Sandra Isabel Jiménez Mateos *
Julio César era un gobernante carismático de la Roma imperial que dominaba buena parte del mundo conocido por los europeos Antes de Cristo, con una muy buena fama pública, pero también era un autócrata, precisamente porque se sentía respaldado por la mayoría de los habitantes de la ciudad.
Esa mañana del 15 de marzo del año 44 A.C., Clapurnia, esposa de Julio César, le pidió que no saliera de casa, porque presentía que algo malo le podría pasar.
El 10 de octubre del 2012, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, anunció que un grupo de investigadores integrados al mismo, había identificado el lugar exacto donde fue apuñalado Julio César, justo en el centro del fondo de la Curia de Pompeyo, ubicada en una plaza en pleno centro de la capital de la ahora Italia, pero cerrada al público.
La historia registra que ese día también Julio César tuvo sentimientos parecidos a los de Calpurnia, su esposa, pues le narró a ella que había soñado que ascendía al cielo, por encima de las nubes, de la mano de Júpiter, el principal Dios de la mitología romana.
Pero además ese día César se mostraba mal físicamente, con un profundo cansancio y con náuseas. Según escribió el historiador romano Suetonio, en su obra «Vidas de los doce césares» (De vita Caesarum, en latín) el dictator quería quedarse en su casa y enviar a su general cercano Marco Antonio al senado para disolver la sesión.
Tal vez avisado, quizá por casualidad, Décimo Junio Bruto Albino, uno de los principales conspiradores, llegó a la casa de Julio César y lo convenció de ir al senado, diciéndole que de no presentarse quedaría en ridículo si cancelaba la sesión por un sueño de su esposa, pero también le dijo que si continuaban sus malestares debía presentarse en el Senado y decirle en persona a los senadores su situación y ahí posponer la sesión.
Tal vez por esos malestares, Julio César no hizo caso al aviso que le entregaron del complot. El historiador Nicolás de Damasco menciona que cerca del cadáver se encontró un papel con la advertencia, la cual se supone que le fue entregada por Artemidoro de Damasco, un profesor de griego cercano a Bruto, en su camino hacia el Senado, mientras era rodeado por una multitud que siempre se le acercaba.
En 2012, el equipo del CSIC anunció que el lugar exacto del magnicidio ocurrió justo en el centro del fondo de la Curia de Pompeyo, en un lugar marcado con una estructura de hormigón de tres metros de ancho por más de dos de alto, colocada por orden de Augusto, hijo adoptivo y sucesor de Julio César, para condenar el asesinato de su padre.
De hecho, esa estructura fue lo que dio la clave a los científicos para determinar el punto exacto en el que Julio César recibió puñaladas asestadas por los senadores complotados para asesinarlo.
La plaza donde están los restos del edificio del Senado se encuentra en la denominada área arqueológica de Torre Argentina, en pleno centro histórico de Roma.
“Siempre se supo que Julio César fue asesinado en la Curia de Pompeyo el 15 de marzo del 44 a.C., porque los textos clásicos así nos lo transmiten, pero hasta ahora no se había recuperado ningún testimonio material de este hecho tantas veces representado en la pintura historicista y en el cine”, mencionó el investigador del CSIC Antonio Monterroso, que trabaja en Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales de esa institución y parte del equipo que realizó la localización exacta.
Después de la muerte de Julio César, las fuentes clásicas mencionan que el sitio fue clausurado años después del asesinato, y que el sitio se convertiría en una capilla-memoria.
Antonio Monterroso, al anunciar la ubicación del sitio exacto, refirió que el sitio se clausuró «con una estructura rectangular organizada conforme a cuatro muros que delimitan un relleno de hormigón. Lo que no sabemos es si esta clausura supuso también que el edificio dejara de ser completamente accesible”.
En la misma plaza de Torre Argentina, además de la Curia de Pompeyo, los investigadores estudiaron los restos del Pórtico de las Cien Columnas (Hecatostylon), para «entender mejor ese sentido de clausura y lugar funesto que describen los textos clásicos”, añade Monterroso.
Ese es un complejo monumental de unos 54,000 metros cuadrados, construido por Pompeyo Magno, uno de los más grandes militares de la historia de Roma, para conmemorar sus triunfos militares en Oriente, iniciando las obras en l año 55 a. C.
“Es muy atractivo, en sentido cívico y ciudadano, que miles de personas tomen hoy el autobús y el tranvía justo al lado de donde hace 2.056 años fue apuñalado Julio César, o que incluso vayan al teatro, pues el principal de la capital, el Teatro Argentina, se encuentra muy cerca igualmente”, indica Monterroso.
El proyecto, con una duración de tres años, cuenta con el beneplácito y la colaboración de la Sovraintendenza ai Beni Culturali del Comune di Roma, con el apoyo financiero del Plan Nacional 2008-2011 del Ministerio de Economía y Competitividad y con el respaldo de la Escuela Española de Historia y Arqueología del CSIC en Roma.
* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana