Dibujo del cerebro en una taza- treeofdreams

Dibujo del cerebro en una taza- treeofdreams


Sandra Isabel Jiménez Mateos

La salud mental, así como tiene amigos, tiene enemigos, plantea Rafael Velasco Fernández, investigador de la Universidad Veracruzana, experto en psiquiatría y en alteraciones de la conducta por alcoholismo y drogadicción.

Así, entre los amigos de la salud mental, coloca a las capacidades que favorecen que el cerebro humano alcance un cierto grado de madurez, entre las que se encuentran: el acto de filosofar y el sentido del humor.

En cambio como enemigos de la salud mental Rafael Velasco señala a dos: el pensamiento mágico y el “rollo intelectual”.

 

Lo sano de filosofar

El también Presidente del Centro de Estudios Sobre el Alcohol y el Alcoholismo, retoma a Karl Popper cuando asienta que “todos los seres humanos son filósofos, aunque unos más que otros”, para luego enfatizar en que “El hombre mentalmente sano es filósofo, quiere serlo, tiene una Filosofía propia”.

Ya en ese sentido se pregunta ¿no filosofar es insano? Y responde:

Muchas manos hacen- Gert del Pozo“Tal vez no, pero la filosofía es una práctica consustancial a la capacidad de pensar en términos abstractos, a la necesidad ineludible de usar el pensamiento y la razón”.

Rafael Velasco, quien también fue rector de la Universidad Veracruzana, para reforzar esta posición refiere que apenas hace unos años que se publicaron los resultados de la investigación realizada bajo los auspicios del National Institute on Drug Abuse de EUA, sobre las funciones de la corteza pre-frontal y sus conexiones con los núcleos principales del sistema límbico: “Justamente en esas estructuras radica la capacidad de juicio, la planeación de actividades, la reflexión”.

Y prosigue: “Todo lleva a pensar que la maduración de las funciones superiores mencionadas, y su asiento en regiones cerebrales bien identificadas, se alcanza sólo hasta la juventud”, mientras que el adolescente apenas se encuentra en ese proceso que lleva varias años.

En este punto hace un paréntesis y anota que el no haber alcanzado la maduración explica “en parte” la mayor facilidad con la que en esa etapa (13 a 18 años más o menos) se produce la neuroadatación a las sustancias adictógenas, es decir, la adicción.

Así pues, podemos considerar a la Filosofía como inherente a tales capacidades adquiridas.

“No es difícil imaginar que un aumento progresivo del pensamiento subjetivo, prácticamente “exija” al niño y al adolescente a cavilar sobre su finitud, la vida después de la muerte, la existencia o no de uno o más dioses, etc. Cierto que, además, durante esos tiempos vitales aumenta el pensamiento práctico, concretista, necesario también para la mejor comprensión de las leyes naturales. Pero ello simplemente contribuye, con la imaginación y la fantasía, a conformar la facultad intensificada de filosofar, a la que nos referimos”, señala.

E inmediatamente recalca que “decimos “intensificada” porque en alguna forma ya existe desde antes de la pubertad, como lo demostró Piaget. La vemos como un producto natural del cerebro humano y sus funciones, del mismo modo que lo es también el lenguaje simbólico.

Y de todas las tendencias filosóficas, considera que “el humanismo” es el que mejor armoniza con la salud mental, entendiendo por humanismo “cualquier dirección filosófica que tenga en cuenta las posibilidades y límites del hombre y que, sobre esta base, proceda a una nueva dimensión de los problemas filosóficos”.

Y el humanismo irremediablemente se relaciona con una posición que por ser ética es filosófica: el humanitarimo, como el conjunto de doctrinas que buscan el bienestar de la humanidad, disminuyendo el dolor y el sufrimiento en todas sus manifestaciones.

 

Sentido del humor y salud mental

Su propuesta de los “amigos y enemigos de la salud mental”, es parte de un libro que prepara con el nombre de “Salud mental: Conceptos básicos”.

