Efecto de la orquidectomía y de la dieta suplementada con omega-3 (w-3) en la producción de óxido nítrico (fotografías superiores) y de anión superóxido (fotografías inferiores) en la aorta de ratas. | UAM

Efecto de la orquidectomía y de la dieta suplementada con omega-3 (w-3) en la producción de óxido nítrico (fotografías superiores) y de anión superóxido (fotografías inferiores) en la aorta de ratas. | UAM


En un trabajo recientemente publicado en PLoS ONE, el grupo dirigido por Mercedes Ferrer, del departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha demostrado que la dieta suplementada con un ácido graso poliinsaturado omega-3 (ω-3)  ejerce efectos cardioprotectores cuando los animales de experimentación presentan factores de riesgo cardiovascular, ya que en animales sanos no se han encontrado modificaciones en la mayoría de los parámetros estudiados.

Estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto que la incidencia de enfermedades cardiovasculares es menor en mujeres premenopáusicas que en hombres de la misma edad, y que tras la menopausia el riesgo de sufrir dichas enfermedades se aproxima al de los hombres.

Por otra parte, también se ha demostrado una correlación entre niveles disminuidos de andrógenos (hormonas sexuales masculinas) y una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares en varones.

Estos resultados indican que las hormonas sexuales, tanto masculinas como femeninas, ejercen un papel beneficioso sobre la función vascular.

Una dieta suplementada en omega-3 no resulta necesaria cuando no existen patologías vasculares

En condiciones saludables, a medida que envejecemos los niveles de hormonas sexuales disminuyen en ambos sexos, lo que nos hace más susceptibles de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como dislipemias, aterosclerosis e hipertensión, entre otras.

También existen otras enfermedades que, indirectamente, provocan una disminución o desaparición de la función de las hormonas sexuales. Un ejemplo de estas situaciones es el carcinoma de mama o de próstata (tumores estrógenos o andrógenos-dependiente, respectivamente), en los que se aplican tratamientos que bloquean la actuación de las respectivas hormonas sexuales en el paciente.

Dado que estas situaciones fisiopatológicas afectan cada vez más a un sector más amplio de la población, es fundamental conocer los mecanismos implicados en las alteraciones vasculares inducidas por la pérdida de hormonas sexuales. Sólo así se podrán aplicar estrategias terapéuticas adecuadas.

En los últimos años, el grupo de investigación de Ferrer, directora del Grupo “Hormonas sexuales y función vascular” del Instituto de Investigación del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ), ha descrito alteraciones en mediadores celulares que determinan la estructura y función vascular.

Así, han demostrado que la pérdida de hormonas incrementa el estrés oxidativo (mediante la producción de anión superóxido), disminuyendo la participación de sustancias vasodilatadoras como el óxido nítrico (NO) e incrementando otros mediadores inflamatorios y vasoconstrictores como son los prostanoides. Simultáneamente han visto que se produce una disminución del diámetro de arterias que regulan la presión arterial.

¿Beneficiosos e innecesarios?

Por otro lado, numerosos estudios han indicado efectos beneficiosos de los ácidos grasos omega-3 sobre factores individuales que regulan la función vascular, sin embargo, todavía existe controversia. Por ello, en esta última publicación, el grupo de investigación dirigido por Mercedes Ferrer ha realizado un estudio sistematizado de los factores más relevantes que determinan la función vascular, tanto en animales-controles y orquidectomizados-suplementados con ω-3 como en no suplementados con dicho ácido graso.

Es decir, ha analizado el perfil lipídico, la actividad pro- y antioxidante, la liberación de sustancias vasodilatadoras (NO) y vasoconstrictoras (prostanoides), así como su implicación en la respuesta vasodilatadora de la aorta.

Además, el modelo experimental utilizado (ratas macho orquidectomizadas, a las que se ha extirpado quirúrgicamente los testículos) es de gran interés, ya que, como se ha comentado anteriormente, el número de patologías vasculares que coinciden con niveles disminuidos de hormonas sexuales (envejecimiento, hipogonadismo, o tratamiento farmacológico del cáncer de próstata) se está incrementando.

Una dieta equilibrada y un estilo de vida cardiosaludable contribuyen al mantenimiento de una función vascular adecuada

Los resultados obtenidos mostraron que una dieta suplementada en omega-3 ejerce, en los animales orquidectomizados, efectos antioxidantes y antiinflamatorios que favorecen la respuesta vasodilatadora. Asimismo, mejoran el perfil lipídico restableciendo los niveles de colesterol, triglicéridos y de lipoproteínas de baja densidad (elevados por la pérdida de hormonas sexuales).

“Sin embargo, la administración de la misma dieta al grupo de animales sanos no produjo prácticamente modificaciones, a excepción de la disminución en el nivel de colesterol y en la actividad antioxidante en la pared aórtica”, explica la investigadora principal del estudio.

Este último resultado sugiere que una dieta suplementada en omega-3 (quizás extensivo a otros suplementos) no resulta necesaria cuando no existen patologías vasculares. En estos casos, una dieta equilibrada y un estilo de vida cardiosaludable junto con los mecanismos reguladores que posee el organismo, contribuyen al mantenimiento de una función vascular adecuada.

En el trabajo también han colaborado investigadores del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC, del Instituto Tecnológico de Veracruz de México, y del grupo de Cirugía Experimental del IdiPAZ.

Referencia bibliográfica:

Villalpando DM, Navarro R, del Campo L, Largo C, Muñoz D, Tabernero M, Baeza R, Otero C, García HS, Ferrer M. Effect of Dietary Docosahexanoic Acid Supplementation on the Participation of Vasodilator Factors in Aorta from Orchidectomized rats”. PLoS ONE. Doi:10.1371/journal.pone.0142039

Este estudio ha sido financiado por el Instituto de Salud Carlos III, la Comunidad de Madrid a través del consorcio “INSPIRA-1”, Fondo Europeo de Desarrollo Regional y Centro de Estudios de América Latina (Grupo Santander-UAM).

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