Economía y trabajo en el sector agrícola

Economía y trabajo en el sector agrícola


Los grandes pendientes del sector agrícola de México son el desarrollo productivo, el acceso a nuevas tecnologías y una considerable mejora en las condiciones laborales, afirmó Nelson Florez Vaquiro, profesor investigador de la Flacso México en su libro Economía y trabajo en el sector agrícola, recientemente lanzado por esta casa de estudios.

Publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, este libro busca tener una visión integral sobre cómo inicia el sector agrícola mexicano de cara al Siglo XXI. ¿Qué fortalezas tiene México para ofrecer en este sector, cuál es el panorama que enfrenta? “Cuenta además con dos importantes vertientes poco exploradas: la perspectiva de los jornaleros y la de los productores”, señala el autor.

Florez Vaquiro hace un análisis de la dimensión agrícola de México a partir de tres ejes: el económico, el laboral y la fuente de ingresos en los hogares, y para cada uno utiliza una base de datos diferente. . El análisis económico contextualiza la estructura de producción, la competitividad regional, la balanza comercial, la inversión, el crédito y la concentración de la propiedad. “Es importante resaltar las bajas tasas de crecimiento en el sector (1.4% crecimiento promedio anual en los primeros años este siglo), con una superficie cosechada que en las dos últimas décadas ha rondado las 20 millones de hectáreas”, afirma el autor.

Economía y trabajo en el sector agrícola muestra que permanece la heterogeneidad productiva con una marcada polarización, acompañada de baja productividad. En México, cerca del 40% de la producción es de autoconsumo, el principal cultivo sigue siendo el maíz, aunque cada vez ganan participación los cultivos perennes, como hortalizas, frutas y café. Se mantiene además la desigualdad territorial en el acceso al agua de riego y en la tenencia de la tierra, en su extensión, valor y capacidad productiva.

El libro pone de manifiesto “el incremento del déficit en la balanza comercial agrícola del país, la disminución de la inversión pública en el sector y el incremento y concentración territorial de la inversión y el crédito privado. A esto lo acompaña un sector agrícola con una fuerte vocación campesina y con una alta incidencia de pobreza por ingresos”, explicó el autor.

La población agrícola, más pobre, más vieja y menos protegida

Desde la perspectiva laboral, el autor resalta “la drástica reducción de la población ocupada a pesar del incremento de la población rural y el fortalecimiento de las relaciones capitalistas en el sector, que se manifiesta en la disminución de los trabajadores familiares sin pago y el incremento de los jornaleros agrícolas. A pesar de esto, no ha habido una mejora en las condiciones laborales, estas siguen siendo precarias, ya que cerca del 70% de la trabajadores agrícolas recibe como máximo dos salarios mínimos y más del 90% no cuenta con acceso a seguridad social”.

Desde la perspectiva demográfica y de género, el sector agrícola es descrito como un sector masculinizado, envejecido, con bajos niveles de escolaridad, con una alta tasa de dependencia y una fuerte presencia de trabajo infantil. Se observa, en todo caso, una mayor participación de las mujeres en los cultivos con vocación comercial y exportador y una mayor presencia de ellas como propietarias de unidades agrícolas. Existe, además, un drástico envejecimiento de la población productora y ocupada en la agricultura en relación con otros sectores de la dinámica económica.

En el ámbito de la fuente del ingreso el libro constata la frágil condición de vida de un hogar agrícola en el país, ya que el trabajo sigue siendo la principal fuente de ingreso. En la medida en que un hogar es agrícola y en especial de subsistencia, es obligado a diversificar sus fuentes de ingresos, puesto que depende menos de los ingresos por trabajo y cada vez toman más importancia las transferencias (apoyos gubernamentales y remesas) y la renta de la propiedad. Estos ingresos adicionales han contribuido a contrarrestar a que los hogares agrícolas no tengan peores condiciones de vida.

Una publicación de referencia para el sector agrícola

Economía y trabajo en el sector agrícola fue presentado por la economista Flérida Guzmán Gallangos, Directora Adjunta Académica de la Flacso México y las investigadoras de El Colegio de México Kirsten Appendini y Edith Pacheco Gómez.

Para Kirsten Appendini es “muy valioso” el análisis cuantitativo que el autor realiza en cada una de las fuentes. “Este libro es una referencia obligada para quienes quieran estudiar el sector agrícola mexicano desde distintas perspectivas, pues aporta abundante información estadística y ofrece un análisis muy ambicioso que cubre varios aspectos importantes del sector”.

Appendini rescató algunas de las preguntas al texto “¿es funcional la forma precaria de asalariado rural en la estructura capitalista? ¿Puede ser la variable demográfica la resolución al reacomodo de la propiedad?

Por su parte la investigadora de El Colegio de México, Edith Pacheco Gómez resaltó que la publicación “es una referencia también para la docencia pues nos ayuda a comprender cómo nuestros análisis y reflexiones deben ser sustentados con datos estadísticos”.

Pacheco destacó el mérito que este trabajo tiene en el sentido en el que desde la perspectiva demográfica deja de centrarse en los aspectos urbanos, como sucede usualmente, para ofrecer un estudio de lo rural que brinda un amplio panorama sobre las condiciones del sector agrícola y sus implicaciones en lo macroeconómico, laboral, productivo, demográfico y social.

Para la directora académica adjunta de la Flacso México, Flérida Guzmán el libro “abre la puerta a muchas investigaciones sobre el sector agropecuario”.

Recomendaciones del estudio

En materia de políticas públicas Nelson Florez propone un estímulo al diseño de estrategias de asociación de productores con el objetivo de generar valor agregado a la producción en los encadenamientos productivos de cada uno de los cultivos. A esto se debe sumar el diseño de estrategias de acceso a la tierra para los jovenes, la capacitación y estímulo en nuevas tecnologías. Señala el autor que la estrategia de ciencia, tecnología e innovación del país debe tener un impacto mucho más fuerte, teniendo en cuenta que debe responder y dar tratamiento diferencial en función de la heterogeneidad que presenta el sector agrícola.

Considera Florez Vaquiro que “en materia de empleo se debe promover el cumplimiento de la legislación existente, en la que los trabajadores agrícolas reciban un salario digno, con prestaciones sociales, acceso a salud y cotización para pensión, sumado a la generación de garantías de salud ocupacional y seguridad en el trabajo, de igual forma garantizar la formas de asociación y sindicalización, acompañada del combate al trabajo infantil”, señaló.

En México existen alrededor de 6.5 millones de personas ocupadas en el sector agrícola, “cifra que prácticamente equivale al número de personas que trabajan en el Estado, en el sector de la salud y educación”. El sector agropecuario es el más flexibilizado en materia laboral del país, “y este libro obedece a un intento de mantenerlo visibilizado”, señaló

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