del riesgo y la confianza depositada en el dispositivo sanitario aplicado son esenciales, sobre todo por parte de los profesionales sanitarios, que están al mismo tiempo en primera línea e interactuando con la población. De hecho, un sentimiento de desconfianza, amplificado por los medios, puede tener efectos sociales devastadores alargando la epidemia, como sucedió en varios países del África occidental: negación, teorías variadas sobre el origen de la enfermedad, evitación de la atención médica…

En la lucha contra el ébola, el conjunto de intervenciones que debe aplicarse (aislamiento de los casos, investigación y vigilancia de las “personas en contacto”, controles sanitarios) choca con los derechos individuales, que deben ser respetados a fin de conseguir la adhesión de la población. A fin de comprender mejor los factores determinantes de esta confianza, estos trabajos abogan por un enfoque comunitario de la vigilancia –más que autoritario como en otros países fuera de Senegal–, aportando elementos al debate sobre la relación entre bioseguridad y derechos humanos.

http://es.ird.fr/ird.fr/la-mediateca/fichas-cientificas/480-ebola-el-acompanamiento-en-la-vigilancia-sanitaria

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