A 30 años del ‘85

El doctor José Ramón Cossío Díaz, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de Ciencias. / Fabiola Trelles Ramírez/AMC.


A partir de una tragedia se está ante la elección de quedarse con la parte negativa, los bloqueos y las negaciones, o verla como generador y promotor de capacidades para transformar algo, indicó José Ramón Cossío Díaz, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a unos días de cumplirse el 30 aniversario de los sismos ocurridos los días 19 y 20 de septiembre de 1985.

Por tal motivo, los doctores Cossío Díaz y Jaime Urrutia Fucugauchi coordinaron el evento “A 30 años del ´85”, una serie de pláticas que abordarán  lo ocurrido en esos dos días, así como sus impactos y consecuencias, con la participación de expertos en áreas en las que ha sido estudiado este evento sismológico que afectó la Ciudad de México y  los estados de Michoacán, Guerrero y Jalisco, principalmente.

“Este año se cumplen 30 años del terremoto de 1985, uno de los hechos más devastadores y al mismo tiempo más importantes de la construcción social del país, creo que son, alrededor y sobre esta tragedia, muchos los efectos sociales, políticos, económicos y culturales que se ha presentado”, dijo el jurista.

En ese sentido, destacó que si El Colegio Nacional, del que él y Urrutia Fucugauchi son miembros, tiene como una de sus funciones la divulgación del conocimiento, entonces se tiene que reflexionar sobre el conocimiento y las experiencias que el sismo dejó. Por ellos se organizaron nueve pláticas sobre el tema los próximos días 23 y 24 de septiembre en la sede de la institución.

Para la actividad de los dos días, el ministro dijo que se invitaron a diversas personas como al ingeniero Sergio Alcocer para que hable del fenómeno físico y su impacto en las estructuras; al arquitecto Teodoro González de León, miembro de El Colegio Nacional,  para que comente sobre el desarrollo urbano de la ciudad  y su transformación a partir de los sismos.

También al politólogo José Woldenberg, quien detallará las condiciones políticas durante y después del sismo, “esto es muy interesante porque se ha pensado y hay una hipótesis acerca de que los movimientos ciudadanos que se constituyeron para hacer frente a la tragedia, y que posteriormente dio paso a otros movimientos, son uno de los factores más relevantes de la transformación a partir de ese momento, primero sobre la vida política y social de la Ciudad  de México, y  luego en el resto del país”.

Estará igualmente la periodista y escritora Cristina Pacheco, quien tiene la experiencia de siempre estar contando de cómo viven las personas en esta ciudad, de sus espacios urbanos, así como de las formas de socialización y convivencia; el embajador Bruno Figueroa planteará  la manera en que surgió y cuáles han sido las consecuencias y la forma en que se plasmó la cooperación internacional al respecto de México y esta práctica en el mundo.

El doctor Urrutia Fucigauchi, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, hablará de la geofísica, de los riesgos y los desastres; el psicólogo Javier Nieto Gutiérrez abordará cuál fue el impacto psicosocial de un temblor como el ocurrido en 1985; y Cossío Díaz hablará de los cambios jurídicos que se dieron con los propios temblores, como por ejemplo, qué pasó con los reglamentos de construcción y con los sistemas de protección civil.

“Creo que tomar los aniversarios como momento de reflexión es importante, primero porque está en la memoria de muchos de nosotros que tuvimos conocidos y parientes que fallecieron en este sismo, porque es importante acordarse de los muertos de uno y de los demás pues se hace un sentido colectivo, se crea empatía y eso nos mantiene un poco más humanos”.

Amplió en que esta reflexión no solo tiene la función de ir al  pasado, sino también ser prospectiva, pues consideró que el país vive situaciones dramáticas en términos de violencia, inseguridad, delincuencia organizada, crisis económica,  “y si nosotros somos capaces de entender esto como una tragedia, podríamos tener otras actitudes y conductas, ya que si del pasado pudimos inventar nuevas cosas, pensar hoy en muertos, desaparecidos, secuestrados, migrantes internos y externos, también nos debe mover a la pregunta de que si en 1985 fuimos capaces de reahacernos, por qué no reinventarnos en los temas que hoy estamos viviendo”.

Añadió que aun cuando el gran sismo del 19 de septiembre de 8.1 grados en la escala de Richter, que afectó, como se sabe, de manera importante la Ciudad de México –con miles de muertos, heridos, desaparecidos, damnificados, edificios públicos y privados y casas habitación destruidas; inmuebles en peligro de caer, interrupción en el servicio de agua, energía y teléfonos; fugas de agua y gas, rupturas en el asfalto y la paralización total del servicio de transporte público-, tuvo impacto generalizado.

“Lo que decía de la parte política, los movimientos ciudadanos que nacen aquí son movimientos que se extienden y mucho tiene que ver con escisiones y construcciones de partidos políticos en la izquierda, es darse cuenta de cómo nos narramos a nosotros mismos la tragedia, de cómo nos vimos como una sociedad más cooperativa, generosa, empática, creo que eso se trasladó a otras zonas del país, entonces sí me parece que siendo un evento que ni siquiera fue para toda la capital del país, porque se dio en el centro y centro-sur de la ciudad, tuvo repercusión, como efecto de onda, a otras regiones”.

 

Un México diferente

 

De no haber ocurrido el sismo de 1985 con la fuerza devastadora que tuvo, probablemente, dijo Cossío Díaz, seguiríamos los habitantes teniendo los malos reglamentos de construcción, seguramente no se hubiera promovido una cultura de la prevención como la que se hizo, quién sabe si los movimientos políticos se hubieran constituido como se constituyeron, quién sabe si el paisaje urbano sería como es, quién sabe cómo sería nuestra propia narrativa ante la tragedia y como él decía, de no haberse dado el hecho, tampoco siguientes generaciones se hubieran apoderado del fenómeno ni serían más atentas y alertas a fenómenos que les pudieran pasar por otro tipo de catástrofes.

“Ante las tragedias debemos tener una capacidad de transformación, no solo quedarnos en el sobresalto y  la pena que suelen acompañar a estas desgracias y que son válidas, sino decir ahora qué sigue, porque una sociedad tiene que reinventarse, tiene que tener resiliencia, tiene que aprender a  vivir con eso y trasladarse al otro lado, y eso es uno de los efectos más importantes que puede tener el seminario que ha preparado El Colegio Nacional”, aseguró el ministro quien también es integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

(AMC)

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