Trazando la raya

Trazando la raya


Introducción

El presente artículo es un breve análisis de carácter divulgativo sobre las absurdas propuestas del mercado new age en la Psicología y de sus riesgos inherentes, tales como la promoción del pensamiento mágico e irracional, el intrusismo profesional, el abuso terapéutico y la usurpación de actividades profesionales exclusivas de Psicólogos, Psiquiatras, Psicoterapeutas o Facilitadores del desarrollo humano por parte de sujetos ajenos a nuestras disciplinas sin la debida experiencia, formación científica e investigativa rigurosa.

La temática se explica desde una posición crítica y, espero que mientras realizas su lectura podamos alcanzar dos propósitos fundamentales, por un lado; sensibilizar mediante un tono directo y argumentativo a los usuarios y profesionales de los servicios de salud mental sobre los engaños del new age y simultáneamente defender a la Psicología como una disciplina científica que debe priorizar un enfoque basado en evidencias como alternativa al crecimiento de un mercado “alternativo”, “complementario” y tendencioso disfrazado de ropajes científicos.

Iniciemos con algunas interrogantes. ¿Cómo es posible entender que algunas personas supongan que las enfermedades –hasta las de sus mascotas- pueden curarse transmitiendo “energía” por imposición de manos? ¿Cómo creer que realizando ejercicios de “gimnasia cerebral” tales como asumir una posición corporal de “Peter Pan” –jalándonos ambas orejas por las puntas- constituyen estrategias para mejorar el aprendizaje humano y activar innumerables procesos cognitivos? ¿Cómo aceptar que sustancias “placebo” contenidas en simpáticos frasquitos y obtenidas sin protocolos clínicos, son capaces de restituir la salud mental? ¿O es más bien estupidez diluida en alcohol, florecitas de campo y sales minerales?

¿Cómo es posible reducir la personalidad humana a “tipos”, números místicos, líneas geométricas y fuerzas cósmicas bajo la fachada de métodos de crecimiento espiritual? ¿O son la nueva versión esotérica de la psique y de los horóscopos? ¿Bajo qué lógica científica –no fanática o anecdótica- tomar en serio la sugerencia que, dándose golpecitos (Taping) en distintos puntos del cuerpo se aumenta la autoestima, se eliminan las adicciones y hasta la depresión, pues se reestablece el equilibrio “energético”? ¿Cómo es posible entender que usuarios, estudiantes, colegas e intrusos profesionales a nuestra disciplina consideren viable intervenir sobre la salud, equilibrando la “mente, el cuerpo, el alma y el espíritu” oliendo aromas específicos, dibujando mandalas, usando el tarot, los cuarzos, cristales y piedras o asistiendo a una sesión de masajito relajante? ¿Me creerían si les digo que hay “universidades” que basan su modelo educativo y «management» del recurso humano en un librito de autoayuda o motivación ramplona?

Incluso otros tipos más atrevidos y cínicos, preocupados por las falacias tan endebles de las “terapias” descritas han reciclado las ideas del pobre Albert Einstein -y digo pobre, porque no tiene la culpa de que estos negociantes lo citen- y han prostituido la infraestructura y la jerga científica para aludir a un “sistema energético” del ser humano que puede ser curado mediante dispositivos tecnológicos de “punta” de laser frío, fotones de luz y “viales” que desbloquean los meridianos corporales mejorando en consecuencia el funcionamiento celular, la autosanación y regeneración corporal. El colmo de los casos es ofrecer “terapia antienvejecimiento de renovación celular asistida por hipnosis y programación neurolingüística (PNL)”, estos son precisamente los casos de la psicología y la medicina cuántica tan popular en México en los últimos años. Cómo observarás, son muchas las preguntas, abundantes los fraudes y mercenarios y víctimas fáciles los creyentes, y por ello intentaremos abordar algunas respuestas en el texto.

