Barcelona, (EFE).- La medicina maternofetal tiene cada vez más herramientas para curar antes del nacimiento y se perfila como la gran oportunidad de futuro para la sanidad pública, porque evita los altos costes económicos y personales de enfermedades crónicas en edad adulta, según el especialista Eduard Gratacós.
Teniendo en cuenta que aproximadamente el 15 por ciento de la población padece enfermedades que se originan en la formación fetal, Gratacós, jefe del Servicio de Medicina Maternofetal del Hospital Clínic de Barcelona, considera que la oportunidad para la salud pública que ofrece esta aproximación es «inmensa».
»Siempre se había creído en la gran capacidad de adaptación al medio al empezar a vivir, y es verdad que existe, pero también es cierto que una pequeña desviación del rumbo de la nave al partir del puerto se convierte en un problema grave a los 20 años de trayecto vital», destaca el doctor en una entrevista con Efe.
Así, actuar en las semanas inmediatamente anteriores o posteriores al parto es fundamental: «Unos días de un feto equivalen a unos meses en un niño y a unos años en un adulto, ya que es el momento de los ensamblajes del organismo», subraya uno de los referentes mundiales en medicina fetal.
En los errores de ensamblaje más graves, que ponen en peligro la vida del feto, Gratacós interviene quirúrgicamente introduciendo el endoscopio por la tráquea del futuro bebé, que es fina como un papel de fumar y de sólo 2 milímetros de diámetro.
El Clínic, centro inscrito en el campus de excelencia internacional Health Universitat de Barcelona Campus (HUBc), realiza unas 200 cirugías fetales al año, lo que lo sitúa entre los cinco centros del mundo con más volumen de operaciones.
Pero la investigación del equipo del doctor Gratacós, formado por 60 científicos -la mitad de ellos extranjeros-, no sólo se limita a a crear procedimientos quirúrgicos, sino que trabaja para establecer biomarcadores que avisen de otro tipos de problemas no letales sobre los que hay que actuar al nacer para minimizar consecuencias en la edad adulta.
En la medicina fetal, los biomarcadores -numeros, como la presión arterial, que se usan en medicina para detectar problemas- se extraen del análisis y comparación de cerebros y corazones de fetos de entre 1 y 2 centímetros, que se pueden explorar gracias tecnología punta en imagen.
Desarrollar biomarcadores sirve para saber, por ejemplo, si un niño tendrá retraso mental o dificultad en el aprendizaje tras nacer por una alteración en la programación genética en la etapa fetal.
Conocer de antemano esos problemas mentales permitirá actuar más eficientemente en los primeros momentos de la vida, en los que cualquier estimulación da buenos resultados porque el cerebro aún está en desarrollo.
»No podremos saber el futuro, ni predecir si un niño va a tener fracaso escolar, pero sí podremos determinar si tiene un riesgo más elevado», destaca Gratacós, anteriormente jefe de medicina fetal del hospital belga de Lovaina (1999-2000) y del Vall d»Hebron de Barcelona (2001-2004).
De las 4.000 mujeres -15 por ciento extranjeras- que pasan cada año por la Maternidad del Clínic, unas 2.000 se someten a pruebas diagnósticas extraordinarias para detectar malformaciones en la etapa fetal que pueden afectar la calidad de vida del bebé al nacer.
Los progenitores cada vez tienen más consciencia de que cualquier impacto en periodo fetal afecta la calidad de vida, así que, según Gratacós, el volumen de actuaciones en periodo perinatal irá en aumento, lo que «nunca se debe ver como un problema, sino como una oportunidad».
»Es una suerte poder identificar problemas de salud que se puedan corregir antes de que den consecuencias y generen, a la larga, multipliquen por 20 o 30 lo que cuestan esas actuaciones en la etapa fetal», concluye el ginecólogo.
Aún pueden pasar entre 15 y 20 años antes de que se acaben de desarrollar los principales biomarcadores que avisen de malformaciones, deficiencias o problemas de aprendizaje, pero la unidad de Gratacós ya ha logrado patentar 3 a nivel internacional.
El equipo de investigación maternofetal del Clínic cuenta con un presupuesto anual de unos 2 millones de euros que, pese a la crisis, se ha mantenido estable en los últimos años porque el 65 por ciento de los fondos son privados.

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