En el marco de la actividad “Martes de Lectores y Lectura” del Programa Universitario de Formación de Lectores que se realiza en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana (UV), se presentó la conferencia “De El laberinto de la soledad de Octavio Paz, a la paz del laberinto”, por el académico del Sistema de Enseñanza Abierta (SEA), Jaime Méndez Jiménez.

         “La vida de Paz fue una búsqueda sin sentido: buscó el sentido peregrino en el tiempo, recorrió el sendero de los solitarios, oscilando entre el mito y la historia de la divina pareja, lo surrealista y lo real, las ideas y las creencias, la filosofía, la literatura y la poesía. Buscándose a sí mismo, encontró al otro y, sin entreverlo, se descubrió en él”, explicó Jaime Méndez.

         Su trayecto desde un punto de salida a otro de llegada, no fue en línea recta ni en círculo, sino en espiral y en una vuelta, halló al mexicano universal, contemporáneo de todos los hombres.

         Señaló que el escritor racionaliza el mito con razón ardiente, no lo destruye: apela a mitos mexicanos para comprender nuestra realidad. Pero laberinto, soledad y Paz se convirtieron en un mito.

         Asimismo advirtió que percibir a Paz es lucir o quitar la máscara, palpar nuestra soledad y olvidarla en fiestas sagradas o profanas, “abrirnos y cerrarnos, separarnos de Dios y del semejante, pero felizmente reencontrarnos y comulgar en el amor, aceptar enlabierintados y tratar de salir del laberinto. Todo en la dialéctica cósmica del big bang”.

         Octavio Paz es desenterrador, quita el manto que oculta y cubre el subsuelo, desentierra muertos y descubre que están vivos: es el México vivo pero sepultado con nuestras representaciones, deseos, impulsos, represiones, inhibiciones, remembranzas, contradicciones, ilusiones y afanes, lo que somos y hemos vivido, mencionó Jaime Méndez.

         En El laberinto de la soledad Octavio Paz se percata que una clase de mexicanos se extravía en el laberinto porque interpreta erróneamente la historia de México.

         Al fracturar su relación con el creador y romper con el universo, Adán es expulsado del jardín, conoce el miedo y experimenta la soledad.

         “En la alegría los mexicanos deambulamos en el propio laberinto autóctono, conviviendo con un pavoroso Leviatán, monstruoso peor que el cretense, violento, sanguinario y antropófago que ha devorado a decenas de miles y quiere destruirlos.”

         Ante un nutrido grupo de quienes semana tras semana asiste a conferencias, lecturas y comentarios de variados libros de la Biblioteca del Universitario, Jaime Méndez Jiménez comentó que aun cuando el libro El laberinto de la soledad es uno de los textos más vendidos, no significa que sea el más leído.

Los comentarios están cerrados.