Los psitácidos (loros, pericos y guacamayas) son una de las familias de aves más amenazadas en el mundo, esto se debe en parte a su colorido plumaje y a su capacidad de ser sociables, éstas son algunas de las razones por las que han sido perseguidas para el comercio ilegal. En el caso de las guacamayas, un factor extra es que a pesar de tener una vida larga se reproducen a una tasa muy baja.

Uno de los intentos por revertir la extinción de estas especies, es la reproducción en cautiverio, un caso particular es el de la guacamaya roja a la que recientemente se le ha reintroducido en la zona donde existía originalmente en México.

La reintroducción de una especie en un lugar en el que dejó de existir (como sucedió con la guacamaya roja en la región de Los Tuxtlas en Veracruz donde se reportó su desaparición a partir de la década de los 70 del siglo pasado), es un proceso complejo conlleva tiempo y sólo se considera exitosa a partir de la reproducción de la segunda generación de los individuos reintroducidos.

En el trabajo Reintroducciones de psitácidos y sus factores de éxito publicado en la revista Biological Conservation en el año 2012, un grupo de investigadores encabezados por Thomas White, establecen que para el primer año de una reintroducción la sobrevivencia del 50% o más de los individuos liberados puede ser definido como un caso de éxito, y lo que se espera después es que las aves se reproduzcan.

Uno de los problemas a superar, en el caso del Proyecto de Reintroducción de la Guacamaya Roja en Los Tuxtlas, está relacionado con que no existe una población originaria que les pueda enseñar, a los especímenes del primer grupo liberado, las habilidades para sobrevivir, por lo tanto van a tardar más en independizarse. Esto a pesar de que en el proceso previo a la liberación, las guacamayas tuvieron un programa de preparación que tuvo como objetivo enseñarles a protegerse de los depredadores, así como presentarles la variedad de plantas y árboles de los que se pueden alimentar.

Sobrevivir en la selva

Después de la liberación de 27 guacamayas de la subespecie Ara macao cyanoptera el pasado 14 de junio, comenzó el registro de los lugares a los que se dirigen, para ello una guacamaya de cada grupo (debido al carácter social de la especie conforman grupos) tiene un radiotransmisor, cuya pila dura año y medio, y el rango de detección va de dos a tres kilómetros.

Con la estrategia anterior se identificó que las guacamayas han explorado la zona y además buscan los árboles, sin embargo la idea es orientarlas hacia la zona núcleo 2 para que encuentren suficiente alimento. Por el momento los participantes del proyecto siguen colocando comida en los comederos ubicados fuera del aviario, y a las guacamayas les han remarcado el símbolo que tienen en el pico y que está asociado al nombre de cada una, para así poder identificarlas individualmente y al mismo tiempo observarlas de lejos.

Si bien, se había planeado la llegada de otro grupo de guacamayas, al aviario instalado en la Reserva Ecológica “La Otra Opción”, para su entrenamiento y posterior liberación, Patricia Escalante habló de posponerlo hasta el siguiente año, lo que no significa que el proyecto se cancele, “lo que queremos es cuidar de este grupo de guacamayas, dejarles todo el espacio alrededor del aviario y hacer los ajustes necesarios para que el siguiente grupo tenga mayores posibilidades de sobrevivir”.

En resumen, respecto a la situación actual de las guacamayas, se puede hablar de dos decesos naturales comprobados: una de estas dos guacamayas murió después de una tormenta, el cuerpo estaba bajo de peso lo que indica que quizás no encontró suficiente alimento, de la otra guacamaya se encontró sólo un ala por lo que se infiere que fue atacada por un depredador.

Mención aparte merecen cinco guacamayas que se alejaron demasiado y fueron declaradas como extraviadas, al momento dos han sido encontradas; una de ellas fue rescatada por una familia en la comunidad de Texalpan de Arriba (situado en el Municipio de San Andrés Tuxtla a 35 km de distancia del sitio de liberación) a donde llegó por ella misma; la familia devolvió el ave a las autoridades que iban acompañadas de estudiantes de la doctora Escalante. La otra guacamaya fue encontrada muerta y sin plumas al otro lado del Lago de Catemaco, por lo que se ha solicitado una necropsia para determinar la causa de muerte.

Además de seguir con la búsqueda de las tres guacamayas desaparecidas, se van a colocar más radiotransmisores para llegar a 15 en total y tener un monitoreo más completo de las guacamayas.

Nidos artificiales

Como parte del proyecto que busca la reintroducción de esta ave en la región de Los Tuxtlas, y con el apoyo otorgado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y la Reserva de la Biosfera “Los Tuxtlas”, ya se situaron ocho nidos artificiales en la Reserva Ecológica “La Otra Opción”, aunque el objetivo es llegar a 20 nidos en dos meses.

Lo que se debe tomar en cuenta es en dónde y a qué altura del árbol se colocan, para después observar el comportamiento de las guacamayas. “En la selva hay mucha competencia por los huecos, y es probable que algunos depredadores también los ocupen, entre ellos la martucha (de la misma familia que los hurones y las comadrejas) y el halcón de collar”, detalló la doctora Patricia Escalante del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (IBUNAM).

Algunos factores que ponen en riesgo la supervivencia de las guacamayas son: las tormentas que destruyen sus sitios de anidación, las posibles intoxicaciones por alimentos desconocidos, además de la competencia por las cavidades entre las guacamayas y otras especies, sin olvidar el posible saqueo del ser humano.

En entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias, la investigadora explicó que son tres los materiales que se utilizan en la construcción de los nidos artificiales para la guacamaya roja: la madera, el PVC y el polipropileno. El potencial de esta herramienta para la recuperación de las poblaciones es alto, debido a que las parejas de guacamayas utilizan estos nidos de manera recurrente una vez que se los han apropiado.

A partir de las observaciones que los integrantes del proyecto han realizado, se ha identificado que las guacamayas visitan un grupo de árboles que están conectados a la zona núcleo 2 de la Reserva de la Biosfera “Los Tuxtlas”, y en estos árboles se van a instalar los nidos restantes.

La doctora Patricia Escalante no sólo coordina el proyecto para reintroducir a la guacamaya roja (Ara macao cyanoptera) en Los Tuxtlas, también ha participado en el proyecto encabezado por el doctor Juan Esteban Martínez del Instituto de Ecología A.C (Inecol) que busca la reintroducción de la paloma del Socorro.

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