El presidente francés, François Hollande indicó hoy que se enseñará «moral laica» durante toda la escolaridad obligatoria porque los centros escolares no deben limitarse a transmitir conocimientos, sino también «valores».
Hollande, que pronunció un discurso en Trappes (afueras de París) coincidiendo con la vuelta al trabajo hoy de los 850.000 profesores del país, anunció un incremento de efectivos, algunos para este mismo curso y otros para el próximo.
Precisó que para el curso que los alumnos inician mañana, se ha contratado a 1.000 profesores en primaria y a 300 en secundaria, a los que se añaden 2.000 asistentes de educación, 1.500 para la atención de minusválidos, que deberían compensar en parte las 13.000 supresiones que había decidido el anterior Gobierno de derechas.
El jefe del Estado socialista señaló que en 2013 se abrirán oposiciones para 22.000 enseñantes que sustituirán el curso próximo a los que se jubilen, y que además 6.000 de los llamados «empleos de futuro» -subvencionados y destinados a jóvenes sin cualificación- serán para la educación.
Confirmó la directriz de que se enseñe «moral laica» desde la educación elemental hasta que se termine la enseñanza obligatoria, como lo había avanzado su ministro de Educación, Vincent Peillon, que va a poner en marcha una misión de reflexión para determinar cómo se concretará.
Peillon, en una entrevista a «Le Journal du Dimanche», había explicado que «la moral laica es entender lo que es justo, distinguir el bien del mal, deberes tanto como derechos y sobre todo valores».
Es decir, se tratará de «inculcar en los alumnos nociones de moral universal, basada en las ideas de humanidad y de razón», según el ministro, que argumentó que no tiene por qué entrar en conflicto con la moral religiosa.
«Hay una moral común que se impone a la diversidad de las confesiones religiosas, que no debe herir ninguna conciencia, ningún compromiso privado, ni de carácter religioso ni de carácter político», argumentó.
Hollande recordó que ha hecho «de la juventud y de la escuela la gran prioridad de (su) mandato» porque es la condición para que el país pueda recuperarse, para «favorecer la excelencia, y por tanto la competitividad», pero también la justicia social y la lucha contra el desempleo.
Concluyó su discurso insistiendo en que su mensaje quería ser de «confianza» en los enseñantes y en la educación pública: «la necesitamos para conseguir los objetivos de nuestro país».