 

La dulce seducción sectaria del supermercado new age

Sí ustedes son profesionales del área de la salud mental, en particular Psicólogos, estoy relativamente seguro que cuando tus conocidos, familiares y personas ajenas a nuestras funciones te preguntan ¿Qué estudias? o ¿Cómo es tu trabajo? un montón de ideas se agolpan en tu cabeza para intentar responder semejante interrogante…¿Acaso el alma? ¿La conducta? ¿Las interacciones sociales? ¿La conciencia? ¿El inconsciente? ¿La mente? ¿El medio ambiente? ¿La cognición?…las posibilidades son vastas, sin embargo es probable que te ayude una idea nuclear. Los Psicólogos, ante todo somos especialistas en la comprensión e intervención de ciertas funciones cognitivas que están implicadas en el origen de cualquier manifestación conductual, funciones que nos hacen propiamente humanos. A saber, analizamos e intervenimos sobre procesos biológicos, psicológicos y socioculturales implicados en fenómenos tan complejos como el pensamiento, la memoria, la atención, la inteligencia, el aprendizaje, el lenguaje y la percepción, y también procesos dinamizadores o activadores como la motivación y la emoción.

Debes saber que en su forma básica, la cognición humana es un fenómeno biológico generado gracias a las propiedades de 10 billones de células nerviosas y los neurotransmisores que sintetizan. Precisamente, esta variable nos proporciona la capacidad de almacenar información equivalente a 100 billones de páginas de enciclopedia. Nuestro cerebro registra, almacena, conserva, recupera y descarta información de modo sorprendente, tanto que apenas estamos en posibilidad de comprenderlo. Sólo quienes conocemos profundamente la historia de la psicología, sabemos que su devenir ha sido complejo y que las discusiones, polémicas y crisis epistémicas, metodológicas y técnicas han sido por un lado; motor de nuestro desarrollo científico, y por otro, el escenario ideal para que irrumpan “saberes” extravagantes que la han convertido en una disciplina sumamente accesible y banal.

Si bien la Psicología no está respondiendo a preguntas esenciales de la cognición y, por ello hemos transitando a la filosofía y otros tantas disciplinas para integrar una indispensable visión fenomenológica; la alternativa desde mi postura no es retornar al mesmerismo, al pensamiento animista y la charlatanería del new age; la cual definiremos como “una tendencia cultural postmoderna de corte antiracionalista que plantea una visión sincrética, animista, fanática y profundamente falaz de la subjetividad humana y sus problemas existenciales y, que al exaltar elementos emocionales de las personas y combinar una serie de conceptos de naturaleza indigenista, literaria, psicológica, filosófica, fenomenológica, teológica e incluso hasta recuperando constructos de la biología y la física se ofertan como tratamientos alternativos y complementarios a la salud física y mental (Cerezo, 2012).

Gutierrez (1996) explica que se trata de “una red de movimientos espirituales conformados por pequeños grupos autónomos carentes de un liderazgo único, pero con una orientación común: la búsqueda de la transformación individual para colaborar en el advenimiento de una nueva utopía de proporciones cósmicas” (p. 16). La amalgama de saberes y tradiciones del new age se disemina como la peste mediante sistemas universitarios, centros de bienestar integral, institutos de desarrollo humano o por medios más abiertos como los mass media, redes sociales, páginas web, ferias de la salud, cursos, talleres y entrenamientos de fin de semana, además de un sistema bibliográfico ampliamente disponible hasta en los anaqueles de cualquier supermercado común y corriente.

¿Has leído o escuchado sobre “terapias” e intervenciones que se venden como “holísticas”, “milenarias”, “alternativas”, “científicas”, “eficientes” y sobre todo “curativas” tales como la gimnasia cerebral, las flores de Bach, el reiki, la psicomagia, la biomnémica, las constelaciones familiares, la magnetoterapia, la respiración holotrópica de Grof, la psicoaromaterapia, la psicología cuántica, la terapia taping o EFT (Emotional Freedom Tecnique), la liberación y alineación de chakras, la tensegridad, la mandalaterapia, la geoterapia (cuarzos y cristales), la terapia rebirthing, el tarot terapéutico, el eneagrama, el aprendizaje acelerado o los masajes energéticos?

