Sandra Isabel Jiménez Mateos *
El 20 de marzo de 2003 una fuerza multinacional invadió Irak buscando derrocar a Saddam Hussein. Las tropas invasoras lograron llegar a Bagdad el 6 de abril de ese año.
Así, el 8 de abril la lucha era en las calles de la capital iraquí.
Ahí, en el centro de la ciudad está el Museo Nacional de Irak, que recibió múltiples proyectiles.
Y ese día empezó el saqueo del Museo.
De ahí se calcula que fueron sustraídos cerca de 170,000 objetos, todo lo descubierto en los yacimientos arqueológicos de Irak en los últimos 80 años.
El robo fue planificado con anterioridad a la invasión por la American Council for Cultural Policy (ACCP) creada seis meses antes por el ex-dirigente de la Organización Sionista Mundial Guido Goldman, la cual agrupaba a «expertos» abogados, hombres de negocios e intermediarios de arte de dudosa reputación, todos firmes militantes de abolir en todos los países las políticas proteccionistas hacia el patrimonio histórico o artístico, para actuar como intermediarios y principales beneficiarios.
En lo formal la ACCP pidió al Pentágono y al gobierno de Reino Unido que garantizaran la seguridad del Museo.
Pese a tener pleno conocimiento de los riesgos, el gobierno de Bush, contraviniendo toda la legislación internacional no protegió ni el Museo ni la biblioteca. Fue el colaborador necesario.
Irak es considerado una de las cunas de la civilización. Antes de la invasión estadounidense, el Museo Nacional -construido en 1926- era considerado una de las joyas de la arqueología mundial, y contaba con elementos de la Edad de Piedra, de la Época Bíblica y de la Cultura Islámica.
El museo contenía las colecciones más importantes sobre la historia de la antigua Mesopotamia, cuna de las civilizaciones sumeria, babilónica y asiria, a las que la humanidad debe la invención de la escritura, la ley escrita y las primeras ciudades.
El museo mantuvo su tremenda importancia arqueológica incluso durante el periodo de Saddam Hussein.
Después de que se hizo internacional el conocimiento del saqueo que había sufrido el Museo, y que empezaron los reclamos y protestas, el gobierno de Estados Unidos formó un grupo para investigar los robos.
Poco a poco se fueron recuperando varias piezas. El ministro iraquí de Turismo y Antigüedades, Qahtan Abbas, afirmó el 23 de febrero de 2009, durante la reapertura del Museo después del gran robo que sufrió, que unas 6.000 piezas pudieron ser recobradas.
Entre las piezas que no se habían podido recuperar faltan entre 40 y 50 de gran importancia histórica, de acuerdo con la Unesco.
Entre quienes sustrajeron piezas se hizo referencia a soldados estadounidenses, aunque versiones más amables apuntaban que sólo observaban sin inmutarse como los saqueadores se llevaban las piezas.
Según publicó BBC Mundo en el momento, las fuerzas de la coalición «no tenían obligación de intervenir».
La reapertura, más bien fue simbólica, porque se dijo que el museo aún no estaba preparado, porque no se habían terminado de recatalogar los fondos, ni dispone de medidas de seguridad adecuadas, por lo que las visitas se restringieron a grupos de estudiantes, y a turistas, previa cita.
En ese momento permanecieron cerradas 18 de sus 26 galerías. De las ocho que se han acondicionado, una contenía las piezas devueltas por los iraquíes y otra las que se han interceptado fuera del país. Los afortunados podrán ver además los famosos toros alados de la época asiria que se salvaron gracias a que los conservadores los protegieron como pudieron.
- Investigadora académica del IIESES de la Universidad Veracruzana