Ahí incluye el “sentido del humor” como el otro amigo de la salud mental, o aliado.Gato riendo, sentido del humor

Para explicar su posición toma una definición realizada por el Dr. Jacob Levine, quien dedicó un buen tiempo al estudio del tema:

“Sentido del humor es la capacidad que se tiene de asumir una cierta actitud hacia sí mismo y hacia el mundo circundante que permite vivir con alegría… implica no tomar las situaciones vitales con excesiva seriedad, encontrando siempre el aspecto gratificante que suelen tener”.

Anota que un estudio realizado en la Universidad de Yale mostró que entre los jóvenes el sentido del humor ocupa un lugar preponderante como una de las cualidades que más aprecian entre sus congéneres.

Al buen humor también le concede valor terapéutico, pero sólo en algunas formas de “distimias” que ordinariamente se pueden padecer y superar, como los estados de tristeza periódicos y moderados que toda persona experimenta, más igualmente señala que se carece de evidencia científica del valor de la llamada “risoterapia” en el tratamiento de los verdaderos tratamientos psicopatológicos.

Pondera que el lenguaje popular, como casi siempre, acierta en la valoración de las personas que muestran su sentido del humor y un estado emocional positivo: “fulano siempre está de buenas”, “le ve a todo su lado bueno”, son expresiones comunes que traducen el reconocimiento de un aspecto positivo de la personalidad. “Si esta observación proveniente del ciudadano común tiene valor en la vida ordinaria, podemos proponer que un grado aceptable de salud mental debe considerar como uno de sus atributos la capacidad de disfrutar el buen sentido del humor.

En contraparte apunta que no se atrevería a sentenciar que el carecer del sentido del humor sea impedimento para alcanzar la salud mental… y tampoco que su presencia lo garantice.

 

Pensamiento mágico: Enemigo de la salud mental

Existen –señala- los que podemos llamar “obstáculos para el desarrollo del pensamiento crítico y de la razón”: Son aquellas reacciones de cada hombre a las influencias psicosociales y culturales de su medio capaces de complicar el desarrollo sano de la personalidad. Al igual que en toda manifestación humana, tales obstáculos obedecen a diversos factores, incluidos los biológicos.

Y hoy en el primer cuarto del siglo XXI tenemos en el panorama:

La falsa mirada, Rene Magritte, 1928- Museum of Moderd Art, New York, USA

La falsa mirada, Rene Magritte, 1928- Museum of Moderd Art, New York, USA

Extremistas de derecha y de izquierda, terroristas que obedecen a órdenes divinas o a elucubraciones perniciosas, personas inteligentes (y hasta con buena preparación) que creen que el 11 de septiembre nunca ocurrió, o que aceptan sin pensar las bondades que se anuncian de medicamentos maravillosos, o de métodos infalibles para bajar de peso, etc.

Rafael Velasco puntualizó que esto es una característica del mundo occidental, no de ciertas tribus que tienen al menos la excusa de su atraso cultural. “Sufrimos la influencia sumamente negativa del pensamiento mágico, el esoterismo, el dogma y la pesudociencia. Ocurre así tanto en las naciones pobres que tienen un sistema educativo apenas desarrollado, como en las más avanzadas civilizaciones”.

Menciona que este fenómeno de alejamiento de la razón a favor de la mera creencia, acompaña al hombre desde siempre.

“La verdad revelada, la conclusión precipitada, la creencia sin el respaldo de la evidencia, son productos de la mente humana que deben y pueden sujetarse a las pruebas que exige el método científico”, insiste.

Y se pregunta: ¿Sabremos alguna vez cómo se genera el pensamiento dogmático en el cerebro?, ¿cuáles son los centros nerviosos que recompensan a cuáles conductas y mediante qué clase de neurorreceptores y neurotransmisores se produce esa equivocada seguridad que proporciona el saber absoluto y la verdad entera?.