 

La lista de “saberes” e intervenciones mencionadas es meramente descriptiva y lamentablemente incompleta y, por supuesto no es mi interés explicar detalladamente cada una de las falacias, aunque ya habrá momento de desmantelar sus endebles planteamientos. Entre tantos timos, es viable afirmar que la psicología se siente perdida en los entramados de una feria esotérica digna de las alucinaciones de los hippies que nunca regresaron del viaje inducido por el consumo frecuente de drogas recreativas. Timos a cargo de negociantes especialistas en vender onerosamente sus servicios y productos, con experiencia anecdótica y “existencial” en los lugares más recónditos y místicos del planeta donde lograron la “iluminación” –¿con crayones?- y disfrazados con trayectorias curriculares “impresionantes”, con formación en “Masters, Trainners, Certificaciones o Coaching Empresarial” y en diversas “técnicas alternativas”, cuyo grado de novedad es directamente proporcional a la parcialidad de las evidencias con que han sido verificadas por los distintos paradigmas científicos de la psicología y por la experiencia empírica derivada de su aplicación en distintos ámbitos clínicos, educativos, organizacionales y socioculturales.

Es complejo aceptarlo, pero la psicología científica pierde adeptos y «profesionales» incipientes y pésimamente formados, probablemente en favor de una mística de prácticas y pseudoterapias new age a su medida y sin los sacrificios y esfuerzos que significa formarse y dedicarse en serio a una disciplina a la que se ama, respeta y aporta. En palabras de Kaminer (2001, p. 48): “La espiritualidad es un producto seductor en un mercado pluralista: por ello lo incluye todo. Comprende prácticas religiosas tradicionales y new age, así como incursiones en la psicología popular y devoción al capitalismo”. Algunos profesionales de la salud mental prefieren comportarse como una histérica y no voltear ni poner atención al movimiento new age suponiendo que ello es suficiente para que se desistan de sus absurdos planteamientos. Otros pensamos, que es un imperativo ético y profesional combatir académicamente a los nuevos mercenarios de la psique humana al pretender constituirse como los “gurús” de la salud mental, el desarrollo humano y la autoayuda más vulgar.

 

¿Por qué los charlatanes funcionan?

Los charlatanes y fanáticos adeptos al new age funcionan en primera instancia por la industrialización y el mercadeo de una gama de productos tangibles e intangibles que paradójicamente afirman oponerse a una lógica racionalista y consumista, pero que operan al amparo de la ganancia y del capital aprovechando la mentalidad gnóstica de consumidores que ponderan las mercancías simbólicas como amuletos protectores, conductores de energía, mediadores con fuerzas invisibles y emanadores de poderes curativos.

Los promotores y consumidores de new age difícilmente generan una apropiación reflexiva del conocimiento pues dependen de manera esencial de la confianza, de la entrega y de una fe irreductible orientada por sus creencias y prácticas situadas. Como se aprecia, existe por un lado, un discreto fetichismo de la mercancía new age por parte de los consumidores, quizás el fetiche es algo que se necesita para alcanzar cierto goce o vinculación emocional que genera seguridad. Por otro lado, la conducta supersticiosa cargada de creencias irracionales que el sujeto justifica desde la racionalidad, explican la relación entre un reforzador que se produce contiguo a un comportamiento independiente, aspecto investigado desde Skinner (1948) mediante sus experimentos con palomas. Al respecto Vyse (2000) comenta que la superstición activa un pensamiento o acto que aumenta la confianza de la persona en el dominio de la tarea que se va a realizar y en consecuencia el rendimiento es mayor. Los rituales supersticiosos pueden reducir la tensión, de la misma manera, que la superstición llevada al extremo puede tener graves consecuencias.

