Las poblaciones nómadas de cazadores-recolectores del norte de Europa comenzaron a domesticar cerdos de diferentes tamaños y colores hace unos 7,000 años, 500 antes de lo que se pensaba. Hasta ahora no existían evidencias de que hubieran tenido acceso a otros animales domésticos que no fueran los perros, según una investigación liderada por científicos de la Universidad Christian Albrechts de Kiel (Alemania) que publica la revista Nature Communications.

Las comunidades europeas del Mesolítico –hace alrededor de 12.000 a. C.–se dedicaban a la recolección y la caza de presas silvestres. Por el contrario, los indígenas posteriores del Neolítico, que emigraron a la región desde el sur entre el 5.500 y 4.200 a. C., realizaban labores agrícolas, de explotación de plantas y domesticación de animales como ovejas, cabras, vacas y cerdos.

Según el registro arqueológico del norte de Europa, hubo un largo período de coexistencia entre las últimas comunidades de un grupo y las primeras del otro.

“Nuestro estudio se centra en la cultura Ertebölliense del sur de Escandinavia y el norte de Alemania. En la parte sur, existía una estrecha proximidad geográfica con las comunidades agrícolas del Neolítico, la cultura de la cerámica de bandas y la posterior a esta”, declara a SINC Ben Krause-Kyora, coautor del estudio. “Sugerimos una comunicación esporádica entre ambas culturas”, añade.

Hasta el momento, no existían evidencias de que los cazadores-recolectores del Mesolítico Tardío hubieran tenido acceso a otros animales domésticos que no fueran los perros.

Intercambio de animales domésticos

La cultura Ertebölliense aprovechaba los recursos marinos para comer; y los ungulados salvajes, especialmente los jabalíes, eran un complemento importante de su dieta.

En contraste, las poblaciones de principios del Neolítico explotaban el ganado ovino y caprino domésticos. Ambos eran originarios del Cercano Oriente, ya que no existían progenitores de estas especies silvestres en Europa. “Lo que sí es posible es que parte del ganado vacuno y porcino doméstico tuviera un origen local debido a la distribución euroasiática de jabalíes y toros salvajes”, apunta Krause-Kyora.

Los investigadores analizaron ADN antiguo para determinar si los cazadores-recolectores del Mesolítico en el norte de Alemania también adquirieron animales domésticos de sus primeros vecinos del Neolítico.

“Determinamos el color del pelaje y la ascendencia materna mediante el análisis del ADN nuclear y mitocondrial. A partir de muestras de 63 dientes de antiguos ejemplares de cerdos encontramos pruebas de que tenían ADN mitocondrial tanto de ascendencia oriental como europea. También que los cerdos domésticos estaban presentes en la región aproximadamente 500 años antes de lo que se había demostrado previamente”, aseguran los científicos.

También documentaron una variación en el gen MC1R, asociado con el color del pelaje, que se utiliza como un marcador de la hibridación entre los cerdos domésticos y los salvajes.

“La presencia de este gen nos lleva a pensar que las poblaciones del Mesolítico aprovecharon cerdos domésticos de diferentes tamaños y colores mucho antes de lo que se pensaba. Esto pudo no haber sido clave en su alimentación, pero sí tuvo que contribuir a la apertura hacia nuevas formas de subsistencia y posibilidades tecnológicas”, concluye.

Referencia bibliográfica:

Ben Krause-Kyora, Almut Nebel et al. “Use of domesticated pigs by Mesolithic hunter-gatherers in northwestern Europe” Nature Communications, 27 de agosto de 2013 DOI: 10.1038/ncomms3348 | www.nature.com/naturecommunications

Mandíbula inferior de cerdo domesticado

La mandíbula inferior de uno de los primeros cerdos domesticados en lo que hoy es Schleswig-Holstein (Alemania)

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