Niño sirio ahogado, Aylan Kurdi

Niño sirio ahogado, Aylan Kurdi


Manuel Martínez Morales

Y el niño arrojado a la playa entró en el sueño,

de la mano del maniquí,

con la sola luz de los globos gemelos…

-¡No es cierto, no es cierto!- clama Mané, encomendándose a San Caballo, en tanto llegan las voces de los mares convulsos y mugientes en los cuáles el perpetuo nacimiento de Venus es suplantado ahora por lágrimas y fuegos. Los más violentos paraísos, las fiestas ahora más sangrientas de los mediodías de los azules cenits salvajes   reclinados sobre las nubes cardadas y blancas. Habíanse conjurado las piedras y las savias y el día relampagueaba como espada desenvainándose. La espada siempre cruel de la guerra, en la cual los muertos siempre son los condenados de la tierra, en tanto los señores de la guerra, más vivos que nunca, rinden culto a Marte y ríen a carcajadas por el calculado desplome de los precios del petróleo….

“Paren la guerra en Siria y no vendremos, queremos quedarnos donde nacimos”, dice otro niño, entre la marea de migrantes en busca de una salida, de un refugio, mientras el barquito navega sobre las corrientes de sangre, frente a los cielos derruidos y laúdes rotos….Caminar de nuevo, o bien, seguir aquí, satisfecho con el día, con la hora, con lo que se tiene y se desea con todo el corazón y lágrimas difíciles.

-¡Vaya tiene usted razón!- responden a Mané desde lo profundo de la selva del sureste mexicano. Parece ser que el salto que lleva del telescopio orbital Hubble y la teoría de la relatividad, hasta la mitología griega no sólo es absurdo y demasiado largo, también es un brinco hacia atrás en el tiempo.

Como si en el momento de rebobinar la historia se hubiera acelerado demasiado, sin darnos apenas tiempo a acomodarnos. Como si se hubiera impuesto la nostalgia por lo primigenio sobre la genealogía, y las historias de amor hubieran acabado de sepultar el quinto postulado de Euclides. Como si el esfuerzo de la ciencia hubiera sido derrotado por la complacencia de la fábula y la mitología. Como si la Hidra rompiera su propia alegoría e irrumpiera y rompiera calendarios y geografías.

Y toda esta digresión, esta locura, por el niño muerto en una lejana playa, esperando al maniquí que lo conduzca al sueño, al reposo eterno, a no andar más de aquí para allá, migrante eterno junto a los suyos.

Llanto de hombre adulto y barbado, corpulento y viril, sus roncos sollozos que al fin estallan en gritos y severas máscaras amargas.

Todo por el niño muerto, por los miles de náufragos del neoliberalismo que acaban tirados en alguna playa o bajo las ruedas de la insensible bestia que recorre el territorio mexicano.

-Oyes Mané, no te olvides de los migrantes en su propia tierra, los desplazados de sus tierras por la guerra interna en Chiapas- le dice al oído su conciencia.

Porque a fin de cuentas, todos somos náufragos; náufragos de este sistema que ya hace agua por todas partes. La casa nos caerá encima, advirtieron hace tiempo los zapatistas, pero se equivocaron, se equivocaron de escenario. No estamos dentro de una casa, sino que navegamos todos en el barco neoliberal que se va a pique, y donde el capitán y su tripulación ya abordan los botes salvavidas. Para los demás la advertencia: ¡Sálvese el que pueda!

Algunos miles de desafortunados náufragos todavía aguardan en fosas clandestinas -ya sin esperanza pues los muertos ya no tienen nada- la mano del maniquí que los conduzca al sueño, a la paz del descanso eterno. Y quienes los quieren y extrañan, como el padre del niño muerto, arrojado en una remota playa, estallan en gritos y severas máscaras amargas: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Al borde del naufragio también, el anciano que, bajo el ardiente sol dominical besando su cara seca, empuja cuesta arriba el carrito con helados que intentará vender en el parque. También el jubilado que no dispone para sobrevivir más que de su magra pensión que, mes con mes, le es retenida por los jinetes del apocalipsis.

Náufragos a la deriva, aferrados a cualquier madero, los miles de jóvenes excluidos del sistema educativo, en riesgo de ser víctimas de los tiburones siempre al acecho.

La soledad asaltándolo todo, impregnándolo de viudez, con su llanto que lo ven tan sólo los ojos de los ciegos. Las máquinas con su eficiencia mineral, olvidadas de las horas, encendidas por las turbinas y vapores oprimidos en las calderas. La soledad, cercada entre llamas, agitaba sus cien cabezas, hundíase el garfio en el pecho bajo la mirada obscena de los pulpos.

-¡Pero Mané, por Dios!- a los 50 millones de mexicanos con hambre que les importan tus pendejadas del quinto postulado de Euclides o la chingada teoría de la relatividad, si en lo que piensan cada segundo es como harán para comer.

Mané lo entiende pues alguna vez también estuvo a punto de naufragar en las turbulentas aguas del hambre.

Náufrago por el momento afortunado, Mané se aferra al chaleco salvavidas que la suerte le deparó y mientras la corriente lo arrastra a la deriva, su mente divaga –a la deriva también- y reflexiona sobre el quinto postulado que de ninguna manera nos debe valer madre. Por algo los zapatistas lo agarran por los cuernos.