En otras palabras; los individuos interpretan y evalúan sus propias experiencias de modos muy complejos, lo cual les permite ejercer un control sobre el medio ambiente y sus creencias; factores que a su vez alteran las conductas subsecuentes. Esto se explica magistralmente mediante la percepción de auto-eficacia, fenómeno propuesto por Bandura (1997). Los representantes del new age, suponen que sus tratamientos funcionan y tales afirmaciones suelen basarse en términos de esperanza, voluntad, cooperación, deseo y en la insistente costumbre de lograr experiencias fuera de lo común como elemento de transformación personal. Difícilmente puede aceptarse una limitación cognitiva, un diagnóstico de trastorno mental o una realidad personal avasallante, y por ello los consumidores tienden a aceptar afirmaciones acerca de ellos mismos más por lo que desean ser, que por lo que son realmente. Así pues, cuanto más halagador sea el análisis de sus emociones, pensamientos y conductas más aceptación tendrá por parte del consultante. A este fenómeno se le ha conocido desde mediados del siglo pasado como el “efecto Forer” (1949) y bien puede explicar cómo la sugestión, las creencias y la presencia de un entorno ambientado juegan un papel estratégico en la efectividad de cualquier intervención sobre la salud mental.

Cabe señalar, que una de las explicaciones más complejas y fascinantes que también podrían darnos pistas sobre por qué las intervenciones new age funcionan es el “efecto placebo”. En el campo de la salud mental, Kirsch (1985, 1990) afirma que la noción de efecto placebo nos ha permitido comprender que detrás de la eficiencia de un tratamiento cualquiera se encuentran las convicciones, las sugestiones y las creencias de la persona. En otras palabras, el modo en que nos sentimos depende en gran parte de lo que pensamos que sentiremos, de lo que anticipamos y de aquello que esperamos. Por lo tanto, es viable argumentar que el funcionamiento de los tratamientos new age depende de una serie de factores diversos e interrelacionados, tales como:

a) Los tangibles o productos ofrecidos.

b) Los nombres de las “terapias”; pues entre más ingeniosos y atractivos resulten mejores efectos tendrán.

c)  La creencia de eficacia que los adeptos tengan hacia el tratamiento.

d) Las experiencias previas de salud-enfermedad de los consultantes.

e) El grado de conocimiento e innovación de las intervenciones a las que serán sometidos los usuarios.

f)   La ambientación novedosa en la cual se realizan las intervenciones.

g) La confianza en el sanador y la confianza que el propio terapeuta muestra hacia el tratamiento practicado.

El efecto placebo no es sólo un fenómeno subjetivo, implica una gama de reacciones biológicas y neuroquímicas generadas en las estructuras del sistema límbico y del tallo cerebral que influyen de formas diversas sobre el estado funcional del organismo y en sus funciones cognitivas, endocrinas, motoras y neurovegetativas. Al respecto, existen evidencias experimentales y meta-análisis recientemente publicados por Lewith et al (2009) y Perry, Terry y Ernst (2010) los cuales muestran que algunas terapias sin una base científica sólida como la acupuntura, la homeopatía o la terapia floral, logran sus resultados precisamente a través de estos mecanismos neurobiológicos.

Las duras críticas dirigidas a los fundamentos pseudocientíficos de casi todas las técnicas y terapias de sanación psicológica, emocional y espiritual del new age indudablemente las colocan en el terreno de la charlatanería (Abgrall, 2003, Kaminer, 2001, Goldacre, 2011) sin embargo desde el punto de vista psicosocial, las significaciones que la persona atribuye a su condición de enfermedad o los simbolismos compartidos de aquellos que buscan la salud y el crecimiento personal, resultan fenómenos interesantes y necesarios de investigar desde una perspectiva eminentemente cualitativa y etnográfica, sobre todo en el ánimo de entender de qué forma las cosmovisiones, creencias y experiencias individuales influyen en el proceso de sanación.

