A comienzos del siglo XX los troperos o jinetes que guiaban al ganado entre los estados brasileños de São Paulo y Minas Gerais ya hablaban de los poderes de las Aguas de Lindoia, que parecían curar diversas enfermedades. La voz se fue corriendo y llegó a oídos del médico italiano Francisco Antonio Tozzi, quien a partir de 1915 dio a conocer el lugar a nivel mundial con sus publicaciones y conferencias.

“En esta estación balnearia hay diversos tipos de agua, con elementos químicos y propiedades también diferentes”, comenta a SINC la física Marcia Barbosa, profesora en la Universidad Federal de Río Grande del Sur y toda una experta en las anomalías de las moléculas del H2O.

La investigadora destaca que en esta turística ciudad se celebran regularmente congresos científicos, entre ellos el Encontro Nacional de Física da Matéria Condensada (ENFMC), el mayor evento para los físicos de Brasil. El encuentro se organiza desde 1978, y a la edición de mayo de este año acudieron más de mil investigadores.

Llegada de Madame Curie al Hotel Gloria

Llegada de Madame Curie al Hotel Gloria

Archivo Miriam Tozzi/ Reproducción Alex Silva

Además de las conferencias y los talleres sobre física atómica y molecular, óptica, biofísica o aplicaciones médicas, por ejemplo, los participantes tienen tiempo de disfrutar del agradable entorno del balneario y, por supuesto, de sus aguas.

“La inmersión en las piscinas es interesante no solamente para las personas enfermas, sino para todo el mundo”, apunta Marcia, “aunque es verdad que algunos tipos de agua son más indicados para limpiar la piel y otros, por ejemplo, presentan radiactividad, que en dosis controladas está acreditado que ayudan a regular la presión arterial”.

Precisamente la existencia de aguas con elementos radiactivos atrajo en 1926 hasta esta localidad a toda una experta en la materia: Marie Curie, ya por entonces una científica muy popular por sus dos premios nobel.

Después de unos días en Río de Janeiro y tras un viaje en tren y coche desde São Paulo, madame Curie llegó con su hija Irene a Aguas de Lindoia, por entonces conocidas como Termas de Lindoya.

La invitación procedía del propio doctor Francisco Tozzi, quien acogió en su hotel Gloria a la ilustre invitada. En todo momento estuvo acompañada de los mejores científicos brasileños de la época, como la zoóloga y feminista Bertha Lutz, el investigador Bruno Chirstini de la Sociedad de Farmacia y Química o el profesor Paulo Guimarães da Fonseca, representante de la Sociedad de Química. “Aquellos investigadores que estuvieron con ella siguen siendo hoy en día una referencia en Brasil”, apunta Marcia.

La premio nobel recorrió los pabellones de baño, las salas de embotellamiento, las fuentes y los ‘pasillos de las emanaciones’, pero lo que más le llamó la atención fue el denominado ‘establecimiento del radio’, una piscina donde se tomó su tiempo disfrutando de las burbujas de ese gas radiactivo. Hoy está totalmente sellada y solo se puede acceder de forma restringida a través de una pequeña puerta.

“Todos los años cuando voy a Aguas de Lindoia y me sumerjo en sus aguas, me acuerdo de Marie Curie”, recuerda Marcia, “y siento su misma curiosidad por las propiedades curativas de las aguas radioactivas”.

Madame Curie camina por el balneario de Lindoya

Madame Curie camina por el balneario de Lindoya

Archivo Miriam Tozzi/ Reproducción Alex Silva

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