El papel moneda desechado por desgaste ahora tendrá una segunda vida útil: se podrá convertir en un material que descontamina aguas residuales y remueve contaminantes del aire.
Cuando un billete se deteriora, se destruye en máquinas de alta velocidad que lo pican hasta volverlo un confeti llamado ripio. Este residuo se manipula de manera diferente según el país, siendo común la disposición en relleno sanitario y en horno de incineración.
Para el caso de Colombia, los billetes de alta denominación que circulan en el país tienen una vida útil que oscila entre el año y los dos años y cuatro meses. Así, la cantidad de billetes deteriorados llega anualmente a 169 millones de piezas destruidas, lo que equivale a cerca de 172,4 toneladas de ripio.
Ante este panorama, María Paula Franco, magíster en Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia realizó una investigación en la que convirtió este material en un carbón activado que descontamina los vertimientos resultantes del proceso de fabricación e impresión de los billetes.
Esta trasformación ecológica surgió al analizar formas diferentes de aprovechar el material, por ejemplo, como reciclaje para la preparación de carbón activo, un material adsorbente cristalino con una porosidad interna altamente desarrollada y con gran área superficial.
De acuerdo con Franco, entre sus principales aplicaciones se pueden mencionar la remoción de contaminantes del aire y el agua y la limpieza de efluentes (vertimientos resultantes de numerosos procesos industriales).
Por otro lado, la investigadora destaca que los billetes colombianos están fabricados con fibras de algodón, un material apto para reciclar mediante compostaje con el fin de retornarlo al suelo.
Teniendo esto en cuenta, la finalidad del trabajo fue determinar si el material se podía transformar en un producto para remover materia orgánica del vertimiento resultante del proceso de impresión de billetes.
Para ello, la magíster realizó un proceso pionero en el que mezcló el ripio con úrea, un componente residual de algunos seres vivos que se puede encontrar, por ejemplo, en la orina humana.
De este modo, se obtuvo un insumo favorable a la remoción de la materia orgánica del vertimiento industrial y a la disminución del valor del parámetro de demanda química de oxígeno (DQO), un índice que determina la cantidad de oxígeno consumido en la eliminación de contaminantes en los procesos de degradación.
Por eso, al agua contaminada se le mide el DQO antes de ponerla en contacto con el carbón activado formado a partir del ripio, el cual, por su gran área superficial y alta porosidad, atrapa el material contaminante del líquido.
De modo experimental, se alcanzaron capacidades de remoción del 69% de materia orgánica. Este porcentaje se calculó en términos del cambio en la demanda química de oxígeno, antes y después de tratar con el carbón. El profesor Hugo Ricardo Zea del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la U.N. manifiesta que lo más importante para obtener este resultado fue el pensamiento innovador.
Asimismo, reveló que la investigación, resultado de la tesis de maestría de Franco, abrió un abanico de ideas de las cuales están surgiendo varios proyectos, ya que el carbón obtenido puede servir también como soporte de catalizadores para otras reacciones químicas, no solo como adsorbente de moléculas contaminantes.