 

A modo de reflexión

Hace más de 2500 años, mientras el oráculo de Delfos todavía vaticinaba el destino del hombre, se escribieron los primeros tratados sobre la relación entre mente y conducta. Visionario como el genio que era Hipócrates afirmaba:

“El hombre debería saber que del cerebro, y no de otro lugar vienen las alegrías, los placeres, la risa y la broma, y también las tristezas, la aflicción, el abatimiento, y los lamentos. Y con el mismo órgano, de una manera especial, adquirimos el juicio y el saber, la vista y el oído y sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es trampa y lo que es justo, lo que es dulce y lo que es insípido, algunas de estas cosas las percibimos por costumbre, y otras por su utilidad…Y a través del mismo órgano nos volvemos locos y deliramos, y el miedo y los terrores nos asaltan, algunos de noche y otros de día, así como los sueños y los delirios indeseables, las preocupaciones que no tienen razón de ser, la ignorancia de las circunstancias presentes, el desasosiego y la torpeza. Todas estas cosas las sufrimos desde el cerebro” (Adams, 2007).

Ya en la antigua Grecia la «palabra» curativa oficiada en los templos de Apolo y Asclepio recibía numerosos visitantes, que acudían para exponer sus preocupaciones y solicitar consejo. Los primeros hipocráticos desde aquella época ya opinaban que el uso en solitario de la palabra para aliviar la mente, sin el acompañamiento del remedio curativo para el cerebro constituía un fraude, una amenaza para la salud del enfermo.

El problema mente-cuerpo, la fuente de tantas controversias durante los dos últimos milenios, al parecer tiene una solución muy simple. Esta solución ha estado al alcance de cualquier persona culta desde que empezaron a realizarse, hace más o menos un siglo, trabajos serios sobre el cerebro y, en un sentido, todos sabemos que es verdadera. Tal solución es la siguiente: los fenómenos mentales están causados por procesos neuropsicológicos del cerebro y son a su vez rasgos del cerebro. Según González (1994) la revisión contemporánea del problema de la mente ha sido un avance necesario de los supuestos de la Psicología en la medida en que nuestra disciplina ha pretendido encauzarse definitivamente por «el seguro camino de la ciencia».

Sin embargo, los psicólogos hemos tenido que soportar no solo la dificultad de nuestros propios problemas epistemológicos sino la «intromisión» de especialistas ajenos a nuestro campo; en el mejor de los casos físicos, biólogos, pedagogos, médicos, administradores y filósofos y, en el peor de los escenarios, la cognición ha sido terreno de payasos que se dicen chamanes, líderes espirituales, iluminados y charlatanes que han ganado espacios gracias a la ignorancia y la búsqueda de respuestas que la ciencia aún no proporciona.

Intentar comprender las ofertas del new age en la psicología resulta alucinante porque somete a examen las habilidades del pensamiento crítico y fomenta una verdadera capacidad de “insight” (Darse cuenta) al develar la cantidad de basura ideológica y de los niveles de absurdo al que llegan los promotores de la nueva era en su afán de reclutar nuevos adeptos. Es mi vehemente deseo que jamás, ni siquiera en nuestras peores pesadillas, los egresados y “profesionales” de la salud mental alguna vez anuncien sus servicios diciendo lo siguiente… (Por cierto, es un sarcasmo)

PSICÓLOG@ NEW AGE

Trabajos con emociones indigestas (Gases psíquicos)                                                              Liberación de ataduras y amarres amorosos

Intervenciones de psicomagia ¡Al estilo Jodorowsky!Terapias alternativas

Recuperar salud física y mental con mandatos y declaraciones

Desbloqueos energéticos por envidias y mala vibra

Purificación de energía de lugares, personas, autos y mascotas

Entrenamiento chamánico con seres de luz

Contacto con tu “animal de poder”

Cerrado de círculos y curación de pérdidas y perdidas

Liberación, alineación e inflado energético de chakras

Ampliación de conciencia a modo “Buzz Lightyear”!Al infinito y más allá!

 TÉCNICAS UTILIZADAS

Gimnasia cerebral

Coaching para neuróticos ¡Sí se puede! … ¡Sí se puede!

