Un equipo internacional, liderado por investigadores de la Universidad de Oviedo – CSIC – y de la Universidad de Valladolid, en colaboración con la Universidad de Neuchâtel (Suiza), ha descrito por primera vez cómo una especie de cuco protege los nidos de su hospedador frente a los depredadores.
El trabajo, publicado en la revista Science, revela aspectos beneficiosos del parasitismo de cría y establece una relación entre individuos de diferentes especies que mejora su éxito reproductor.
Durante 16 años, los investigadores han estudiado y monitorizado 741 de nidos de corneja negra (Corvus corone corone) y han analizado su relación con el críalo europeo (Clamator glandarius), una especie de parásito de cría de la familia del cuco.
El trabajo está liderado por Daniela Canestrari, investigadora de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo – CSIC) y del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, junto con Diana Bolopo, José M. Marcos, Vittorio Baglione, de la Universidad de Valladolid, y Gregory Röder y Ted C. J. Turlings, de la Universidad suiza de Neuchâtel.
Las conclusiones del estudio desvelan que la presencia de un pollo de críalo en el nido puede en realidad proporcionar beneficios a las cornejas, convirtiendo la relación de parasitismo en un mutualismo del que ambos salen beneficiados.
Los experimentos de campo demostraron que los polluelos de críalo protegen el nido gracias a una secreción con un olor muy desagradable que producen cuando son agredidos y que ahuyenta a los depredadores.
Este mecanismo de defensa química contribuye a la supervivencia de todos los polluelos del nido, tanto del críalo europeo como de la corneja, al mantener alejadas a aves rapaces y mamíferos.
Los análisis químicos han probado que la secreción desprendida por los polluelos de críalo europeo contiene numerosos compuestos ácidos y tóxicos que logran ahuyentar a los depredadores. Esta acción protectora de los cucos sobre sus hospedadores se prolonga de 16 a 18 días, antes de que los polluelos abandonen los nidos.
“Las conclusiones del estudio nos permiten ver que la relación entre un parásito de cría y sus hospedadores es más compleja de lo que hasta ahora pensábamos y se abren nuevas puertas para analizar mejor esas interacciones”, explica la doctora Daniela Canestrari.
Las ventajas de un nido parasitado
El críalo no expulsa del nido a los hijos de su hospedador, pero compite con ellos por el alimento que los padres llevan al nido y con frecuencia puede provocar la muerte de algunos de sus pollos. En este sentido, el críalo provoca un costo al hospedador, un rasgo característico de las especies parásitas.
Sin embargo, al analizar los datos recabados durante 16 años en 741 nidos asentados en las inmediaciones de la localidad leonesa de La Sobarriba, los investigadores comprobaron que en años con mucha densidad de depredadores, los nidos parasitados llegan a producir, de media, más crías de corneja con respecto a los nidos no parasitados, al sufrir menos pérdidas por depredación.
En estos años, la relación ecológica entre el críalo y la corneja deja de ser parasitismo (en la que el parásito “gana” y el hospedador “pierde”) y se transforma en mutualismo (ambos obtienen beneficios). El trabajo de campo desarrollado ha analizado asimismo la influencia que la presencia de un parásito tiene sobre el trabajo que los padres desarrollan para alimentar a las crías, mostrando que un pollo de críalo supone un esfuerzo menor comparado con un pollo de corneja, debido al menor tamaño del parásito.
La estrategia reproductiva de muchas especies de cucos es muy conocida y consiste en poner los huevos en el nido de otra ave (el hospedador) y dejar que su progenie sea criada por los padres adoptivos.
En muchos casos, cuidar a un cuco supone un costo considerable para el hospedador porque llegan a expulsar al resto de huevos o polluelos o monopolizan el alimento, provocando la muerte por inanición.
Muchas especies han desarrollado estrategias de defensa contra los parásitos de cría como la capacidad de reconocer y expulsar los huevos de otras especies o la posibilidad de defender el nido activamente contra los parásitos adultos. Sin embargo, algunas especies de hospedadores, como la corneja, no poseen ninguna defensa contra los parásitos de cría y por lo tanto sus nidos pueden ser parasitados con frecuencia.
Esta ausencia de defensas representa un interrogante abierto para muchos científicos. El estudio de Canestrari y colaboradores ha propuesto que, en el caso de la corneja negra, la falta de defensas frente al críalo se debe al efecto beneficioso que el parasitismo de cría puede proporcionar en años de alta densidad de depredadores.
El proyecto de investigación desarrollado por el equipo internacional ha sido financiado a través del Plan Nacional de Ciencia del Ministerio de Economía y Competitividad y fondos aportados por la Junta de Castilla y León.
Referencia bibliográfica:
«From Parasitism to Mutualism: Unexpected Interactions Between a Cuckoo and Its Host». Science.