Los delfines de Canarias acumulan altos niveles de contaminantes tóxicos que podrían afectar negativamente a su organismo, al dañar sus sistemas endocrino, inmunológico y reproductivo, según revela un estudio llevado a cabo entre 2010 y 2013 con la colaboración de  la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Fundación Loro Parque.

Este proyecto presenta por primera vez pruebas de la bioacumulación de compuestos químicos en delfines vivos en libertad, según indican a sus responsables, gracias a que no solo se han tomado como referencia los datos proporcionados por las necropsias de los ejemplares que varan en la costa enfermos o muertos.

Los investigadores han encontrado niveles elevados de muchos contaminantes orgánicos considerados persistentes, como diferentes bifenilos clorados –sustancias hoy prohibidas, pero que aún aparecen en algunos aparatos electrónicos y químicos antiguos– e hidrocarburos aromáticos policíclicos, presentes en el petróleo, el carbón, los depósitos de alquitrán y otros combustibles. Algunos de estos elementos han sido identificados como propiciadores de cáncer, mutaciones y alteraciones embrionarias.

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