En el tiempo que te tomas en parpadear, un moscardón ha podido batir sus alas 50 veces. Utilizando una maquinaria de diminutos músculos que dejaría en ridículo al mejor reloj suizo, estos animales son capaces de alzar el vuelo y dirigir sus diminutos cuerpos con una precisión asombrosa.

A los científicos siempre les han intrigado los secretos del vuelo de los insectos pero se han topado con la dificultad de que el engranaje muscular se oculta dentro del tórax, completamente invisible al ojo humano. Ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford, el Imperial College y el Instituto Paul Scherrer (PSI) ha adaptado la técnica de la tomografía axial computarizada para ver el vuelo de los insectos desde dentro. Utilizando la luz sincrotrón del  Swiss Light Source (SLS) han obtenido imágenes en 3D nunca vistas del vuelo de un moscardón. 

Las imágenes ofrecen una visión del funcionamiento interno de uno de los mecanismos más complejos de la naturaleza y, como se puede observar en el vídeo, muestran que las deformaciones estructurales son la clave para entender cómo controlan la elevada cadencia del aleteo. 

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