La familia de lenguas indoeuropeas es una de las más grandes del mundo y engloba la celta, germánica, itálica, baltoeslava e indoiraní, que evolucionaron a partir de un antepasado común.

Hasta ahora existían dos hipótesis sobre su origen. Por un lado, se ubicaba la procedencia de estas lenguas en el norte del Mar Caspio, en las estepas rusas, donde habrían sido diseminadas por una población de jinetes, seminómada, conocidos como Kurgan, hace unos 6.000 años.

Sin embargo, otra teoría propuesta por primera vez por el arqueólogo Colin Renfrew, señalaba a la región de Anatolia (Turquía) como la cuna de esta familia de lenguas, que habrían surgido hace entre 8.000 a 9.500 años. Esta época coincide aproximadamente en el tiempo con el comienzo de la extensión de la agricultura en el mundo, por lo que se podrían haber adoptado estos dos conocimientos a la vez.

Ahora una investigación publicada en la revista Science, y que lidera la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, confirma esta última hipótesis.

Rastreando lenguas con bilogía evolutiva

Para poner a prueba estos dos escenarios, Remco Bouckarert, autor principal del estudio, y su equipo adaptaron un método estadístico que emplean los biólogos evolucionistas para entender cómo están relacionadas las especies –por ejemplo, para rastrear el origen de los brotes de virus– dentro de en un árbol genealógico, tomando como base sus similitudes y diferencias de ADN.

En vez de comparar especies, los autores compararon los lenguajes indoeuropeos, y en vez de ADN, observaron cognados compartidos, es decir, aquellas palabras que tienen un origen común, tales como ‘mother’, ‘mutter’ y ‘madre’.

“Para un oído inexperto, idiomas como el griego, holandés, español o ruso suenan muy diferentes unos de otros, pero muestran notables similitudes. Donde el inglés utiliza ‘mother’, encontramos que el holandés emplea ‘moeder’, en ruso es ‘mitéra”, explica Bouckarert.

Tras analizar muchas similitudes sistemáticas como estas, los académicos concluyeron que estos idiomas y cientos de otros están relacionados y surgieron de una fuente común, apodado indoeuropeo, explica la investigación. Esta familia lingüística se extiende desde Islandia hasta Sri Lanka, donde se habla cingalés.

Palabras con el mismo origen  etimológico

Para establecer una relación de cognación entre palabras, es decir, determinar que están emparentadas morfológicamente, deben tener significados similares y, lo más importante, mostrar correspondencias sistemáticas en los sonidos que indiquen un origen común. Por ejemplo, la palabra ‘cinco’ tiene cognados en alemán (funf), en sueco (fem), y en holandés (vijf), que reflejan el descendiente del protogermánico (fimf).

“La identificación de este fenómeno puede ser complicada”, aseguran los expertos. En el caso de palabras como la inglesa ‘mountain’, en francés ‘montagne’, se conocen como préstamos porque reflejan contactos recientes del idioma, más que una ascendencia común.

Los autores utilizaron el árbol genealógico, conocido como filogenia, junto con información sobre las ubicaciones de las lenguas hoy en día, para inferir la ubicación y la edad de la raíz de la familia. “Los idiomas evolucionan a través del tiempo de forma similar a las especies biológicas”, aseguran.

Para ello crearon una base de datos con 103 lenguas indoeuropeas (incluidas 20 idiomas antiguos) y 207 significados que fueron analizados por expertos lingüísticas. Sus resultados apuntan a que la primera lengua indoeuropea tiene origen anatoliano, en la actual Turquía.

Referencia bibliográfica:

Remco Bouckaert, Philippe Lemey, Michael Dunn, Simon J. Greenhill, Alexander V. Alekseyenko, Alexei J. Drummond, Russell D. Gray, Marc A. Suchard, Quentin D. Atkinson. «Mapeo de los orígenes y la expansión de la familia lingüística indoeuropea», Science 337: 957 – 960, 24 agosto 2012.

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