Hablar de ensayos clínicos para controlar el VIH y el sida siempre despierta expectativas. Este ha sido el caso de un nuevo estudio, publicado hoy en el New England Journal of Medicine, que muestra una terapia génica capaz de reducir la carga viral sin necesidad de antirretrovirales.
Liderado por investigadores de la Universidad de Pensilvania (EE UU), este estudio en fase I revela el éxito de la ingeniería genética en las células inmunitarias de doce pacientes VIH positivos para resistir la infección.
En seis de ellos se pudo observar la disminución de las cargas virales al retirarles durante doce semanas los medicamentos antirretrovirales, e incluso, uno de los pacientes consiguió controlar el virus reduciendo su carga a niveles indetectables.
Los científicos utilizaron una nueva tecnología conocida como dedo de zinc nucleasa (zinc finger nuclease, ZFN) para desarrollar esta terapia de células T, responsables de coordinar la respuesta inmune celular.
“Es una tecnología que tiene dos partes: los zinc fingers se unen a una molécula específica de ADN y la otra parte de la proteína, la nucleasa, corta el ADN”, explica a Sinc Pablo Tebas, investigador español que dirige la Unidad de Ensayos Clínicos del sida perteneciente a la institución norteamericana, uno de los dos centros en los que se completó el estudio.
“Como a la célula no le gusta tener un corte en el ADN lo pega de nuevo. Y como no lo hace bien porque lo pega de forma inmediata, básicamente corta el gen al que se ha unido. Es una forma selectiva de quitar una secuencia específica de ADN del genoma, en este caso el gen que el virus del sida usa para entrar en la célula CD4”, añade Tebas, primer autor del trabajo.
Las células CD4 son las que dirigen el ataque contra las infecciones. Según cuenta el experto español, que se formó en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, desde hace muchos años se sabe que el virus del sida necesita esa proteína (el correceptor CCR5) para poder entrar en la célula e infectarla.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo analizó dos cohortes de seis pacientes cada una, todos tratados con infusiones individuales de unas 10.000 millones de células con VIH –a las que se previamente se ‘eliminó’ el CCR5 de los cromosomas y se volvieron a poner dentro del paciente– entre mayo de 2009 y julio de 2012.
A la mitad de ellos se le quitó la terapia farmacológica durante las doce semanas de tratamiento, a partir de la cuarta semana tras la infusión, mientras que los otros seis mantuvieron los medicamentos antirretrovirales.
“Se sabe que estas infusiones son seguras y tolerables porque alrededor del 1% de la población no tiene esa proteína. Es una mutación que hace que esa proteína no sea funcional, lo que convierte a dicho porcentaje de personas en resistente al virus del sida”, subraya Tebas.
Optimismo con prudencia
Mediante la inducción de estas mutaciones, los científicos redujeron la expresión de proteínas de superficie de CCR5. Sin ellas, el VIH no puede entrar. De esta manera las células de los pacientes se volvieron resistentes a la infección.
Los resultados publicados hoy revelan que estas células genéticamente modificadas sobreviven más en presencia del virus del sida, es decir, tienen una ventaja para sobrevivir al no poderse infectar.
Así, las cargas virales se redujeron en cuatro personas cuyo tratamiento fue interrumpido durante doce semanas. Además, una de las cargas se redujo por debajo del límite de detección en un paciente que resultó ser heterocigoto para la mutación del gen delta-32 CCR5 (la naturaleza ya había hecho la mitad del trabajo y había quitado uno de los dos genes).
Sin embargo, los autores son prudentes y matizan los hallazgos logrados. “No es que controle el VIH en los pacientes. De hecho, de los seis pacientes solo uno controló realmente el virus. Pero es un primer paso en el camino para dominar el virus sin tratamiento antirretroviral”, sostiene Tebas.
“El estudio ha demostrado que se puede editar el genoma utilizando esta tecnología, que es seguro, que no se ha asociado con efectos secundarios –hemos seguido a los pacientes durante tres años y están bien– y que funciona”, afirma el autor español.
“Estas células realmente no se infectan con el virus del sida y sobreviven más con su presencia en la sangre”, continua. “Todos los pacientes volvieron a empezar el tratamiento antirretroviral y han seguido bien”.
Aumentar la dosis
Como una de las personas tratadas en la muestra fue capaz de controlar el virus sin tratamiento antirretroviral gracias a su heterocigosis, el siguiente paso para los autores es aumentar la dosis.
“Ese paciente sugiriere un posible efecto de dosis, cuántas más células modificadas recibas más efectivo es el tratamiento”, apunta Tebas. “Para complementar la dosis de las células puedes tratar más células o hacer que el ambiente sea más favorable a las células genéticamente modificadas”.
Para seguir con esta segunda opción, a partir de abril los investigadores comenzarán en una cohorte más grande un tratamiento con ciclofosfamida –empleada en quimioterapia o lupus–, que consigue ‘hacer más espacio’ para estas células nuevas.
“El objetivo es comprobar si al aumentar la dosis es más eficaz y hay más pacientes que son capaces de controlar el VIH sin tratamiento antirretroviral”, concluye el experto español.
Referencia bibliográfica:
Pablo Tebas, David Stein, Winson W. Tang, Ian Frank, Shelley Q. Wang, Gary Lee, S. Kaye Spratt, Richard T. Surosky, Martin A. Giedlin, Geoff Nichol, Michael C. Holmes, Philip D. Gregory, Dale G. Ando, Michael Kalos, Ronald G. Collman, Gwendolyn Binder-Scholl, Gabriela Plesa, Wei-Ting Hwang, Bruce L. Levine, Carl H. June. “Gene Editing of CCR5 in Autologous CD4 T Cells of Persons Infected with HIV”. N Engl J Med 2014; 370:901-910March 6, 2014DOI: 10.1056/NEJMoa1300662