Barcelona (EFE).- El empresario y pionero en el uso de tecnologías móviles Mark Turrell cree que la utilización de estos dispositivos a través de plataformas y redes sociales está logrando que los «ciudadanos digitales» lideren proyectos al margen de las administraciones y vaticina que «la humanidad 2.0 es inevitable».
Turrell, convidado principal de la segunda jornada del BDigital Global Congress, que estos días se celebra en Barcelona, ha señalado en una charla que esta revolución se está acelerando, ya que los ciudadanos son cada vez más conscientes de que pueden utilizar la tecnología para presionar en los procesos de decisión de poder, no sólo del ámbito político, sino especialmente en el mundo de las grandes empresas y corporaciones.
Este canadiense, presidente de Airbase Systems -una empresa de sensores para controlar la calidad del aire desde el móvil- apunta que se está dando un cambio en la adaptación social fruto de diversos factores «facilitadores» como la conexión a internet de bajo coste, el wifi, los planes de datos más económicos para el usuario, las plataformas para compartir el contenido (tipo wikipedia) o la plataformas open data de información pública, entro otros.
«Antes, el acceso a la información era caro o casi imposible. Se compraban las enciclopedias a fascículos y mucha gente no tenía conocimiento más allá de la «m»», ha bromeado Turrell, para quien los móviles que dan acceso a esa información, o que también la pueden generar (fotos o textos), convierten a estos dispositivos en una herramienta de «bien social».
Elegido como «Pionero tecnológico» en 2008 por el Fórum Económico Mundial, Turrell ha puesto como ejemplo de este fenómeno la campaña de control de los resultados de las elecciones de Zimbabue que ideó en cinco semanas a petición de un líder político opositor al régimen de Mugabe a quien conoció en Davos.
Con la ayuda de las imágenes tomadas con 1.000 móviles en los primeros escrutinios de las votaciones, y que se enviaron a Sudáfrica para su recuento, la oposición pudo tener pruebas físicas de que estaban ganando las elecciones para que los resultados no pudieran ser amañados.
«Ésta fue una solución extrema para un problema extremo», asevera este experto, quien, no obstante, subraya que un simple ciudadano por medio de estas tecnologías sociales -cada vez con un lenguaje más sencillo- tienen la capacidad de compartir y expandir ideas, y controlar «a los de arriba».
Para Turrell, la «nueva humanidad 2.0» tiene su futuro precisamente en esa capacidad holística, integradora y participativa.
Sitios web que sirven de plataforma para denunciar delitos (Citizens Report UK, crime reporting), otros donde se puede hacer un seguimiento de si la administración actúa para borrar los grafitis denunciados por un vecino (FixMyStreet) o para promover con éxito una campaña viral para que una multinacional retire un producto que vende como «natural» cuando no lo es, son algunos de los ejemplos que ha presentado Turrell.
La «inteligencia colaborativa» también sirve a la hora de promover iniciativas de «bien social» como «Let»s do it» que llevó a un grupo de estonios a recoger del campo 10.000 millones de toneladas de basura -una idea que se ha copiado en 90 países- o «The butcher»s arms», una comunidad de vecinos ingleses que se juntaron para mantener abierto el único bar del pueblo cuando su dueño anunció que iba a cerrarlo.
Turrell ha participado en el marco de la segunda sesión del BDigital Global Congress, organizado por Barcelona Digital Centro Tecnológico, que este año se celebra con el lema «Gestionando un ecosistema digital» y que se centra en mostrar las últimas novedades referentes al progresivo desarrollo tecnológico de nuestro entorno: el ciudadano y la empresa digital interactúan (social media), se mueven (urban mobility) y consumen (mobile payments).
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