Medición de la diabetes infantil

Medición de la diabetes infantil


En los últimos años se ha incrementado el desarrollo de diabetes tipo II en niños y adolescentes, lo cual se ha asociado al aumento de obesidad, inactividad física y mala nutrición. Si bien todavía no hay cifras precisas del número de casos, las estimaciones recientes de los organismos de salud sugieren que al menos la mitad de la población pediátrica con la enfermedad pertenece a tal clasificación.
En este contexto, el doctor Joel Rodríguez Saldaña, director general del Centro Multidisciplinario de Diabetes de la Ciudad de México, refiere que “la situación es preocupante porque si la afección causa tantos daños cuando inicia a los 40 años (por ejemplo, problemas a nivel de vasos sanguíneos y riñones, presión arterial alta, ceguera y amputaciones), las expectativas para quienes la desarrollan a los 10 o 12 años son poco alentadoras».
De manera tradicional se consideraba que la diabetes tipo I era exclusiva en niños y adolescentes, en tanto la segunda se designaba «del adulto» por suponerla privativa de la gente mayor. “Sin embargo, está demostrado que las dos formas de la enfermedad pueden iniciar a cualquier edad, pero el efecto de factores externos, como consumo abundante de comidas ricas en grasas y carbohidratos, aunado a ejercicio físico limitado ha contribuido a que la tipo II se presente en etapas de la vida cada vez más tempranas”, agrega.
De acuerdo con un estudio realizado en la Universidad de Sídney, en Australia, los pacientes con diabetes tipo II que son diagnosticados a edad temprana tienen mayor riesgo de complicaciones graves y mortalidad.
La investigación, publicada en la revista Diabetes Care, refiere que cuando la enfermedad se detecta antes de los 18 años, los afectados tienen más riesgo de daño neurológico y enfermedad renal que en quienes llevan el mismo tiempo con la enfermedad pero fueron diagnosticados entre los 40 y los 50 años.
“Se necesitan muchos años para que los pacientes desarrollen las complicaciones de la diabetes tipo II, por lo que al padecerla desde edad temprana viven más años con niveles elevados de glucosa en sangre y, como no presentan síntomas, el trastorno avanza causando daño a diversas estructuras del organismo”, explica el doctor Joel Rodríguez Saldaña.
Una vez que se ha diagnosticado el padecimiento en el menor es fundamental someterlo de inmediato a tratamiento; al respecto, el especialista menciona que «las únicas medidas que han sido aprobadas por organizaciones internacionales incluyen un plan de alimentación adecuado para cada paciente, práctica regular de ejercicio físico y mediciones de glucosa en sangre después de cada comida, a fin de llevar mejor control. Desde luego, existen medicamentos indicados para este trastorno, pero su administración en población pediátrica es limitada”.

Los comentarios están cerrados.