Míjail Kaláshnikov, el inventor de rifle de asalto más usado durante la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI, el AK-47, nació en Juriá, Rusia, el 10 de noviembre de 1919, en una familia de campesinos, siendo el séptimo de los 19 hijos, de los cuales sólo sobrevivieron seis. A la expansión de poder de los soviets, su familia fue deportada a Siberia, por ser propietarios de tierras
Siendo muy joven, Mijaíl empezó a trabajar en un depósito del ferrocarril Turkestán hasta el año 1938, que ingresó al Ejército Rojo, donde se desempeñó como mecánico de carros de combate, con lo cual empieza a desarrollar sus capacidades de diseñador de armas, las cuales fueron utilizadas para mejorar la efectividad de los equipos rusos de los regimientos de tanques soviéticos, creando accesorios para los mismos, entre ellos un cuenta millas.
Durante la II Guerra Mundial se desempeñó como oficial de carros de combate y en 1941 fue destinado por el general Georgi Zhúkov a Leiningrado, para que mejorar los nuevos tanques soviéticos.
En ese mismo año participó en la batalla de Bryansk contra el ejército nazi, conduciendo un tanque T-34, el cual fue alcanzado por el fuego enemigo, lo que le provocó varias heridas.
Durante su estancia en el hospital para recuperarse de las heridas Kaláshnikov, mientras se recuperaba, un colega le preguntó por qué el ejército ruso no podía tener un arma comparable a las de los alemanes, a la que habían observado durante la batalla, un arma que le permitiera a los soldados rusos tener una mayor capacidad de disparo, que las carabinas usadas durante la batalla, las Mosin-Nagant.
El ejército alemán había sido pionero en el concepto del rifle de asalto, un arma que combinaba la precisión de un rifle convencional con la capacidad de volumen de una subametralladora; tenían las armas de repetición MP40 y el revolucionario Stg-44, primera arma de fuego selectivo y considerado el primer fusil de asalto del mundo, que fue precisamente el que tomo como modelo.
Las tropas rusas frecuentemente se veían abrumadas por el armamento alemán que era muy superior a lo que tenía el ejército soviético.
“Fue así que diseñé una ametralladora para un soldado”, dijo. “Se llamó Avtomat Kaláshnikova, el arma automática de Kaláshnikov”.
La AK-1 diseñada entre 1941 y 1942 fue rechazada por los altos mandos del ejército soviético, por lo cual le hizo modificaciones, incluso con el apoyo de otros desarrolladores de armas.
Así en 1947, completó el modelo Avtomat Kaláshnikova 1947; de ahí surgió el nombre corto con el que se le conoce en todo el mundo: AK-47.
Aún así, antes de ser aprobada para su fabricación en masa, el AK-47 fue sometido a pruebas muy intensas: Se dispararon ininterrumpidamente cientos de proyectiles, se probó en los más disímiles campos como nieve, pantanos, se sumergió en agua salada, se cubrio totalmente con fango y lodo, fue atropellado por vehículos y arrojado desde grandes alturas y sus elementos de puntería siguieron alineados. y no dejaba de disparar.
Debido a su excelente desempeño, el AK-47 se convirtió en la espina dorsal del Ejército Rojo y la Unión Soviética comenzó a exportar miles de armas hacia los campos de batalla de los grupos insurgentes que apoyaba, lo cual la convirtió en la más popular entre los mismos, con lo cual se convirtió en símbolo de libertad y lucha, lo que llevó a que su imagen fuese plasmada en monedas y hasta en banderas de países como la de Mozambique.
El invento no le dio riquezas, porque jamás cobró regalías por las venta de los millones de fusiles que llevan su apellido; incluso en alguna ocasión dijo que habría ganado más dinero si hubiera inventado algún tipo de podaddora.
Pero además, aunque hubiese querido cobrar regalias le hubiera costado trabajo, pues aún cuando se fabrica ampliamente por todo el mundo, la mayoría son elaborados sin permiso alguno, o utilizando licencias caducas, pues la URSS nunca patentó el invento. Incluso, durante muchos años vivió en un humilde apartamento de dos dormitorios en la ciudad de Izhevsk.
Pero esto no fue impedimento para que a finales de septiembre de 2013, la corporación estatal rusa Rostec acordase con un grupo de inversores privados vender el 49% del capital social del consorcio Izhevsk Machine Works, el fabricante del AK-47; ante esto el diseñador de armas se dirigió por carta al presidente ruso, Vladímir Putin, para denunciar la mala gestión de la fábrica que produce el famoso fusil ligero.
En cambio su ingenio si le propicio ser uno de los rusos más conocidos en el mundo, y entre los más condecorados en su país.
En 2007 y con motivo del 60 aniversario del registro oficial de su fusil, el Kaláshnikov acusó que los verdaderos responsables de su invento fueron los nazis, al invadir su país, porque su auténtica vocación era diseñar maquinaria agrícola.
Una vez al armero le mostraron una revista militar cubana con la imagen de uniformadas cubanas compitiendo para desarmar y armar el AK-47 en el tiempo mínimo. El viejo Kaláshnikov estuvo a punto de llorar: “Cuando diseñé el arma, pensé en estos soldados. Ellos no se gradúan en academias militares, les hace falta algo muy simple y seguro”.
Kaláshnikov falleció el 23 de diciembre de 2013, en un hospital de la república rusa de Udmurtia, a unos 1,000 kilómetros al este de Moscú, tras una larga y grave permanencia, por una hemorragia gástrica, además de los problemas cardiacos que lo mantuvieron en el hospital desde el 17 de noviembre.
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