Pero pocos se sienten solicitados por estas puerilidades extraordinarias que alejan, sin embargo, el paraíso de los cristales. Se dirá que casi todos son insensibles a esos misterios que se encuentran en la calle, o en alguna playa mediterránea, en los periódicos, en las nubes, en la Calle Vapor No. 134, en algún teorema sinfónico, no importa dónde. Su inutilidad, tan necesaria, mantiene la sangre dentro del cuerpo y las neuronas en su lugar, y se yergue en el camino, en esos pájaros que se plantan a esperar al viajero, y luego revuelan para tornar a su encuentro, hasta que casi los pisan los neumáticos de los autos que veloces atraviesan el paisaje.

Pero el pájaro insiste presintiendo la gran ignorancia y el mar, el mar ya no es el mismo, ya no es un delirio de muchachas bailando y cantando, sino que sus aguas ahora arrastran a la muerte a miles de migrantes –así se les llama ahora a quienes huyen del hambre y de la guerra, sin otra alternativa- arrojándolos al azar en cualquier playa, como el niño conducido por el maniquí.

Y los fantasmas de los condenado de la tierra, los esclavizados por el civilizado occidente, ahora recorren Europa, los Estados Unidos y demás naciones donde los grandes palacios iluminados, con grandes cristales y focos eléctricos, se reflejan constantemente sobre los pisos de mármol y se hunden también en las turbulentas aguas de su propia historia, de su destino manifiesto, sin fin y sin sonido. Y los todavía mandones quieren apaciguarlos con alguna limosna, pero el fantasma se levanta y recorre el mundo.

Por eso mismo –exclama Mané- es aquí donde entra el postulado de Euclides sobre las líneas paralelas, para entender mejor por qué a la Hidra Capitalista de mil cabezas no la puede vencer un solo hombre, ni siquiera Hércules quien tuvo que recurrir a la ayuda de Yolao.

Y también es por eso que las historias de amor acaban sepultando al quinto postulado, por qué si le clavas el diente entenderás que el estudio de ese postulado llevó a las geometrías no euclideanas que nos conducen a otros mundos que están en este. Tan es así que la teoría de la relatividad demuestra que en este Universo rige una de esas geometrías y que el microcosmos encierra más de diez dimensiones y no las tres en que nos han hecho creer cuando nos enseñan geometría con regla y compás y no con los ojos del pensamiento y la imaginación.

Por comprender asuntos tan pueriles como extraordinarios, aquellos hombres verdaderos pueden alertarnos que antes de responder hay que hacerse las preguntas necesarias, tal como la siguiente: “¿No es el Angelus Novus de Paul Klee, en el rompecabezas completado por Walter Benjamin, que mira hacia el pasado y ve ‘una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies’ y demanda así una genealogía del horror que lo aleja?”

El niño muerto sobre una playa lejana, los miles de niños mexicanos y centroamericanos detenidos, maltratados y deportados por la policía fronteriza, los miles de muertos y desaparecidos en nuestro país en los últimos años, los que mueren aplastados por La Bestia o son abatidos por la migra o la delincuencia organizada, los luchadores sociales apaleados, torturados o asesinados por los esbirros a sueldo del gobierno, los desempleados, los excluidos de la educación, todos náufragos de un sistema que se hunde.

Por el momento es obligado responder con las preguntas que los zapatistas se hacen y nos lanzan al rostro:

“¿Puede el pensamiento crítico por sí solo ‘desmontar’ la persistencia de la Hidra del sistema? ¿Necesita el Yolao de la confrontación con la realidad?

O al revés: ¿puede la lucha organizada de abajo, por sí sola, liquidar la Hidra Capitalista? ¿O es el pensamiento crítico el Yolao que acude como apoyo para evitar que renazcan las múltiples cabezas criminales?

Demasiadas preguntas, de acuerdo. Y desordenadas, sí. E incompletas, claro. Pero no estamos aquí para recibir certezas.” (El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista I. Participación de la Comisión Sexta del EZLN)

Algunos ahogados todavía vagaban de ola en ola, como el mensaje de los náufragos, hasta que la garra de la luz los tiró sobre el vientre de esas mujeres a quienes los policías ayudaban a cruzar la calle. Flotaron olvidados en la sangre, hacia el vientre en que se forma un perfil por orden de un monarca que se muere en una monedita de plata. La sangre llegaba entre las olas que mecían las botellas y los cuerpos blandos de los ahogados, más allá de esos retratos de los ascendientes reclinados sobre la columna, una escena de mar de fondo y ruinas con enredaderas y nubes patéticas. Allí va el mensaje, de ola en ola, chocando contra la punta de las estrellas, vigilado por la arañita desde la hoja de la lechuga. (Luis Cardoza y Aragón)

Como siempre, evitando encarar la realidad Mané se aleja, se pierde en la noche escuchando algún son (La zeta, del Septeto Habanero) esperando que en algo alivie su desencanto…

Mi póliza está segura/ le puse precio a mi dentadura/me dicen la zeta/ que estoy en las últimas

 

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