Los icebergs gigantes de la Antártida se separan del glaciar cada 70 años

Vista aérea de la lengua del glaciar Mertz en la Antártida. / Wikipedia


Cuando se forma el hielo marino, grandes cantidades de sal son expulsadas al océano, generando cerca del 25% de las densas aguas de las profundidades antárticas. Ellas son las responsables de llevar calor y sal alrededor del planeta. Sin embargo, con el desprendimiento de los icebergs, se reduce la formación de hielo marino y se ralentiza la circulación del océano profundo, lo que afecta al clima global.

En febrero de 2010, una masa de hielo de 80 kilómetros de longitud se desprendió de la lengua del glaciar Mertz en el este de la Antártida, impactando en las condiciones medioambientales. Pero según un estudio publicado hoy en Nature Communications, este evento pudo no ser aislado, sino parte de un proceso cíclico de formación de icebergs.

Así lo afirma Xavier Crosta, investigador en la Universidad de Burdeos (Francia) y autor principal del trabajo que presenta por primera vez una reconstrucción de los últimos 250 años de formación de hielo y agua en la Antártida.

“Los últimos datos históricos son testigo de la formación de un iceberg en el glaciar de Mertz hacia 1910, lo que se correspondería con una periodicidad de unos 70 años”, explica a Sinc Crosta, quien añade que los procesos que permiten esta periodicidad son la velocidad del flujo del glaciar, la topografía de los fondos marinos de la zona, las corrientes y el clima.

El equipo de investigación analizó el plancton fosilizado y los componentes químicos –indicadores de los cambios del pasado en la producción de hielo marino y en la formación de agua profunda– procedentes de un núcleo de sedimentos de hace 250 años, hallado en 2010 en el suelo marino en la bahía Commonwealth bajo el glaciar Mertz.

El análisis demuestra que las condiciones en la formación del hielo y en la producción de agua profunda variaron cada 70 años durante los últimos dos siglos, lo que sugiere que los cambios se rigen por un régimen a largo plazo.

Consecuencias a corto plazo

Según Crosta, el estudio permite entender cómo los diferentes procesos internos y climáticos van a interactuar, a diferentes escalas de tiempo, para modular la cubierta de la banquisa o hielo marino en las zonas costeras, “sobre todo de la región de la Tierra de Jorge V y la Tierra Adelia (ambas en la Antártida oriental)”.

“La formación del iceberg en 2010 redujo la polinia (espacio de agua rodeado de hielo marino y que permanece sin helar durante gran parte del año) del glaciar de Mertz e incrementó la cubierta del banco de hielo de la región”, señala el científico. Sin embargo, el impacto más “sorprendente” se resintió hasta Dumont d’Urville, a unos grados al oeste de la Antártida, donde la polinia también se redujo, lo que provocó un deshielo tardío de la banquisa.

“Esto se debe a la intensificación de la oscilación antártica que induce vientos más orientados al oeste que empujan el banco de hielo”, comenta Crosta. El estudio concluye que a la dinámica de la formación de icebergs cada 70 años se une la creación de masas de hielo de otros glaciares cercanos y la variabilidad atmosférica regional.

Referencia bibliográfica:

Xavier Crosta et al. “Glacial ice and atmospheric forcing on the Mertz Glacier Polynya over the past 250 years” Nature Communications DOI: 10.1038/ncomms7642

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