El 1 de julio de 1909 en Montevideo, Uruguay, nace Juan Carlos Onetti, una de las glorias de las letras hispanoamericanas del siglo XX, aunque por el tono de pesimismo de su obra no llegó a grandes públicos. El tema que aparece una y otra vez en su obra es la corrupción de la sociedad, sus efectos sobre el individuo y las dificultades para encontrar una respuesta adecuada a ella.
En la secundaria abandonó la escuela y comenzó a trabajar en diferentes oficios: portero, funcionario de la Empresa Guerin, mozo, vendedor de entradas en el Estadio Centenario, vigilante de la tolva en el Servicio Oficial de Semillas y en un censo, cuyos datos recogió recorriendo el pueblo a caballo.
Durante algunos meses de 1928 y 1929 participó en la revista La Tijera, publicada junto a un grupo de muchachos de Villa Colón; en esa época se gana la vida vendiendo máquinas de sumar.
En 1930 se casó con su prima, María Amalia Onetti y la pareja se trasladó a Buenos Aires, Argentina, donde el 16 de junio de 1931 nació su primer hijo, Jorge Onetti Borges, también escritor, fallecido en 1988. En 1933 se separa de su mujer y un año más tarde, de regreso en Montevideo, vuelve a contraer matrimonio con otra prima, María Julia Onetti, hermana de María Amalia.
Asistió a la Universidad en Buenos Aires tras publicar su primera novela, El pozo (1939), donde el narrador queda efectivamente separado de su ambiente corrupto y predominantemente burocrático por una generalizada incapacidad de comunicación. En ese año es nombrado secretario de redacción del mítico semanario Marcha, donde firmaba sus críticas y colaboraciones con el popular seudónimo de Periquito el Aguador, cargo en el que se mantiene hasta 1941, cuando empieza a trabajar para la agencia de noticias Reuters y como corresponsal de la misma viaja a Buenos Aires, para después hacerse cargo de la oficina en esa ciudad, donde permanece hasta 1955, a la vez que trabaja como secretario de redacción de las revistas “Vea y Lea” e “Ímpetu”.
Estando en Argentina publica “Tierra de nadie” (1942), que muestra de nuevo el depresivo y pesimista retrato del paisaje urbano. En La vida breve (1950), además de ser el primer libro en el que el autor sitúa la imaginaria ciudad de Santa María (mezcla de su natal Montevideo y de su querida Buenos Aires), el protagonista se imagina a sí mismo como otra persona.
En Argentina, también, se casa con una compañera de trabajo en Reuters, la neerlandesa Elizabeth María Pekelharing y el 26 de julio de 1949 nace su hija Isabel María (Litti).
A fines de 1955 regresó a Montevideo y comenzó a trabajar en el diario Acción; contrajo matrimonio por cuarta vez, con la joven argentina de ascendencia alemana Dorothea Muhr (Dolly).
En Montevideo, entre 1955 y 1975 fue director de bibliotecas municipales del distrito montevideano y luego integrante de la junta directiva de la Comedia Nacional.
Su obra maestra, El astillero (1960) aparece en esta etapa; en ella retoma el tema del caos producido en Uruguay por una desmesurada burocracia, y luego en otra de sus grandes obras, Juntacadáveres (1964) trata de la prostitución y la pérdida de la inocencia. En ambos la historia gira en torno a Juan Larsen.
En 1974, con la llegada de la dictadura militar de Juan María Bordaberry, la cual lo acusaba de actividades subversivas, lo encarcelaron con el pretexto de haber sido miembro de un jurado de cuentos, y lo internaron en un psiquiátrico. El poeta español Félix Grande, entonces director de Cuadernos Hispanoamericanos, recogió firmas para lograr la liberación de Onetti. El diplomático español Juan Ignacio Tena Ybarra director del Instituto de Cultura Hispánica logró su liberación y pudo viajar a España. En Madrid escribe tres novelas más: “Dejemos hablar al viento”, la cual dedica a quien hizo esfuerzos hasta lograr su liberación, Juan Ignacio Tena, “Cuando entonces” y “Cuando ya no importe” y numerosos artículos.
Su preocupación por el exilio latinoamericano de entonces está muy presente en los artículos que escribe en España, donde fue bien recibido, país en el que permaneció hasta su muerte.
Cuando en 1985 la democracia regresa a Uruguay, el presidente electo, Julio María Sanguinetti, lo invita a la ceremonia de instalación del nuevo Gobierno; el escritor agradece la invitación pero decide permanecer en Madrid.
Juan Carlos Onetti falleció el 30 de mayo de 1994 cerca de las tres de la tarde, en una clínica de Madrid, ciudad en la que pasó los últimos 19 años de su vida, enclaustrado los cinco finales, sin salir prácticamente de su cama. Según su última voluntad, sus restos fueron incinerados.
Es galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1963 y el Premio Cervantes en 1980. En 1979 recibió el Premio de la Crítica, en España, por su libro “Dejemos hablar al viento”, votado por los especialistas en forma unánime.