Y aquí es donde presupone que “debe haber un juego bioquímico identificable. Así como ciertas drogas generan recompensas placenteras que ocurren en centro ya bien identificados que involucran a la corteza pre-frontal, el sistema límbico y otras zonas que han tomado relevancia inusitada (como es el caso del núcleo accubems), así, digo, debe existir un intrincado juego bioquímico que responda por tal forma de pensar (o de no pensar). Después de todo, la seguridad que se obtiene con la fe irracional es igualmente, como sucede con las drogas adictógenas, placentera”.

“Por su parte –prosigue- el pensamiento racional y el sentido común deben tener también sus propios caminos misteriosos en el cerebro”.

Para admitir enseguida: Pero esto que afirmo, que después de todo no aclara nada sobre la génesis de la pseudociencia y el dogma, también es mera especulación, y también puede ser tema de discusión”.

Una ciencia sin conciencia sólo es la ruina del alma, aparece escrito en el pórtico de la Universidad de Montpelliere”, alude.

 

El “rollo intelectual”: enemigo

“Has comprendido bien algo cuando ya eres capaz de explicárselo a tu abuelita”, les decía Albert Einstein a sus alumnos.

El “rollo”, aclara Rafael Velasco, es “cierta manera de escribir o de hablar que utiliza rodeos lingüísticos pretendidamente “cultos”, excesivos, que resultan intrascedentes o sin sustento objetivamente demostrable.Discurso político, Revolución Francesa

Esta forma de expresión, continúa, es pariente de la prolijidad, cuya característica es la descripción minuciosa de los hechos haciendo referencia a lo secundario, sin exponer lo sustancial.

Los psicólogos clínicos, puntualiza, la ponen como propia de la inteligencia limítrofe, aunque por el uso del lenguaje abigarrado, que algunos no tan tontos usan, puede deslumbrar.

A este tipo de “rollo” lo denomina “simple”, y aún cuando quita tiempo, si uno es razonablemente objetivo, no hace mucho daño.

Sin embargo, anota, no se debe confundir la prolijidad con la minuciosidad:

“A veces, para explicar bien un hecho o una idea, hay que ser minucioso. Cuando Dostoievsky consume algunos párrafos describiéndonos cada rincón de la casa de los Karamazov, consigue lo que quiere: nos deja, desde el principio de la novela, en el interior de ese hogar, con sus características físicas, pero también con el aire espiritual, estresante las más de las veces, emocionalmente sano las menos; ambiente que nos hará comprender mejor lo que ocurrirá después”.

Y con esto sentencia: El rollo es prolijo, la acuciosidad puede ser admirable.

Los “rollos ilustres, sublimes o excelsos”, agrega, son los más peligrosos para el hombre estudioso “que humildemente busca respuestas sabias”.

“A veces deslumbran tanto que algunos tienden a aceptar su verdad” (aunque no sean comprensibles) dada su “voluptuosidad intelectual”.

Como ejemplo de estos rollos ilustres pone el caso de Hegel (Georg Wilhelm Friedrich Hegel), cuyo rollo –dice- fue denunciado a tiempo por Schopenhauer (Arthur Schopenhauer) y materialmente aniquilado por Popper (Karl Popper) y Russell (Bertrand Arthur William Russell) muchos años después.

“Yo no tengo dudas de que utiliza por momentos y precisamente en sus exposiciones doctrinarias, un lenguaje que puede situarse equidistante de Heidegger en un extremo y Cantinflas en el otro”, refiere.

Ofrece en consecuencia una forma de distinguir el “rollo”:

“En tales casos, yo propongo a mis alumnos de estudiosos de la psicopatología una regla fácilmente aplicable. Si tienen buenas razones para suponer que su propio cociente intelectual anda de cien hacia arriba (es decir, normal), probablemente no tiene valor todo lo que esté escrito en términos que les resulten incomprensibles.

Así, considera al rollo intelectual, excelso, sublime, como un obstáculo para la salud mental, “justo porque se opone al ejercicio sano del juicio crítico”.

 

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