Flores de Bach

Reiki, toque terapéutico y qi gong

Psicoaromaterapia

Psicología cuántica

Feng Shui

runas

Mandalaterapia

Reflexología

Geoterapia, cuarzos y cristales

Cafemancia, quiromancia y cartas astrales

Angeloterapia

Magnetoterapia

Respiración holotrópica de Grof

Biorritmos

Método del “martillo neurológico”

Auriculoterapia

Sales de Schüssler

Sanación celular mediante biomnémica

Terapia taping o EFT (Emotional Freedom Tecnique)

Órdenes del amor y constelaciones familiares

Cursos de milagros

Terapia rebirthing

Eneagrama

Tarot terapéutico

Tensegridad

Masajes energéticos “All inclusive”

Temazcales

Detección de mentiras mediante caras y gestos ¡Como en la serie Lie to me!

 
TU TRATAMIENTO INCLUYE

50% de descuento si traes a dos víctimas

Amuleto de poder

Cartera o bolsa que “llama” dinero

La Psicología está loca

Foto sexy editada para tu muro en el que te lloverán miles de “Likes”

Seguimiento clínico mediante Facebook, Skype y correo electrónico

¡HAZ TU CITA HOY MISMO!           

¿Te parece excesivo, cáustico  y quizás hasta ofensivo?

La realidad es que dicho cartel fue nutrido por ideas derivadas de observaciones de anuncios “profesionales” disponibles en internet, en las redes sociales, en las calles, en las plazas públicas y hasta en algunas “universidades” que dicen dedicarse al desarrollo humano. También provienen de entrevistas y diálogos con académicos, psicoterapeutas y colegas investigadores que optamos por una psicología científica y basada en evidencias y de innumerables debates con los mercenarios del new age. A partir de todo ello, se diseñó y ejecutó una profunda investigación cualitativa de corte etnográfico que dio lugar a la concreción de un libro dedicado exclusivamente al tema [La Psicología está loca: La dulce seducción del supermercado New Age] y que espero muy pronto puedas leer y compartir para no ser o seguir siendo un incauto más.

El camino de la ciencia es siempre relativo, complejo y comprometido, pero siempre proporcionará alternativas y soluciones válidas y confiables que los fraudes mencionados en este artículo. Quise escribir este texto bajo una premisa…Como ciudadano, profesional, docente e investigador debo divulgar y denunciar, a veces de modo científico y argumentativo, y otras de formas ácidas, humorísticas y grotescas el abuso terapéutico, el intrusismo profesional, la usurpación de funciones y las intervenciones fraudulentas de la salud mental. De tal modo, hoy más que nunca es necesario asegurarse de recibir y proporcionar una formación rigurosa, legitimarse académicamente, generar investigación seria e integrarse a redes de profesionales comprometidos con el avance científico de la disciplina. Y sí de “mantras” se trata, aquí va el mío y con ello me despido….

«Padre investigador que estás en lo cierto, analizados sean tus datos, venga a nosotros tu información cuantitativa y cualitativa, publíquense y divúlguense nuestros resultados investigativos así en un Journal como en una revista indizada, llévanos a defender argumentativamente de las críticas en los congresos de cada día y perdona nuestras torpezas metodológicas, así como también nosotros combatimos a los simuladores, improvisados, intrusos y fraudulentos…No nos dejes caer en la tentación espuria del new age y líbranos de todo saber especulativo o iluminado»

 

Referencias

  • Abgrall, J. (2003). Los charlatanes de la salud. México, D.F: Océano.
  • Adams, F. (2007). Aforismos Hipocráticos. Australia; Adelaide.
  • Bandura, A. (1977). Self-efficacy: toward unifying theory of behavior change. Psychological Review, 84, 191-215.
  • Cerezo, H. (2012). La psicología está loca. La dulce seducción del supermercado New Age. México, DF: [Libro en prensa].
  • Forer, B. (1949). The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility. The Journal of Abnormal and Social Psychology, 44, 1, 118-123.

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