Ecuador es un país de vasta biodiversidad. Esta característica conocida por todo el mundo se reafirma una vez más, con la identificación de una nueva especie de lagartija: Alopoglossus viridiceps, denominada así por sus descubridores, el doctor Omar Torres Carvajal, director del Museo de Zoología QCAZ de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y Simón Lobos, licenciado en Biología por la misma universidad. Este descubrimiento se lo realizó en el marco de “Arca de Noé”, proyecto que lleva adelante la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación.

Con este hallazgo “llega a siete el número de este grupo de lagartos conocidos (en el mundo), seis de los cuales viven en Ecuador”, señala el Nuevo Herald América Latina, medio de comunicación que, junto a otros, hizo eco del descubrimiento de los científicos ecuatorianos, luego de que la investigación se publicara en la revista de acceso libre Zookeys, especializada en temas de ciencia.

Descubrir una nueva especie en el patio de la casa

Omar tiene 39 años y cerca de 15 vinculado a la investigación. Desde hace cinco años inició trabajos de investigación en el Ecuador para caracterizar la variedad de reptiles a través del estudio de su ADN (Ácido Desoxido Ribonucleico). Con este procedimiento se identificó la nueva especie de lagartija, cuya información genética revela una “diversidad oculta”, según el investigador.

“La diversidad oculta o diversidad críptica se refiere a que hay un grupo de especies con amplia distribución, donde los individuos son muy parecidos externamente. Parecen todos iguales, sin embargo al realizar estudios del ADN, al ver detalles, se identifica que evolutivamente presentan linajes distintos”, señala Torres, refiriéndose al trabajo realizado.

La especie recientemente descubierta y otros cientos de especies de reptiles se agrupan en el Museo de Zoología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

La colección de muestras para la investigación se desarrolló en el bosque nuboso de Santa Lucía de la parroquia Nanegal, al noroccidente de Quito. Llegar a este sitio no supera los 45 minutos. Por la distancia corta que separa a la urbe del bosque, Torres siente que “fue como descubrir una nueva especie en el patio de la casa”.

La investigación inició a finales de 2012 y fue parte del trabajo de tesis desarrollado por Simón Lobos para obtener su licenciatura en Biología. Su tesis de pregrado se incluyó en un proyecto investigativo mayor denominado “Caracterización genética y morfológica de especies de grupos de anfibios, reptiles y aves”, plateado y ejecutado por la PUCE y que se enmarca en el proyecto nacional “Arca de Noé”.

 

Investigar, una fascinación constante

Lo que más emociona al investigador Omar Torres, profesor de Biología de la PUCE, es la posibilidad de motivar a sus estudiantes a exteriorizar su potencial como investigadores para capturar algo que no se haya reportado antes en el mundo de la ciencia, ofrecer lineamientos para la redacción de artículos científicos y generar conocimiento.

“Ingresar a un bosque nuboso es como entrar en un territorio desconocido, no sabes lo que puedes encontrar”, dice el profesor de Biología. La apreciación es compartida por Simón Lobos, para quien la actividad investigativa está dotada de asombro constante y de una fascinación permanente, pero exige dedicación, pasión y respeto para estudiar la naturaleza.

Las escamas en tono oscuro y anaranjado en el abdomen la lagartija Alopoglossus viridiceps, descubierta en el bosque nuboso de Nanegal, “brillan como una joya”, describe Torres, aunque su mayor valor probablemente está en el aporte que su descubrimiento da a la biodiversidad del Ecuador y la información que se pone a disposición de la comunidad científica.

Simón y Omar, ahora –más que colegas- son dos ecuatorianos que comparten su pasión por la Biología. Su trabajo demuestra que la actividad científica e investigativa en el Ecuador se encamina en la dirección correcta.

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