Maíz transgénico

Maíz transgénico


Manuel Martínez Morales

Maizal hasta donde
lo postrero emblanquece,
y México se acaba
donde el maíz se muere.

Gabriela Mistral: El Maíz

La liberación de maíz transgénico en México amenaza la agricultura campesina y la gran diversidad de maíz nativo que existe en nuestro país, su centro de origen. Esta riqueza invaluable se expondría a una contaminación transgénica con consecuencias posiblemente funestas al afectar la base de la alimentación de la población mexicana y un elemento central de nuestra cultura, así como la seguridad alimentaria de la nación.

Ante esta situación resulta imprescindible un debate abierto e informado en el que participe la sociedad en su conjunto, a fin de que la toma de decisiones en torno a esta y otras tecnologías predomine el bien común por encima de intereses políticos y económicos privados.

En este contexto, recientemente se interpuso una demanda promovida por una Colectividad conformada por 53 personas y organizaciones civiles, entre los cuales están campesinos, apicultores, investigadores, intelectuales, académicos, ambientalistas, defensores de derechos humanos, artistas; con la característica común de que todos somos consumidores.

Los demandados son la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Monsanto, PHI México S.A. de C.V. (filial de Pioneer-Dupont), Dow AgroSciences de México S.A. de C.V. y Syngenta Agro S.A.

El juez Guillermo Campos Osorio, titular del juzgado federal 12 de distrito en materia civil con sede en el Distrito Federal, ordenó al Poder Ejecutivo mexicano suspender cualquier nuevo permiso para cultivar maíz transgénico a cielo abierto en México a partir del 17 de septiembre de 2013, mientras se desahoga la demanda colectiva por el derecho humano a la biodiversidad del maíz nativo, levantada por 53 ciudadanos y 20 organizaciones campesinas y urbanas

Esta orden judicial se emitió previa resolución del magistrado Jaime Manuel Marroquín Zaleta, titular del segundo tribunal unitario en materias civil y administrativa del primer circuito, quien ordenó que la demanda siguiera su curso legal. Con posterioridad, Marroquín reiteró que la suspensión de la siembra de transgénicos debe mantenerse por los riesgos de daño irreversible a la biodiversidad. La suspensión ha tenido que ser obedecida por el Ejecutivo, hasta la fecha. La demanda colectiva tiene carácter “difuso”, porque en ella se defiende el derecho de todos los mexicanos, actuales y futuros, y tiene pretensión “declarativa”, porque no busca la reparación de daños, sino la prohibición permanente de la siembra de maíz transgénico a cielo abierto en el territorio nacional.

Hay cinco razones por lo menos, apunta el especialista Antonio Turrent, por las cuales los demandantes sostienen que la biodiversidad del maíz nativo es un derecho humano de los mexicanos: la primera, porque sin los maíces nativos no se podría elaborar los 600 preparados a base de maíz nativo de nuestra cocina pluricultural, con las características organolépticas (textura, sabor, olor y color) que demandamos los mexicanos. Son más de 300 tipos de tamales, tlayudas, totopos oaxaqueños, totopoxtles del golfo, tlacoyos, tortilla de maíz pepitilla, de maíz chalqueño, pozole, elotes de cacahuacintle, etcétera, y bebidas –pozol, tascalate, tejate, tejuino–, atoles como el agrio de Ixtenco, etcétera. Lo que sí se puede preparar con maíces que no son nativos, incluyendo a los importados, es la tortilla industrial de baja calidad organoléptica que actualmente sufrimos los mexicanos urbanos.  La segunda razón: 53 por ciento de la ingesta calórica de la dieta nacional y 39 por ciento de la proteínica proviene del consumo directo del maíz. Sabemos cómo prepararlo como alimento y cómo manejarlo para evitar la contaminación con micotoxinas, que son cancerígenas. Lo que no sabríamos es cómo seguirnos alimentando sanamente si nuestro maíz fuera contaminado genéticamente por transgénicos ya que, como lo sugieren estudios recientes, su consumo por mamíferos experimentales se asocia con daños a la salud de tipo “crónico-subclínico”. La tercera razón: más de la mitad de los 8 millones de hectáreas que cada año se siembran con maíz en México son tierras desde baja calidad agrícola hasta marginales, siendo aprovechadas por millones de familias campesinas. Estas tierras y el maíz nativo los proveen de su fuente de empleo y alimentación. Las variedades modernas mejoradas, nacionales e internacionales, incluyendo a los maíces transgénicos que pretenden vendernos, no prosperan en esas condiciones. La cuarta razón: los maíces nativos y su ancestro teocintle, ambos ampliamente distribuidos en el territorio nacional, son la única fuente tangible de adaptación genética a los retos que el cambio climático traerá a la seguridad alimentaria.

La quinta razón: la nación perdería irreversiblemente la soberanía tecnológica sobre su principal alimento básico, mientras que el gobierno actual, por incompetencia o por omisión, contribuiría a la desaparición de cualquier oferta social, privada o pública de semilla de maíz común.

Ante esta situación, Monsanto, principal promotora de la siembra de maíz transgénico en México, ha puesto a trabajar a su equipo de abogados para echar abajo la resolución de los jueces. La demanda colectiva y un puñado de jueces incorruptibles que honran al Poder Judicial son lo único que impide que los intereses corporativos trasnacionales se impongan sobre el derecho humano a la biodiversidad del maíz nativo.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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