D.F., México. El orador estaba frente al micrófono y el silencio llenaba los espacios de este gran Palacio de Bellas Artes.
Era una espera por las palabras, pero también el reflejo del alma constreñida por la muerte de Carlos Fuentes.
A Federico Reyes Heroles le tocó la intervención por el lado de los escritores.
Y así definió a Carlos Fuentes, primero, como un escritor complejo y completo, pero también como un gran conversador.
Analista político también, Reyes Heroles recordó su primer encuentro con el autor de «Aura», el cual le abrió el mundo de la literatura.
Cruzábamos el Atlántico en un buque, allá por los años 60. Mira, allí está Carlos Fuentes, vamos a saludarlo, dijo mi madre. Yo era un niño. Se conocían desde muy jóvenes, desde el Servicio Exterior. Husmeaba en la biblioteca del barco cuando lo interrumpimos. Fue afable; vestía jeans, lo recuerdo. Me pareció gozoso.
Y su primer referencia literaria para el escritor fue mencionar:
“De Quetzalcóatl a Pepsicóatl, escribió Fuentes, en un libro tan arbitrario como brillante, Tiempo Mexicano”.
Y en ese tono interrogó a la audiencia y les dio su explicación: “Pero a quién se le ocurre algo similar. A Fuentes, que atrapó la atención entre las tradiciones y la modernidad”.
Pero es que además, “en el mismo título de la obra delataba una de sus grandes obsesiones: el tiempo. Tiempo, con mayúscula”.
Repasó la bibliografía de Fuentes en la que se mostraba el encuentro de culturas, el cual propalaba pensando que “lo que salga será mejor”, porque “el purismo no era su convicción”.
“Qué hombre más complejo y completo era Fuentes. Lo recuerdo en la excelente versión de ese libro, de El Espejo Enterrado, elaborada por la televisión británica. Ahí nuestro gran escritor se despliega frente a las cámaras como si lo hubiera hecho toda la vida”, ponderó.
De la misma forma se fue enumerando las virtudes del escrito: gran conversador, “nada odiaba más que una conversación insulsa, insabora, incolora”; laborioso, “dice fácil, decenas de libros”; el conferencista, “francés, inglés y, por supuesto, español, todos a la perfección”: “Ni pantallas ni lucecitas, ni música de fondo. Carlos rompía el silencio del auditorio y sabía el instante preciso para regresarlo y provocar una ovación”
El organizador de aventuras. “Como si no tuviera qué hacer, se daba tiempo para organizar encuentros, congresos e, incluso, crear una Institución, como lo es el Foro Iberoamérica, con más de una década de vida, donde año con año propició la reunión de empresarios, intelectuales y personajes de la talla de Felipe González o los expresidentes Sanguinetti, Cardoso, Gaviria o Ricardo Lagos, y muchos más, todo, con el fin de mantener viva la flama de su sana obsesión iberoamericanista”, recontó.
E igualmente rememoró su “posición liberal y progresista”, con la cual como “comentarista político Fuentes era una pluma de tenerle miedo”.
En su recuento Jesús Reyes Heroles mencionó también que “Carlos Fuentes fue un hombre muy generoso”, tanto con sus amigos, como con desconocidos a quienes firmaba “en apariencia, sin cansancio, cientos de ejemplares, aunque después estuviera verdaderamente agotado”.
Esa característica también la desplegó con los escritores jóvenes, “a quienes nunca se cansó de impulsar”.
Y en ese punto evolucionó al plural “generosos” involucrando a Silvia Lemus, su ahora viuda: “Generosidad que inundó su casa para convertirla en lugar de encuentro de los diversos, de discusión, de abrazos fraternales de los adversarios políticos. Qué enseñanza civilizatoria”.
Y el homenaje lo hizo extensivo a Silvia Lemus, “su gran amor, su gran compañera en las muy buenas y en las muy malas, que también las hubo. Silvia le llevaba hogar a donde Carlos tuviera que ir”.
Habló de Carlos Fuentes, de ese que amaba México: Ese México que siempre quiso que fuera mejor, más próspero, más justo, un México que estuviera a la altura del mundo.
Con esa emoción acumulada, le dio el Adiós en tres tiempos:
El primero: Descansa.
El segundo: Sin ti, pero rodeada de los muchos que te quieren, tu güerita habrá de estar bien.
Y el tercero: Fue un honor.
La ceremonia oficial
El homenaje lo abrió en sí Consuelo Sáizar Guerrero, Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, quien definió a los presentes como “lectores todos de Carlos Fuentes”.
Y en ese sentido mencionó que “cada lector tiene a su Carlos Fuentes. Fue autor de una obra titánica, obra coral. Obra donde México reconoce grandes señas de identidad. El espejo en el que se observa el propio país para buscarse y reconocerse”.
Y por lo mismo enfatizó que “todos los aquí presentes, somos deudos de la obra y pensamiento de este inmenso escritor y ensayista”.
Ahí Marcelo Ebrard, Jefe del Gobierno del Distrito Federal, apuntó por su parte sobre Carlos Fuentes que “era ante todo el abogado de la esperanza mexicana. Nunca lo vi, sí preocupado, pero nunca decepcionado de la grandeza mexicana, siempre confiado, siempre esperando el futuro mejor, progresista y liberal, nacionalista, patriota”.
En su turno el Presidente de la República, Felipe Calderón dijo que Fuentes llenó de orgullo a México al ser galardonado en múltiples ocasiones, por lo que -destacó- el mejor homenaje a Fuentes es leerlo.
El mandatario puso el ejemplo y en la ceremonia leyó pasajes de «En esto creo», un ensayo titulado «Muerte», del ganador de los premios Cervantes y Príncipe de Asturias.
«Es quizá el más grande escritor de México», comentó el mandatario mexicano, quien acudió al homenaje acompañado de su esposa Margarita Zavala.
«Muy querido don Carlos: ni su pensamiento, ni sus libros, ni su crítica morirán jamás. Carlos Fuentes vivirá en sus obras, en su palabra en varias generaciones de mexicanos. Carlos Fuentes ha muerto para ser amado más», expresó el presidente Calderón.
Sus restos cremados se llevaran a París, para ser colocados junto a dos de sus hijos.
(Visite la galería fotográfica sobre la ceremonia para Carlos Fuentes en http://184.173.18.166/~alefmx/galerias.php?secc=1 )