Microscopio de Anton van Leeuwenhoek

Microscopio de Anton van Leeuwenhoek


Sandra Isabel Jiménez Mateos *

Cuando el 17 de septiembre de 1683 Anton van Leeuwenhoek escribió a la Real Academia de Londres describiendo los ‘animáculos’ que había observado al microscopio, no sabía que aquella sería la primera vez que alguien describía el aspecto de una bacteria.

Tampoco tenía la más mínima idea que con ello se estaba convirtiendo en el padre de la microbiología y precursor de la microbiología celular.

Anton van Leeuwenhoek nació en Delft, Países Bajos, el 24 de octubre de 1632. Era hijo de los menonitas comerciantes de cestas Philips Teunisz Leeuwenhoek y Margriete Jacobsdr van den Berch, casados en esa misma ciudad el 30 de enero de 1622, y que vivían en una casa acomodada de la calle Leeuwenpoort. Antes de cumplir seis años, dos de sus hermanas menores y su padre habían fallecido, y su madre volvió a casarse en 1640; enviaron a van Leeuwenhoek a un internado en el pueblo de Warmond, cerca de Leiden, y poco después fue a vivir con un tío en Benthuizen, un pueblo situado al nordeste de Delft.

Lo más curioso es que, Van Leeuwenhoek no era investigador, ni trabajaba en un laboratorio, si no que era un hombre con actividades de lo más variadas: comerciante de telas, topógrafo, catador de vino y funcionario de su ciudad natal, Delft (hoy Holanda).

A los 16 años, al fallecer su padrastro, su madre lo envío como aprendiz a Ámsterdam, como tratante de telas, por lo cual no tuvo trato con el mundo de la ciencia.

Su primer microscopio lo vío hasta los 21 años y era una lupa montada en un pequeño soporte que era utilizado por los comerciantes de telas para ver la composición y textura de los textiles.

El aparato le fascinó, pero fue hasta que conoció el libro de su contemporáneo Robert Hooke, Micrographia, que se dispuso a elaborar lentes y construir sus propios microscopios simples. A partir de entonces emepezó a construir lupas de mejor calidad e instrumentos para soportarlas, aprendiendo por su cuenta el soplado y pulido de vidrios.

Con grandes dosis de paciencia y agudeza visual, fabricó el mejor aparato de su tiempo; conseguía aumentar los objetos más de 200 veces.

Fue a partir de 1673, cuando Van Leeuwenhoek decidió contar todo aquello que encontraba en sus placas a la Real Sociedad de Londres e inició una extensa correspondencia que llega a su punto culminante el 17 de septiembre de 1683.

El primero en tomarlo en cuenta es el médico y anatomista neerlandés Reinier de Graaf, que es quien presenta las primeras observaciones de van Leeuwenhoek a la Royal Society en 1673. En esas descripciones tempranas explica la forma en la que ve el moho y el aguijón de la abeja. Ahí comienza un intenso intercambio de cartas entre van Leeuwenhoek y los miembros de la sociedad científica londinense, correspondencia que proseguirá durante casi 40 años, hasta su muerte en 1723

Diez años después de la primera misiva, una carta describía lo que el incipiente microbiólogo encontró al estudiar una muestra obtenida de su dentadura: “casi siempre vi, con gran asombro, que en la masa blanca había muchos pequeños animáculos vivientes moviéndose graciosamente”.

Según el neerlandés, “había tal cantidad de animáculos que toda el agua parecía estar viva”. De esta manera, Van Leeuwenhoek se convirtió en el padre de la microbiología experimental. Además de ser el primero en describir bacterias, también observó al microscopio fósiles de foraminíferos, células sanguíneas y del esperma de animales, nemátodos y rotíferos.

Van Leeuwenhoek llevaba sus observaciones movido por la curiosidad, sin una metodología definida, por su falta de formación académica, pero si con apuntes minuciosos que se reflejaban en su correspondencia.

Constantijn Huygens escribió: «Se puede ver cómo el buen Leeuwenhoek no se cansa de hurgar por todas partes hasta donde su microscopio alcanza, y si buena parte de otros muchos más sabios hubieran dedicado el mismo esfuerzo, el descubrimiento de cosas bellas iría mucho más lejos».

La Royal Society lo admite como miembro en 1680, y la Academia de las Ciencias de París lo admite como miembro correspondiente en 1699.

A su muerte, legó 26 microscopios a la Royal Society que nunca fueron utilizados y que, un siglo más tarde, se habían perdido. El 29 de mayo de 1747, dos años después de la muerte de su hija María (única sobreviviente de sus 5 hijos), se vende un lote de más de 350 de sus microscopios, así como 419 lentes. 247 microscopios estaban completos, muchos conservando todavía el último espécimen observado. Dos de estos instrumentos tenían dos lentes y uno contaba con tres.

Su desarrollo tecnológico presentó grandes avances para su época, pues sus mejores aparatos conseguían más de 200 aumentos.

Pero, como no dejó ninguna indicación sobre sus métodos de fabricación de las lentes, tuvieron que transcurrir varias décadas para disponer de nuevo de aparatos tan potentes. Por lo mismo de su falta de apuntes al respecto, se ignora cómo iluminaba los objetos observados así como su potencia. El más potente de sus instrumentos conservados hoy en día tiene una tasa de ampliación de 275 veces y un poder de resolución de 1,4 μm.

Anton van Leeuwenhoek murió el 26 de agosto de 1723 en Delft, a la edad de 90 años. El 31 de agosto fue enterrado en la Oude Kerk (Iglesia Vieja) de la ciudad.

* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana

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