Testimonio de la pasión por la enseñanza en la Universidad Veracruzana (UV), José Antonio Márquez González, abogado y profesor de las Facultades de Derecho, campus Coatzacoalcos y Orizaba, donde imparte Derecho Civil y Filosofía del Derecho, reflexionó sobre la importancia de llevar a cabo el 1er Foro Regional de Innovación Educativa en el campus Córdoba-Orizaba-Ixtaczoquitlán.
“Participo no sólo como asistente sino también como ponente, pero lo importante no es que uno participe, lo importante es escuchar a los compañeros y asimilar las experiencias porque no siempre tenemos esta oportunidad”, expresó.
“Tradicionalmente el profesor comienza a dar su clase al estilo magistral de la época medieval y no se le ocurre que sería bueno escuchar a compañeros de otras zonas. En mi caso, por ejemplo, doy clases en Coatzacoalcos y Orizaba, para mí es reconfortante conocer al colega que da clases en Poza Rica, en Xalapa, eso es lo más importante de foros como éste en los que se nos permite participar.”
Márquez González opinó además que “la autoridad universitaria no lo puede hacer todo sola, a mí me parece que eso está bien y no es solamente un reconocimiento de la modestia o de los límites, sino de desplazar el plano protagónico a otros niveles, un poco más horizontales”.
En segundo lugar, continuó, muchas veces no es un tema de capacidad o de poder, “es también un problema de querer, y en esto entran a veces –lo digo con pena– actitudes protagónicas en nuestro salón de clases: el que sabe es el profesor y es él quien dicta”.
Consideró que a pesar de su existencia, hay posibilidades de un cambio: “Me parece que contra ese elemento es muy difícil de luchar; por fortuna yo tengo confianza en los maestros jóvenes que están llegando a la docencia en la Universidad con una actitud distinta.
”Soy profesor de filosofía y esta materia no es precisamente la materia más popular de la Facultad, de hecho tiene una reputación bastante pobre y encima enseño filosofía para abogados, lo que hace al asunto un poquito más difícil.
”Si a eso le añadimos que doy clases a las cuatro de la tarde en Coatzacoalcos, con 32 grados centígrados y a las seis de la tarde con los chaquistes en las pantorrillas de las pobres muchachas, se imaginarán lo difícil que es enseñar a Kant, a Descartes o a Proudhon en un salón de clases para abogados, y sin embargo estoy convencido que la filosofía es útil para resolver problemas.”
Reconoció también que es necesario adecuarse a la juventud: “Hay que bajar del cielo un poquito la filosofía, a veces es lo más difícil y donde el alumno dice: bájela usted profesor para que yo la conozca”.
No obstante, su convicción sobre aplicar la filosofía en su profesión es constante: “Siempre he pensado que en un despacho de abogados entran problemas y tienen que salir soluciones”.
Concluyó recapitulando sobre la importancia del docente: “El profesor no debe poner solamente su conocimiento sino un poquito de su iniciativa, de su humildad y de su afán por hacer un ambiente de enseñanza-aprendizaje porque ahí es donde el alumno efectivamente aprende”.