En Japón existe tradicionalmente una forma de resolver los problemas, que consiste en generar una opinión común a partir de varias opiniones y que aplicada al desarrollo urbano se conoce como Machizukuri, expresó en conferencia magistral Toshio Kitahara, académico de la Universidad de Chiba.

El profesor fue invitado especial del octavo taller internacional de diseño participativo “Ciudad y convivencia” organizado por la Universidad Veracruzana (UV), que se transmitió vía videoconferencia a los campus de Ixtaczoquitlán y Poza Rica.

Kitahara ha desarrollado distintos talleres de diseño urbano participativo, fundamentalmente en Brasil, México, Dinamarca, China, Corea y Taiwán.

“La vida con personas 2012. Algunos esfuerzos de Machizukuri en Japón”, fue el título de su presentación en la que abordó el desarrollo comunitario con la gente, que es una manera de conservar, restaurar y revitalizar las comunidades con la participación de los ciudadanos.

Comentó también que los japoneses por tradición dedican mayor interés a lograr relaciones armoniosas en su sociedad, a diferencia de la cultura estadounidense, que establece en gran medida otro modo de interacción a través del debate.

En ese sentido, el trabajo realizado por Kitahara y sus colaboradores fue expuesto mediante tres casos de interacción efectuados en ciudades y barrios japoneses donde se puso en práctica el enfoque de participación comunitaria de los habitantes.

“La Segunda Guerra Mundial dejó a Tokyo en ruinas” dijo, lo que llevó a poner en marcha un programa de reconstrucción desde 1945 y fue durante las décadas de los cincuenta y los sesenta que, a partir de un repunte en su economía, fue posible implementar numerosos cambios en el trazo urbano de la capital nacional.

Detalló además que el término Machizukuri está compuesto de dos palabras “machi” y “zukuri”, que traducido al español sería “hacer ciudad” o “hacer barrio”, y representa un estilo japonés de planeación y diseño comunitario; se basa en una construcción mediante consenso y el compromiso positivo de todos los involucrados.

El origen de dicho concepto reside en que tradicionalmente los japoneses esperan un tiempo a que varias opiniones se conviertan en una postura unánime.

Kitahara presentó entonces los resultados de la aplicación de este modelo en tres localidades: dos barrios de la capital, Kyojima y Gyotoku, así como en la ciudad de Chiba.

         Ambos barrios eran edificados con casas pequeñas de madera y conectados por callejones, lo que implicaba grandes riesgos en caso de desastres provocados por incendios, inundaciones o terremotos.

         La política del gobierno era establecer edificios de departamentos semejantes a los multifamiliares de México; no obstante, la población se opuso a dicha iniciativa y sugirió en cambio otra propuesta de planeación, basada en el modelo Machizukuri.

         Fue en el barrio de Gyotoku donde estudiantes de Facultad de Arquitectura de la UV pudieron participar en un proyecto de diseño participativo en 2009, mediante un taller realizado por la Universidad de Chiba. La propuesta resultante del trabajo conjunto entre los estudiantes y académicos de ambas universidades fue presentada a los habitantes del lugar.

Por último, presentó el caso de la avenida principal de la ciudad de Chiba, donde “el centro urbano había perdido su vitalidad” y fue gracias a la propuesta de colocar parasoles que se reactivó el flujo peatonal y el interés de las personas por recorrer tal espacio.

Al cabo de unos años se ha convertido en un lugar de interacción donde los habitantes pueden ofrecer productos artesanales debajo de los parasoles que ahora son realizados por ellos mismos, siguiendo lineamientos oficiales que fueron consensuados entre la misma comunidad

         “Es particularmente importante colaborar con la gente porque el objetivo es mejorar el entorno donde viven y sus propias vidas”, recalcó Kitahara, por ello el Machizukuri es un proceso que se construye a través de la participación de la comunidad, propone mejoras a través del consenso de todos los actores en cuestión.

“Aunque no se trata de un proyecto en grande, podemos ir generando mejoras sucesivas que finalmente tendrán un impacto positivo en la mejora de la calidad de vida”, afirmó.

El profesor de la Facultad de Arquitectura, Fernando Winfield Reyes, fungió como traductor del ponente, quien en la actualidad funge como coordinador del posgrado en el Departamento de Sistemas Urbanos Ambientales de la Universidad de Chiba.

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