¿Recuerdas ese viejo juego del teléfono descompuesto, en el que una fila de personas murmuraba algo al oído de la siguiente en la línea? Al llegar a la última, esta decía en voz alta el mensaje acarreado y resultaba ser radicalmente diferente. Este pequeño juego nos ayuda a comprender cómo funciona nuestra memoria.
Resulta, según una investigación de la Northwestern Medicine, que cada vez que recordamos un evento del pasado, las redes de nuestro cerebro cambian de una manera que puede alterar la próxima vez que recordemos lo sucedido, así que en la siguiente ocasión podríamos hacerlo de una forma diferente sin siquiera percatarnos del asunto.
Según la investigación, “una memoria no es simplemente una imagen sacada de un archivo cuando viajamos al pasado en nuestro cerebro, si no que puede ser una imagen distorsionada por las ocasiones en que la rememoramos, a tal punto que puede tornarse completamente diferente y falsa”, dijo Donna Bridge, de la Northwestern University, y autora líder del artículo recientemente publicado en el Journal of Neuroscience.
La razón de estas alteraciones, dijo Bridge, se debe a que la memoria humana siempre se está adaptando, no es estática, de hecho, si recordamos algo en un nuevo contexto e incluso si nos encontramos en un estado de ánimo diferente, el recuerdo puede integrar nueva información que no estaba en el evento original.
Para el estudio, se juntó a un grupo de personas a las que se les mostró una serie de 180 objetos únicos en una pantalla, durante tres días se evaluó la capacidad para retener la información. El primer día, durante una sesión de dos horas, los participantes se dedicaron a aprender la locación de los objetos, el segundo día se les presentaron los objetos en un orden diferente para que los participantes los reacomodaran a su posición original, el tercer día se les pidió lo mismo.
Los resultados demostraron que ninguna persona logró recordar totalmente la posición de cada uno de los objetos y que durante el tercer día, las personas que habían tenido un desempeño aceptable durante la segunda sesión, se equivocaron con objetos que previamente habían acomodado bien. También se observó que los errores que cometieron durante la sesión dos, influenciaron la forma en que el grupo colocó lo objetos en el día tres, es decir, que el recuerdo fue alterándose de acuerdo a la última vez que se retomó, dejando más y más atrás el recuerdo original.
Como parte del estudio también se analizaron los impulsos cerebrales producidos durante los recuerdos, y se observó que mientras más asentado se encuentra un recuerdo, mayor actividad se presenta, lo contrario a los recuerdos a corto plazo, asimismo, cuando recordamos un mismo evento, la actividad cerebral no sigue exactamente el mismo recorrido o patrón, por lo cual, a veces tendemos a cambiar o derivar las memoria en otras.
Así que entre más queramos recurrir a un recuerdo, existe el riesgo de cambiarlo, por lo que hay que cuidar de esos momentos que queremos mantener inalterados.
Referencias:
D. J. Bridge, K. A. Paller. “Neural correlates of reactivation and retrieval-induced distortion”. Journal of Neuroscience.